«Este
12 de octubre se clausura el Año Jubilar Pilarista por los 1975 años de la
llegada de la Virgen a Zaragoza». Esto leo en la revista Alfa y Omega en un artículo firmado por José Antonio Méndez, que me
ha dado un cierto alivio. Porque titula su artículo: «El Pilar que salva a los
que dudan». Y como yo dudo, y dudo muchísimo, presiento que a pesar de todo la
Virgen del Pilar me salvará.
Ya
en serio, el artículo no deja de ser un cuento piadoso que muy bien, en aras
del rigor y de la seriedad, hubiera dejado el director de la revista escondido
en un cajón.
Incluso,
se resalta en un subtítulo: «En 1936, tres bombas impactaron contra la basílica
del Pilar…, pero ninguna estalló». Dos de esas bombas, creo, se hallan colgadas del techo del templo, significando el milagro de la Virgen del Pilar que salvó a su basílica de la
barbarie roja. La tercera cayó en la plaza de la Seo.
Pues
mire usted, la cosa es más sencilla. Las bombas no estallaron porque el piloto
republicano, que había recibido orden de arrojarlas sobre la basílica, había
quitado previamente las espoletas. Y ello lo sé porque conozco a un sobrino de
ese piloto, hermano de La Salle, y muy amigo mío, que me lo ha contado. Y
reservo el nombre del piloto y de mi amigo de La Salle, a petición.
Ello
no quita para que la devoción del Pilar sea una tradición mariana profundamente
arraigada en Aragón y en España. Es el Día de la Hispanidad, el Día de la Raza.
Decir Zaragoza es decir el Pilar, eso dice la gente. El vulgo cree que el Pilar
es la catedral de Zaragoza. Pero está equivocado. Zaragoza tiene su catedral,
la Seo la llaman, con empaque y solera, y tiene también su basílica del Pilar,
como concatedral, que se lleva los honores de la fama, porque, como imaginó
Lope de Vega en Los papeles de Galiana hablando de «la gran Zaragoza»: Aquí
la Reina del cielo, / sobre un pilar cuyo velo / fueron los rayos del sol, / habló
el patrón español / y dejó sagrado el suelo.
Cuenta
una piadosa leyenda que la Virgen, cuando aún vivía en este mundo, se apareció
al apóstol Santiago el Mayor, que se hallaba predicando en esta ciudad. Se une esta
leyenda a la que, después de morir en Jerusalén, decapitado por el rey Herodes
hacia el año 44, según se narra en los Hechos de los Apóstoles (12,2),
trasladaron su cuerpo en una embarcación al finis terrae entonces
conocido. Llegados al puerto de Iria, en Galicia, en la desembocadura del Ulla,
actual Padrón, se alejaron de la costa y le dieron sepultura en el interior.
Esta
«tradición jacobea» cuaja a partir del siglo IX y alcanza todo su vigor en los
siglos XII y XIII. Un ermitaño, por nombre Paio ó Pelayo, advirtió al obispo
Teodomiro de Iria sobre unas tumbas que habían aparecido en el extremo de las
tierras de los amaeos. Teodomiro visitó las ruinas de esa vieja
necrópolis cristiana y reconoció en el Arca Marmórica el cuerpo del
apóstol Santiago y en otros sarcófagos los de sus discípulos Teodoro y
Atanasio.
La
pregunta que se me viene a la cabeza es cómo supo Teodomiro que aquella tumba
marmórea contenía los restos del apóstol Santiago. Y aquí surgen dos versiones:
los que dicen que recibió una revelación del cielo y los que sostienen que
junto a los restos se hallaba un pergamino que acreditaba la autenticidad. Tal
vez lo dedujo de la lectura de un opúsculo titulado Breviarum apostolorum,
que circulaba por España desde mediados del siglo VII con la narración de unas
biografías breves de los apóstoles. De Santiago decía que predicó en España y
fue a morir a Jerusalén. Texto evidentemente interpolado, aunque bien
aprovechado o creído a partir de entonces, comenzando por el Beato de Liébana
en su Comentario sobre el Apocalipsis en 776.
Se
enteró el rey asturiano Alfonso II el Casto (791-842) —conocido por este
apelativo por no haber contraído matrimonio—, y ordenó edificar una iglesia,
núcleo originario de la futura catedral compostelana. Teodomiro, el obispo, con
sagaz perspicacia, trasladó su residencia al lugar de la tumba, llamada desde
entonces Compostela (derivado de campus stellae, campo de la estrella,
por aquello de que sobre la tumba irradiaba el fulgor de «unas luces ardientes
durante la noche», o tal vez, de compositum tellus, campo santo o
cementerio).
