Ya no puede más. Le
estalla el corazón, la cabeza, todo. Quiso levantarse de la mesa tras el
desayuno y se desplomó. Embolia cerebral, diagnóstico del médico.
Y las Hermanas lloran en
silencio presagiando un desenlace fatal.
Pero no llega. Las
Hermanas que, presurosas, acuden de todas las Casas para recoger siquiera el
último aliento, tienen el consuelo de hablar con la enferma. Esta sufre mucho,
está paralítica del lado derecho. El 28 de julio de 1931 habló por última vez.
–He pedido al Señor que me
deje un año de preparación para la muerte– dijo muy quedamente.
Y pronunció las últimas,
las postreras palabras que sus Hijas recogieron como envueltas en un pañuelo
limpio para que no se perdieran:
–No ser, no querer ser,
pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera.
Y con voz más queda
repetía de nuevo:
–No ser, no querer ser.
Después, nueve meses de
silencio y sufrimiento.
Sor Ángela cosida a la
Cruz.
Así hasta la madrugada del
2 de marzo de 1932. Hace de ello mañana 83 años.
A las tres menos veinte
murió. Miércoles, día consagrado al bendito patriarca San José.
Su rostro se inundó de un
dulce semblante y ella, inmovilizada durante meses en la dura tarima, tuvo
fuerzas para levantar el cuerpo, alzar los brazos, sonreír profundamente,
exhalar tres suspiros y comenzar el dulce sueño de la muerte.
Aquel miércoles, Sevilla
se despertó con la noticia. «Ha muerto una santa», corrió la voz. Y una
multitud ingente se dio cita en el convento desde las primeras horas. El cuerpo
de Sor Ángela, bajado en procesión muy de mañana por sus Hijas, había sido
colocado en la capilla sobre la tarima en que murió. Tocó la campana a la
oración matutina y llegaron las novicias que, al ver el cadáver, comenzaron a
llorar. No hubo lectura de meditación. No hacía falta. Aquella mañana, el
cuerpo inerme de Sor Ángela, página abierta para novicias y profesas, era la
única meditación.
Después... Después vino el
pueblo de Sevilla, en cola interminable hasta las diez de la noche. Y al día
siguiente. Y al otro. Hasta el sábado. Unas sesenta o setenta mil personas
desfilaron ante el cadáver de Sor Ángela de la Cruz. Y ramos de flores. Y
sollozos. Y un sinfín de rosarios y objetos piadosos pasados por su hábito.
Había una preocupación:
¿Podría ser enterrada en la capilla del convento? El Instituto poseía una real
orden de 1912 que le concedía tal privilegio, pero una reciente ley de las
Cortes republicanas había derogado este tipo de enterramientos. El alcalde de
Sevilla, atendiendo «a las circunstancias excepcionales que concurren, dada la
obra eminentemente humanitaria y caritativa que desarrolló en vida dicha
religiosa y que según referencia de todas las clases sociales fue profundamente
respetada y querida por los pobres de Sevilla» (no se equivocó en este
diagnóstico el alcalde), movilizó sus buenos oficios ante el ministro de la
Gobernación que dio resultado positivo.
Un telegrama del nuncio al
cardenal de Sevilla rezaba así:
–Hechas enseguida
gestiones oportunas, complázcome en comunicarle que Ministerio Gobernación ha
dado órdenes para que Madre Fundadora Congregación Hermanas de la Cruz sea
enterrada en la cripta de la Casa Generalicia de Sevilla. Ruego a Vuestra Eminencia
reciba mi más sentido pésame por pérdida virtuosísima Fundadora. Sírvase
presentarlo a todo el Instituto con la seguridad de mis plegarias. Saludos
afectuosos. Nuncio Apostólico.
El Ayuntamiento
republicano de Sevilla hizo más: rotuló la calle Alcázares, donde se halla la
Casa Madre, con el nombre de Sor Ángela de la Cruz.
Caso único en la historia
de Sevilla.
Pero así es de verdadera,
y sorprendente, esta historia de Madre.
