Tal día como hoy, 24 de julio de 1941, a
las 12 del mediodía, en el pueblo de Santa Olalla del Cala (Huelva), vi la luz
por vez primera en este mundo. Hace de ello 75 años. Dicen que hoy entro en el
período de la «vejez primaria». Y si atendemos lo que afirman los psicólogos de
la personalidad de los nacidos en 24 de julio, dicen que los tales sienten «una
profunda atracción por situaciones, personas y lugares estimulantes e
inestables, así como por los cambios. En consecuencia, se aburren rápidamente
de la rutina de la vida cotidiana».
Y añaden:
–Los nacidos el 24 de julio suelen ser
plenamente conscientes de la imagen que presentan ante los demás. Puesto que
temen resultar aburridos, cultivan una imagen insólita o innovadora, aunque en
el fondo sean conservadores. Si son naturalmente excéntricos o extravagantes,
no harán ningún esfuerzo para disimularlo, por lo que los demás podrían
acusarlos de exhibicionistas. De hecho, nada les da tanto miedo como que la
rutina los atrape. Los nacidos este día deben liberarse de la obsesión por
demostrar al mundo lo que valen. La clave está en progresar lentamente, paso a
paso, y resolver cada problema en el momento en que se presente. La vena
dramática de los nacidos el 24 de julio inevitablemente aflora a la superficie.
Aunque no hay nada de malo en ello, existe el peligro de que sus arrebatos
emocionales compliquen periódicamente la vida de familiares y colegas, que
podrían optar por aislarlos. Una situación semejante sería muy desfavorable para
los nacidos el 24 de julio, que necesitan una vida emocional estable para tener
una profesión estable y viceversa. Los nacidos este día han de aprender a
confiar más en sí mismos y a depender menos de la aprobación ajena. Para ello
necesitan aclarar sus prioridades: saber lo que quieren en la vida reducirá el
riesgo de inestabilidad y los hará menos proclives a hacerse daño o a hacer
daño a otros en sus relaciones. No obstante, debido a sus circunstancias
siempre cambiantes, los nacidos este día pueden sentir la necesidad de romper
una relación de forma repentina. En tal caso, tendrán que encontrar la manera
de hacerlo con tacto y sensibilidad para evitar sufrimientos a todos los
involucrados.
Los que me conocen podrán valorar mejor,
desde una perspectiva exterior, si estos factores dibujados por los psicólogos
se dan en mi persona.
Lo que sí es cierto es que uno anda ya
renqueante en ciertas partes del cuerpo y una de ellas, fundamental por otra
parte como es el corazón, sufrió en 2004 y 2006 sendos infartos que han dejado
este músculo vital bastante deteriorado.
Pero aquí sigue uno todavía, porque la
cabeza a Dios gracias aún circula bien y puede seguir pensando y escribiendo
gracias a la Providencia y también a mi querida Patricia, joven mexicana que me
cuida y lleva con rigor el control de medicamentos y consultas de médicos. ¡Han
sido tantas las veces en las que ha tenido que acompañarme a esas Urgencias
hospitalarias, no solo en Sevilla, también en Madrid y Barcelona! Por ello le estoy
enormemente agradecido: ¡cuántas veces en estos últimos años me ha salvado de
mis desfallecimientos que hubieran sido mortales de hallarme solo!
A esta edad de 75 años, que yo sepa, han
muerto figuras relevantes. Arquímedes, físico, ingeniero, inventor, astrónomo y
matemático griego, que vivió en Siracusa en el siglo III antes de Cristo.
Graham Bell, el escocés que inventó el teléfono y quien al morir a esta edad en
1922 pronunció estas palabras. «Tan poco hecho y tanto todavía por hacer».
Leonidas Breznev, el jefe ruso de 1964 a 1982, que murió de infarto. Jacopo
Tintoretto, el pintor manierista veneciano, que murió en 1594. Chico Marx y
Harpo Marx, que murieron a esta edad. Chico en 1961 y Harpo en 1964. Formaban
parte del famoso grupo de los Marx Brothers y en los años treinta del siglo
pasado interpretaron una serie famosa de cine clásico. Y tantos otros…
Yo me quedo por ahora con el comentario
famoso de Winston Churchill al cumplir los 75 años. Dijo:
–Estoy listo para encontrarme con mi
Creador. Que luego mi Creador esté dispuesto a afrontar el riesgo de
encontrarme, esa es otra cuestión.
En este día, al cumplir los 75 años, los
obispos están obligados a escribir una carta al Papa poniendo su cargo a su
disposición. A la mayoría se les suele respetar un tiempo prudencial antes de
pasar a obispo emérito. Aunque también conozco casos en que Roma se ha dado
especial prisa en satisfacer la petición del jubilado.
No es mi caso. No soy obispo. Y como
cura llevo 25 años sin cargo pastoral alguno. Desde aquel octubre de 1991 en la
puerta del despacho del arzobispo de turno, que me dijo:
–No nos vamos a molestar más en la vida.
Tú por tu camino y yo por el mío.
Desde aquel instante, tras tan elegante exhortación
pastoral, me fui a mi casa y en ella sigo. Con una producción literaria desde
entonces más que notable.
Una obra literaria con más de setenta
títulos, que, sorprendentemente, ha sido vetada en la Librería Diocesana de
Sevilla, sita en el Palacio Arzobispal. Una estúpida orden que niega su venta
global y censura en sus libros al propio autor.
Hay quien me ha sugerido que escribiera
mis memorias. Pero podría decir como hace poco ha confesado el rey emérito Juan
Carlos I:
–¡Para qué! ¿Para decir mentiras?
Yo diría más bien:
–¡Para
qué! ¿Para callar verdades?
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