«Por
quién doblan las campanas» es el título de la novela de Ernest Hemingway,
publicada en 1940, donde relata el entonces corresponsal de guerra americano
una página de la dolorida guerra civil española de 1936.
Asumo
el título y pregunto:
–¿Doblan
o repican las campanas?
Porque
las campanas tienen su lenguaje. Doblar las campanas es «tocar a muerto», un
toque pausado, lento, distanciados los golpes del badajo; repicar en cambio implica
«fiesta o regocijo» y las campanas parecen estallar de júbilo.
Se
me viene a las mientes aquel día del año 1953, cuando Roma comenzaba ya a segar
los pies del cardenal Segura, arzobispo de Sevilla, para que renunciara a la
diócesis, y le quitó parte del entonces extenso territorio de la archidiócesis
hispalense. Y se creó la diócesis de Huelva. Cuando salió a la prensa la noticia,
el cura de Paterna del Campo (Huelva) se puso a repicar las campanas, de puro
gozo, durante todo el día. Brutote como era, se creía ya libre del arzobispo
selvático que presidía la archidiócesis. Pero tardarían meses en llegar las
bulas, el nombramiento de un nuevo obispo, la erección de la diócesis, etc. Segura
seguirá mandando durante meses.
¿Qué
ocurrió? Que el cardenal lo mandó castigado a la otra punta de la diócesis, al
pueblo de Ardales (Málaga), que entonces pertenecía a la diócesis de Sevilla. Y
allí estuvo varios meses hasta que se constituyó la diócesis de Huelva, tomó
posesión el obispo nuevo, Cantero Cuadrado, que lo repescó y lo llamó a su
diócesis, enviándolo de cura a Bonares.
El
repique continuado de campanas del buenote del cura de Paterna del Campo se
convirtió para él, sin esperarlo, en sonido fúnebre de difuntos.
El
próximo domingo sonarán las campanas de las parroquias de la diócesis de
Solsona. Es el 27-S. Y su joven obispo Xavier Novell (45 años), creo que el
obispo más joven de ¿España o de Cataluña? Estoy hecho un lío… Pues este
obispillo, así de diminuto de edad y de caletre, ha publicado el domingo pasado
una glosa dominical que es una petición del voto en toda regla para las que
denomina las «candidaturas del sí», es decir, las separatistas. Y ha ordenado a
todas las parroquias que el domingo 27 de septiembre, a las 9 de la mañana,
toquen las campanas «para anunciar que ha llegado el día de la libertad».
–He
animado a todos los rectores a tocar las campanas este domingo a las nueve de
la mañana. Un buen repique para despertar a todos y anunciar que ha llegado el
día de la libertad, el día que tenemos en nuestras manos la decisión sobre el
futuro de nuestro pueblo.
Y
añade:
–Muchos
de vosotros os levantaréis sabiendo bien qué votar. Conocéis la candidatura que
quiere aglutinar el sí que facilite un reconocimiento internacional del proceso
de la independencia. Sabéis de la otra candidatura a favor del sí. Os queda
claro también que el voto para cualquiera otra de las candidaturas significa no
a la independencia.
A
los decididos les dice:
–Sabéis
que el éxito de este referéndum (sic) depende de la participación y todos
conocéis personas, parientes o vecinos, que para votar necesitan que alguien
les anime y acompañe.
Y
a los indecisos este consejo:
–A
los dudosos también os pido que vayáis a votar y os doy un sencillo consejo,
creo que adecuado a quien se considera vuestro padre y pastor: si no sabéis qué
votar, escuchad a vuestros hijos y nietos mayores de edad. Lo que decidimos es
el futuro de Cataluña y el futuro es de ellos. ¡Tantas cosas habéis hecho por
ellos...! ¡Votad, también, por ellos!
Pienso
que habrá que incluir a este obispo en el lote de la monja Teresa Forcades, la
otra monja argentina Lucía Caram y la Karmele Marchante, y que formen un
cuarteto parroquial que cante en la TV3. Sería divertido.
Y
Roma, a ver si tiene más vista a la hora de nombrar obispos en las diócesis
catalanas. Ya escribía yo la semana pasada que la diócesis de Barcelona ve
envejecer a su cardenal –que tenía que ser jubilado hace tiempo– porque no
encuentran a nadie que lo pueda sustituir.
Es
el vacío. Tal vez los toques de las campanas que el obispo de Solsona pretende que
sean de júbilo se conviertan en dobles de difuntos.
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