El sábado, entierro.
Los médicos habían ido
vigilando el estado del cadáver día a día. En caso de corrupción, la hubieran
embalsamado inmediatamente. No hizo falta. Y las Hermanas se alegraron no poco.
Sor Ángela aparecía sencillamente como una flor dormida, tras varios días de su
muerte.
Presidió el cardenal
Ilundáin. Y allí se encontraba toda la clerecía, una representación del
Ayuntamiento republicano, las élites de la ciudad, y el pueblo soberano, que
llenaba los claustros y patios del convento hasta salir desbordados a la misma
calle, ya de Sor Ángela de la Cruz.
Sobre el féretro de Sor Ángela,
un solo ramo de claveles, los mejores claveles de Sevilla. Los trajo un obrero
poco antes de que se iniciara el cortejo fúnebre.
–¡Por favor! –imploraba
abriéndose paso ante todas las personalidades que rodeaban el túmulo.
–¡Por favor, que lo pongan
en la caja de la Madre! No le habrán traído mejores claveles, porque mejores no
los hay en Sevilla. Por haberlos comprado, me quedaré hoy sin comer; pero...
¡han sido muchos los días que ella me ha dado de comer a mí!
Y los claveles de aquel
obrero anónimo irradiaron de fragancia el ambiente.
Fue el mejor tributo
póstumo, la distinción más querida que podía recibir Sor Ángela de la Cruz: un
ramo de flores, fruto del jornal de un obrero.
Me quedo sin palabras..sobre la historia que no conocia .sobre mi muy querida SANTA ANGELA DE LA CRUZ .Gracias por darmela a conocer .la e visitado en varias ocasiones y siempre e encontrado paz entre las hermanas ....y sobre todo ante su imagen .Un saludo
ResponderEliminarMe alegro de que le haya gustado. Sor Ángela es la monja más querida en Sevilla. Y desde 1982 está en los altares.
EliminarGracias ! Precioso articulo de Santa Ángela. Benditas Hermanitas de la Cruz, que legado más grande dejo. El respeto y el cariño que les proceso es uno de los regalos que me dejó en herencia mi madre.
EliminarHola, soy de Colombia, especificamente de Bogotá, y me ha gustado mucho este articulo sobre la muerte de Santa Ángela de la Cruz. Aqui en Colombia es totalmente ignoradisima, pero se nota que en su tierra es mas que querida, y le han venido aclamando desde el mismo instante que su alma voló al trono de Dios. Que esta gran santa ruegue por todo su pueblo, y junto a Santa María de la Purisima, sigan intercediendo por la vocación de todas las hermanas de la Cruz.
ResponderEliminarMi hija nació el 5 de noviembre, decidimos llamarla Ángela,para nuestra sorpresa descubrimos que ese día era el de Santa Ángela de la Cruz.
ResponderEliminarAhora conocemos su historia.
Que proteja a mi niña y que en su muerte la lleve con ella al cielo.
Gracias
Mi hija nació el 5 de noviembre, decidimos llamarla Ángela,para nuestra sorpresa descubrimos que ese día era el de Santa Ángela de la Cruz.
ResponderEliminarAhora conocemos su historia.
Que proteja a mi niña y que en su muerte la lleve con ella al cielo.
Gracias
Sor Angela nos protege desde el cielo e intercede a la Virgen y al Señor por todo lo que le pidamos.Es muy milagrosa
ResponderEliminarEs lo mejor que ha tenido...y tiene sevilla, una Santa , y una Santa que existió de verdad, yo como sevillana que soy...no me puedo sentir más orgullosa de tener un rincón para hablarle, para rezarle , para verla, es algo mágico cuando entras...y te pones enfrente de ella.
ResponderEliminarImpresionante historia!!
ResponderEliminarA veces surgen Angeles,como Sta.Angela, que llenan de AMOR todo lo que tocan, miran pisan.
ResponderEliminarLe pido, con todo mi corazón, siga derramando ese amor por el mundo, que tanto lo necesita.