El
31 de agosto de 1939, el embajador italiano en Berlín telegrafía a su gobierno
que la guerra estallará dentro de pocas horas. Pío XII, en un postrer esfuerzo,
pide a su secretario de Estado, cardenal Maglione, que convoque a
los embajadores de Alemania, Francia, Italia y Polonia y ministro de
Inglaterra. Los cinco diplomáticos reciben, para transmitirlo a sus gobiernos
respectivos, el siguiente mensaje:
–El Santo Padre
no quiere renunciar a la esperanza de que las gestiones en curso puedan llevar
a una solución justa y pacífica que el mundo entero no cesa de implorar. Su
Santidad suplica, en nombre de Dios, a los gobiernos de Alemania y de Polonia
hacer todo lo posible por evitar cualquier incidente y abstenerse de tomar
cualquier medida susceptible de agravar la tensión actual. Y pide a los gobiernos
de Inglaterra, Francia e Italia que apoyen esta petición suya.
Mensaje que
también fue enviado, por medio de los representantes pontificios, cerca de los gobiernos
de España, Bélgica, Holanda y Suiza, para que apoyasen la iniciativa del papa. Y
al embajador de los Estados Unidos en el Quirinal, para que lo transmitiera al
presidente Roosevelt.
Esfuerzo
generoso, pero ya inútil.
El
cardenal Maglione telefoneó a Pío XII en Castelgandolfo y le comunicó la invasión
de Polonia por el ejército alemán. Clarea la mañana del 1 de septiembre. El
pontífice se dirige a su capilla privada. Un prelado de la corte pontificia
contará al corresponsal del New York
Times:
–Tenía
los ojos llenos de lágrimas y su cuerpo fue sacudido por un sollozo.
Hitler
necesitaba una excusa para justificar su ataque a Polonia ante el pueblo alemán
y a efectos propagandísticos en el mundo. Alemania no ha iniciado la guerra, lo
ha hecho Polonia con incidentes fronterizos a los que se ha visto obligada a
responder.
El
cinismo de Hitler es tal que el mismo día 1 de septiembre, inicio de la
invasión de Polonia, respondió al último mensaje de paz del papa, enviado con
urgencia a los gobiernos el día anterior:
–Como el Santo
Padre habrá sabido por los comunicados que se han sucedido entre tanto, los
acontecimientos hicieron imposible la solución pacífica esperada por Alemania. El
Führer esperó dos días la llegada de un negociador polaco para resolver pacíficamente
el conflicto germano-polaco. Como respuesta a su actitud, Polonia ordenó la
movilización general. Aparte de ello se produjo ayer una nueva serie de actos
de violencia cometidos por los polacos, durante los cuales, esta vez, soldados
de su ejército penetraron en el territorio del Reich alemán. Estas intolerables
provocaciones han inducido al Führer a procurar también en la frontera oriental
de Alemania la calma y la paz que Alemania necesita y tiene en sus otras
fronteras.
El conocido
como «Incidente de Gleiwitz» fue el pretexto planeado por Hitler para invadir
Polonia. Auspiciado por las SS, se creó la
operación Tannenburg, que simule ciertos incidentes fronterizos para justificar
el casus belli.
Se eligió
Gleiwitz, lugar aislado y próximo a la frontera. Con falsos ataques a una estación forestal, una aduana y una
estación de radio, se emitirán mensajes cargados de consignas polacas
contrarias a Alemania. Tropas de las SS, uniformadas como soldados polacos,
«entrarán» en suelo alemán y «atacarán» la estación de radio, dejando varios
cadáveres en el lugar. Estos cadáveres, vestidos también de militares polacos,
los había suministrado el campo de concentración de Dachau.
Montada la
artimaña, Hitler se vio con derecho a responder a tal «agresión». Y comenzó la
invasión de Polonia, sin declaración de guerra, violación flagrante del derecho
de gentes, que dio lugar a la Segunda Guerra Mundial.
53
divisiones alemanas entran en Polonia a las 4,25 horas del 1 de septiembre de
1939, y la aviación alemana bombardea Varsovia y otras ciudades polacas después
de las 5,30… Las heroicas cargas de la caballería polaca nada pueden contra los
carros blindados de los alemanes.
En la cínica
arenga de Hitler a las fuerzas armadas decía:
–Una serie de
violaciones insoportables para una gran potencia, demuestra que Polonia no
quiere reconocer las fronteras del Reich. Para poner fin a estos actos vandálicos
no me queda otro remedio que responder a la violencia con la violencia a partir
de este momento. Las fuerzas armadas alemanas sostendrán el combate por el
honor y por el derecho vital del resucitado pueblo alemán con firme decisión.
Yo espero que cada soldado cumpla su deber hasta el final y sea digno de la
gran tradición militar alemana.
El 3 de
septiembre, Inglaterra y Francia declaran oficialmente la guerra a Alemania. El 17 de septiembre, todas las fuerzas
polacas están prácticamente derrotadas o asediadas, y comienza el asedio de
Varsovia. Este día, los soviéticos franquean las fronteras polacas orientales.
El 27, capitula Varsovia. El 28, Alemania y la URSS se reparten el territorio
polaco según los acuerdos secretos anexos al pacto germano-soviético. El Estado
polaco, una vez más, ha dejado de existir.
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