¿Cómo y cuándo fue compuesta la oración del Avemaría, quizá la primera
oración a la Virgen que aprendimos de labios de nuestra madre? Curiosamente,
esta oración, tal como la recitamos en la actualidad, no se fija como fórmula
para la Iglesia hasta los tiempos de san Pío V, con ocasión de la reforma
litúrgica consecuente al Concilio de Trento. Es decir, en 1568.
La oración del Avemaría está compuesta de dos bloques, que se alternan
en el recitado –por ejemplo– del Rosario. El texto del primer bloque está
sacado del Evangelio de San Lucas; el segundo es texto no bíblico.
El primer bloque está compuesto de tres partes. La primera está tomada
del saludo del ángel a María: «Dios te salve (María), llena (eres)
de gracia, el Señor (es) contigo» (Lucas 1, 26).
La segunda parte viene de la alabanza que dirigió a María su prima
Santa Isabel: «Bendita tú (eres) entre (todas) las mujeres, y
bendito (es) el fruto de tu vientre» (Lucas 1, 42).
Esta formulación es debida a Severo de Antioquía, en el siglo VI.
Ya metidos en la Edad Media, hacia el 1200, diversos Sínodos de
Alemania, Francia y España tomaron esta oración, Y fue Urbano IV, Papa de 1261
a 1264 –el mismo que instituyó la fiesta del Corpus Christi– quien añadió al
final de la fórmula el nombre de Jesús.
Puesta en verso por Dante, la oración del Avemaría ha sido comentada
por santos tan devotos de la Virgen como san Bernardo y santo Tomás de Aquino;
cantada desde entonces por los más prestigiosos músicos y rezada por todos como
la más bella oración dirigida a la Virgen María.
La segunda parte del Avemaría –«Santa María, Madre de Dios, ruega
por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén»– aparece
ya en la época tardía de la Edad Media y su texto es extrabíblico. En el año
1350 se encuentra en un breviario la frase «Ahora y en la hora de la
muerte». En 1525 se inserta en ciertos catecismos. Y la fórmula final, como
la conocemos actualmente, queda fijada tras el Concilio de Trento.
En este mes de mayo, el mes de María, bueno será que recemos con asiduidad esta bellísima oración dedicada a la Santa Virgen María.
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