Es
Orán. Año 194… Una ciudad como otra cualquiera, una prefectura francesa en la
costa argelina y nada más. Su aspecto es tranquilo… La mañana del 16 de abril,
el doctor Bernard Rieux, al salir de su habitación, tropezó con una rata muerta
en medio del rellano de la escalera… Aquella misma tarde estaba en el pasillo
del inmueble, cuando vio surgir del fondo oscuro del corredor una rata de gran
tamaño, con el pelaje mojado, que andaba torpemente. El animal se detuvo, dio
una vuelta sobre sí misma lanzando un pequeño grito y cayó al fin, echando
sangre por el hocico entreabierto. El doctor la contempló un momento y subió a
su casa… Al día siguiente, se decidió a comenzar sus visitas por los barrios
extremos. Encontró a su primer enfermo en la cama…
–Doctor
–dijo, mientras le ponían la inyección–, ¿ha visto usted cómo salen?
–Sí
–dijo la mujer–, el vecino ha recogido tres.
–Salen
muchas; se las ve en todos los basureros…
Rieux
comprobó en seguida que todo el barrio hablaba de las ratas…
Es
el libro del escritor francés Albert Camus. Su título: La peste.
Por
esta novela, fundamentalmente, le dieron el Premio Nobel de Literatura en 1957,
aunque oficialmente le fue concedido por «el conjunto de una obra que pone de
relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy».
Las
ratas habían abandonado su lugar natural en las cloacas y se habían asomado a
las calles de la ciudad con sus esputos de sangre para esparcir la peste por
doquier.
La
peste…
«La
peste», una de mis lecturas de juventud, me ha venido a las mientes al
contemplar cómo en esta gran ciudad llamada España, de un tiempo a esta parte,
sale de sus cloacas tanto desmelenado que asoma por los husillos, corre por sus
calles, entra en las instituciones y echa sus esputos de sangre sobre las
tradiciones más sagradas que nos han dejado nuestros mayores.
Ha
habido últimamente tantos casos pestíferos en ciudades como Madrid, Barcelona,
Valencia, Cádiz, etc., que creíamos, los que vivimos en Sevilla, que nos íbamos
a librar de semejante peste.
Pues
no. IU y Participa Sevilla, dos partidos de izquierda radical que apoyaron al
PSOE para dar la investidura como alcalde al socialista Juan Espadas, piensan presentar en el
Pleno municipal de mañana sendas mociones contra la Iglesia que incluso
incluyen prohibiciones relacionadas con la Semana Santa.
Son
cuatro gatos –para no seguir con el símil de las ratas, que no tengo ánimos de
ofender– que se han manifestado ante el Palacio arzobispal de Sevilla mostrando
sus papeles en defensa del laicismo que no va «contra nadie», dicen.
Según
el diario ABC de hoy, estas son las medidas que estos cuatro gatos quieren
imponer a la ciudad de Sevilla:
Prohibición a alcalde y ediles de participar en cortejos como
La Hiniesta. «Ninguna
autoridad pública participará, en calidad de tal, en actos de naturaleza
religiosa», dice la moción.
Pérdida de la condición de autoridad pública del arzobispo. «Los representantes eclesiásticos de
cualquier confesión no serán invitados a los actos civiles ni se los
considerará como autoridad pública».
Quitar el nombre de calles a religiosos e imágenes
devocionales. La moción de
IU insta a «promover un callejero laico y aconfesional». Desparecerían del
nomenclátor calles como Santa Ángela de la Cruz.
No se votará en colegios religiosos o que tengan símbolos de
la Iglesia. «En períodos
electorales y salvo que no haya alternativa, sólo facilitará colegios o locales
no confesionales y libres de simbología religiosa».
Se apoyará la procesión denominada «Coño Insumiso». Participa Sevilla pide que se retire la
denuncia contra la procesión del «Coño Insumiso», por la que hay cinco personas
procesadas.
Esto
último es una auténtica grosería, lo que indica el índice de zafiedad e
incultura de esta gente salida de las cloacas de la ciudad. Pero habrá que
recordarles a estos indocumentados que a la muerte de Santa Ángela de la Cruz
en 1932, en plena República, el Ayuntamiento republicano de Sevilla tuvo a bien
cambiar el nombre de la calle Alcázares donde murió y se halla la Casa Madre de
las Hermanas de la Cruz por el nombre de la santa. Un cuerpo inerte que fue
visitado durante cuatro días dándole el último adiós la ciudad entera de
Sevilla.
La
peste… también a esta ciudad nuestra de Sevilla ha llegado la peste y aún no
sabemos qué antídoto tomar para preservarnos de la hediondez de esta plaga.