La
figura de Santiago se hizo desde entonces tan popular en la España medieval que
aparece vinculada a todas las gestas guerreras de la reconquista. Desde el rey
Ramiro (842-850), con la legendaria batalla de Clavijo, con un Santiago
«matamoros» o «cierra España», montado en un corcel blanco animando a las
huestes cristianas contra la morisma y blandiendo su espada al viento, y el voto
de Santiago, el medievo hispano ha estado conectado con la figura de este
apóstol envuelto en leyendas y tradiciones múltiples. Su sepulcro, convertido
en centro de peregrinación, compite en popularidad los jubileos de Santiago con
los de la misma Roma. Y el Camino de Santiago se convierte en la ruta de
mayor tránsito y comunicación de gentes de toda Europa.
¿Estuvo
realmente Santiago en España?
Un
documento del siglo XIII conservado en la basílica del Pilar cuenta cómo
Santiago el Mayor, hijo del Zebedeo, hermano de Juan Evangelista, recorrió
Asturias, convirtiendo a un paisano en Oviedo, pasó a Galicia, predicando en
Padrón, después a Castilla y por último a Aragón donde convierte a ocho. En
Zaragoza, junto al Ebro, apesadumbrado Santiago por su escaso éxito apostólico,
recibe la visita de la Virgen María, aún en carne mortal, sobre una columna
nimbada por miríadas de ángeles que cantan maitines. La Virgen pide al apóstol
que construya una capilla en el lugar de la aparición, junto al Ebro, y así lo
hace. Santiago ordena de presbítero a uno de los ocho convertidos y vuelve a
Judea. Es una leyenda surgida con posterioridad a la tradición jacobea.
Ya
en el siglo X los obispos de la Tarraconense no creían en estas leyendas. Y en
el XIII, cuando la diócesis de Santiago impugnaba la primacía del arzobispado
de Toledo, se decía que todo esto eran cuentos de monjas y viudas piadosas.
Sin
embargo, España, no sólo en la época medieval sino en tiempos modernos, siguió
creyendo en la venida y sepulcro de Santiago y estas tradiciones, jacobea y
pilarista, se impusieron a pesar de que prestigiosos autores, como el cardenal
Baronio, san Roberto Belarmino y otros, negaran decididamente este hecho. En la
reforma del Breviario ordenada por Clemente VIII, a finales del siglo XVI, se
eliminó esta frase introducida por san Pío V unos años antes: «Santiago
recorrió España y predicó el Evangelio». Pero la monarquía española, tan
poderosa en aquel entonces, presionó y Urbano VIII, unos años después,
restableció este texto de nuevo.
Si
difícil parece que viniera a la Hispania romana de muerto, más difícil es que
viniera de vivo.
No
hay testimonios históricos que avalen esta tradición. Aunque existe prueba de
la existencia de un templo dedicado a la Virgen en Zaragoza a mediados del
siglo IX, el primer documento conocido que menciona el nombre de Santa María
del Pilar es de finales del siglo XIII. La advocación del Pilar y la plasmación
de su leyenda, como ha llegado a nosotros, data de ese siglo.
Buenas noches vayamos por parte porque dice algunas cosas que no son ciertas
ResponderEliminar1º El año 855 un monje francés, llamado Aimond, llama al templo de Santa María la Mayor de Zaragoza, hoy iglesia del Pilar, “madre de todas las de la ciudad”. efectivamente, en la dominacion arabé, se tomó como era costumbre, la segunda iglesia para convertirla en mezquita, en Zaragoza fue La Seo y respetaron Santa Maria la Mayor, hoy del Pilar
2º Zaragoza tiene DOS Catedrales La seo del salvador o la Catedral del Salvador, ambas son CATEDRALES, en igualdad de rango, en La del Salvador, pòpularmente conocida como La Seo, se celebran las festividades de Jesucristo o de los santos de la Diocesis importantes, como san valero, Epifania etc y en la del Pilar que se llama Catedral de la Asuncion, aunque pocos lo sepan y popularmente se dice el Pilar o la basilica,, se celebran todas las de la Virgen
Sobre lo de las bombas, es cierto que el piloto era un republicano, pero por favor no me venga con cuentos chinos, el Pilar para su informacion estaba hasta los topes de falangistas y gente de la ciudad refugiados, las espoletas estaban y se pueden ver, asi que no me venga con milongas de ningun Lasaliano Estan expuestas con sus espoletas y no tiraron tres sino CUATRO, dos dentro, una en el Coreto de la pintura de GOYA y otra cerca de la Santa Capilla en las pechinas, otra cayó en la PLAZA del PILAR, no en La Seo como dice, y la cuarta cayó en el rio Ebro Yo no digo que fuera un milagro, tampoco lo descarto, pero lo que si niego rotundamente es la tonteria de que las tiraron sin expoleta, porque eso no es CIERTo, eso es MENTIRA, como le repito las puede comprobar porque estan bien a la vista y se lo dice una ARAGONESA que sabe lo que dice