Tras la canonización en 1925 de Teresa de
Lisieux, el cardenal Antonio Vico, prefecto de la Congregación de Ritos, y por
tanto responsable de las causas de beatificación, expresó:
–Bueno, ahora pediremos a Roma que se ocupe
del papá.
¿Y de la mamá?
Celia, la madre, era menos conocida que
Luis, porque en su Historia de un alma
Teresa habla con profusión de su padre, con quien convivió toda su vida. Celia,
desgraciadamente, murió cuando Teresa tenía solo cuatro años. Pero pronto,
tanto uno como otro, irán llamando la atención de los devotos de la Santa,
tratando de saber el tronco común de donde ha salido esa rama maravillosa de
santidad. En 1941 comenzaron a publicarse en los Annales de Sainte Thérèse de Lisieux las cartas de Celia y en 1945
apareció Historia de una familia del
P. Piat, que tuvo una difusión extraordinaria.
Pronto surgen peticiones de todo el mundo
de apertura de las causas de beatificación de los dos esposos. A ello
contribuyó también la publicación por el Carmelo de Lisieux de dos libritos
escritos por Celina, sor Genoveva de la Santa Faz, sobre sus padres: Le pére de sainte Thérèse de l’Enfant-Jésus
(1953) y La mère de sainte Thérèse de
l’Enfant-Jésus (1954).
Dos años más tarde, el 2 de febrero de
1956, la priora del Carmelo de Lisieux pidió al obispo de Bayeux, al que
pertenecía Lisieux, que se abriese las causas de beatificación de los dos
esposos. Y monseñor Jacquemin, días después, con ocasión del sesenta
aniversario de la profesión religiosa de Celina, la única hija que aún vivía,
anunció la apertura del proceso informativo de Luis Martin. Paralelamente, se
inició también la causa de Celia en la diócesis de Sées, ya que ella murió en
Alençon.
Las causas se iniciaron por separado. En
1971 fueron reunidas ambas causas. Y tras un largo proceso, por fin, el 26 de
marzo de 1994, Juan Pablo II firmó los decretos de heroicidad de sus virtudes,
y los proclamó a ambos venerables.
Ya solo faltaba el reconocimiento de un
milagro para ser proclamados beatos y otro milagro para ser coronados como
santos.
Y los milagros reconocidos por la Iglesia
llegaron. El primero, por la súbita e inexplicable curación de un niño en Monza
por la intercesión de Luis y Celia. Pietro Schirilò es el último de una
familia de cinco hermanos. Nacido en Milán el 25 de mayo de 2002, desde el
primer día de su nacimiento presentaba una grave malformación pulmonar y tuvo
que permanecer en el hospital y seguir una terapia intensiva para poder
respirar.
Cuenta su padre:
–Nos dimos cuenta enseguida que la
enfermedad era muy grave y que no había ninguna posibilidad de curación.
Sus
padres, Walter y Adela, decidieron
bautizar al niño en el acto. Un carmelita italiano, el P. Antonio Sangalli, le
administró el sacramento del bautismo y ofreció a sus padres una estampita de
los esposos Martin.
Los Schirilò no sabían casi nada de la vida
de Celia y Luis Martin. Tan solo que eran los padres de Teresa de Lisieux y
supieron que habían perdido cuatro niños de corta edad.
–Descubrimos así una misteriosa proximidad
con los esposos Martin –cuenta Walter.
Y añade su esposa Adela:
–Fue así como pedimos al Señor lo que
sentíamos de corazón: la curación de Pietro. El Señor había puesto en nuestras
manos a los esposos Martin.
Y
comenzaron una novena pidiendo a Luis y Celia Martin su intercesión ante Dios
para la curación de su hijo Pietro. El 26 de junio, recién cumplido un mes de
edad, Pietro tuvo una grave crisis de insuficiencia respiratoria.
–Es cuestión de horas o de días, nos
dijeron los médicos –cuenta Adela.
Prosiguieron con fe su novena y el 29 de
junio, festividad de los santos Pedro y Pablo, Pietro comenzó a mostrar signos
de mejoría. En el espacio de dos semanas, el niño podía respirar por sí mismo,
sin oxígeno, y los médicos consideraron la curación como «un hecho
sorprendente».
Los padres hablaron de ello al P. Antonio
Sangalli, y este religioso se convirtió en el vice-postulador de la causa de
beatificación de Celia y Luis. Hoy, Pietro es un joven normal. El
reconocimiento de este milagro por el papa Benedicto XVI el 3 de julio 2008
abrió el camino al proceso de beatificación de Luis y Celia Martin, que tuvo
lugar tres meses más tarde, 19 de octubre, domingo del Domund, en la
Basílica de Lisieux, en una
celebración eucarística presidida por el legado pontificio, cardenal portugués
José Saraiva Martins, prefecto emérito de la Congregación para las Causas de
los Santos, y con una concurrencia de fieles de unas quince mil personas. Entre
ellos el niño italiano del milagro, Pietro Schirilò, y sus padres.
El cardenal resaltó el «testimonio ejemplar
de amor conyugal» de los nuevos beatos y afirmó que el ejemplo de ellos puede
«estimular a los hogares cristianos en la práctica integral de las virtudes
cristianas, como estimuló el deseo de santidad en Teresa».
Para la canonización, la Iglesia exige un
nuevo milagro. Y este sucedió en la ciudad de Valencia en la niña Carmen, que
nació cuatro días antes de la beatificación de Luis y Celia Martin, el 15 de
octubre de 2008, festividad de santa Teresa de Jesús.
La niña nació a los seis meses de gestación
y con graves complicaciones. La matrona le dijo a los padres:
–Hay que esperar lo peor.
La criatura presentaba un cuadro clínico
alarmante: hemorragia ventricular de grado 4 (sangrado severo en el cerebro).
–Ello se complicó con los pulmones, el
corazón… –recuerdan los padres.
Carmen no respondía a los tratamientos
médicos, por lo que temían su muerte. Sin embargo, como la pequeña nació en la
fiesta de santa Teresa de Jesús, el padre decidió pedirle a la Santa de Ávila
que intercediera por ella.
Acudieron a un convento de carmelitas
descalzas donde depositar sus oraciones. Las monjas les animaron a solicitar
tal favor en los nuevos beatos Luis y Celia Martin, que habían curado a un niño
también en trance de muerte tras su nacimiento. Las mismas monjas les
acompañaron en sus rezos.
Y Carmen sanó de manera milagrosa. Los
médicos certificaron que se trataba de «algo extraordinario».
Aprobado definitivamente el milagro el 18
de marzo de 2015 por el papa Francisco, la canonización de Luis y Celia Martin tuvo
lugar el domingo 18 de octubre, festividad del Domund, en el marco del Sínodo
de la Familia y como reconocimiento de esa hija santa de estos nuevos santos,
llamada Teresa de Lisieux, a quien la Iglesia le ha dado el título de patrona
de las Misiones.
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