1. Autor
Carlos Ros Carballar, escritor, ha dedicado a lo largo de toda su
bibliografía una especial atención a personajes y temas sevillanos. Biografías
de Doña María Coronel, Sor Ángela de la Cruz, Dolores Márquez de la Casa de
Arrepentidas o Madre Isabel del Beaterio de la Trinidad. También un importante
estudio sobre Los Arzobispos de Sevilla o los curiosos Sermones
del Loco Amaro. La Sevilla del XVII pintada con todo detalle en un tema que
enloqueció a la ciudad en La Inmaculada y Sevilla. El libro
exhaustivo, en colaboración, del que fue director, Historia de la
Iglesia de Sevilla. O esa curiosa serie que comenzó por Los
fantasmas de la Catedral de Sevilla y Los fantasmas del
Alcázar de Sevilla, para concluir, abierto a la geografía hispana,
con Los fantasmas de las Catedrales de España. Entre sus últimas
publicaciones se halla una interesante biografía sobre el duque de Montpensier,
intrigante príncipe francés cuñado de Isabel II, inductor del asesinato del general
Prim. Y también estudios de Miguel Mañara, asociada su figura malévolamente por
literatos franceses al mito de Don Juan; Doña María de Padilla, amante de Don
Pedro el Cruel; y el Venerable Fernando de Contreras, redentor de cautivos.
Nacido el 24 de julio de 1941 en Santa
Olalla del Cala (Huelva), Carlos Ros realizó sus estudios de bachillerato en el
Colegio San Fernando de los Hnos. Maristas de Sevilla. En la Universidad
Pontificia de Comillas cursó los estudios de Humanidades y obtuvo la Licencia en
Filosofía y el Bachillerato en Teología. Posteriormente en Roma obtuvo la
Licencia en Teología.
Ordenado sacerdote en 1966, ha
desempeñado durante 19 años (1968-1987) el cargo de consiliario general del
Movimiento Scout Católico (MSC). Periodísticamente, ha pertenecido a la
plantilla de «El Correo de Andalucía» (1969-1972), redactor jefe de la revista
«Tierras del Sur» (1976-79), coordinador general de la «Gran Enciclopedia de
Andalucía» (1979-82) y director de la agencia informativa de los Obispos del Sur
de España (Odisur), de la Oficina Diocesana de Información del Arzobispado de
Sevilla, del Boletín Oficial del Arzobispado y de la hoja dominical «Iglesia de
Sevilla» (1984-1991). Aparte de colaboraciones en periódicos locales y
nacionales. En los últimos años ha dedicado una atención especial al mundo
teresiano, con siete biografías sobre Teresa de Jesús y cuatro
personajes de su entorno: Juan de la Cruz, Jerónimo Gracián, María
de San José y Ana de Jesús, herederos de su carisma
fundacional. Y otras dos figuras en época más reciente: Teresa de
Lisieux y Edith Stein. Recientemente ha publicado Pío
XII versus Hitler y Mussolini y Sermones para leer en el
bus, una serie de «sermones» que suele enviar a sus feligreses de «Mi
Parroquia de papel». También la biografía de dos arzobispos de Sevilla: José
María Bueno Monreal. Semblanza de un cardenal bueno y Pedro
Segura y Sáenz. Semblanza de un cardenal selvático. Y últimamente, la del canónigo lectoral de Sevilla, Juan Francisco Muñoz y Pabón.
·
«Dolores Márquez, sevillana del
XIX» (Sevilla 1978)
·
«Doña María Coronel, historia y
leyenda» (Sevilla 1980)
·
«Madre Isabel, fundadora del Beaterio de
la Trinidad» (Sevilla 1982)
·
«Pequeñeces de Sor Ángela de la Cruz»
(Sevilla 1982)
·
«Consolación de Utrera» (Sevilla 1982)
·
«Parroquia de San Pedro» (Sevilla 1982)
·
«Sermones del Loco Amaro» (Sevilla
1984; 2º ed. 1991)
·
«Los Arzobispos de Sevilla. Luces y
sombras en la sede hispalense» (Sevilla 1986)
·
«Cancionero Scout» (Madrid 1986)
·
«San Pedro y San Juan de la Palma. Dos
barrios y una parroquia» (Sevilla 1987)
·
«Los Fantasmas de la Catedral de
Sevilla» (Sevilla 1989; 2ª ed. 1995; 3ª ed. 1995) (Sevilla 2003, nueva
edición ampliada)
·
«Doña María Coronel, el amor imposible de
Pedro el Cruel» (Sevilla 1989; 2ª ed. 2000)
·
«Fernando III el Santo» (Sevilla
1990; 2ª ed. 2003)
·
«Desde el balcón de la
Giralda» (Sevilla 1991)
·
«Historia de la Iglesia de Sevilla»,
(Sevilla 1992), dirección de esta obra escrita en colaboración.
·
«Santuarios marianos de Sevilla», dentro
de la obra «Santuarios marianos de Andalucía Occidental», Ediciones Encuentro
(Madrid 1992)
·
«Santos del pueblo. Crónica de un
martirologio popular» (Sevilla 1992)
·
«Vida de san Isidro
Labrador» (Madrid 1993; 2ª ed. 1995; 3ª ed. 2001)
·
«La Inmaculada y Sevilla» (Sevilla
1994)
·
El Carmelo de Santa Ana. IV Centenario en
Sevilla (1594-1994) (Monasterio de Santa Ana, sevilla 1994)
·
«Santa Olalla. Apuntes para su historia»
(Zafra 1994)
·
«Synonymorum de San Isidoro
de Sevilla» (Segovia 1995)
·
«Vida de sor Ángela de la
Cruz» (Madrid 1996; 2ª ed. 1999; 3ª ed. 2003; 3ª ed. 2003; 4ª ed. 2006; 5ª
ed. 2009; 6ª ed. 2013; 7ª ed. 2015)
·
«Vida de fray Leopoldo de
Alpandeire» (Madrid 1996; 2ª ed. 1998; 3ª ed. 2005; 4ª ed. 2010; 5ª ed.
2010)
·
«Sevilla día a día» (Sevilla 1996)
·
«In Memoriam. Sacerdotes martirizados en
la Archidiócesis de Sevilla en la Guerra Civil del 36» (Sevilla 1996)
·
«Doña María Coronel, Leyenda viva de
Sevilla» (Sevilla 1998)
·
«Los Fantasmas del Alcázar de
Sevilla» (Sevilla 1999)
·
«Los Fantasmas de las Catedrales de
España» (Sevilla 1999)
·
«El duque de Montpensier. La ambición de
reinar» (Sevilla 2000; 2ª ed. 2002)
·
«San Isidro labrador, jornalero del
campo» (Ed. en catalán: «Sant Isidre llaurador, jornaler del camp»), Centre de
Pastoral Litùrgica (Barcelona 2001)
·
«San Pancracio, salud y trabajo» (Ed. en
catalán: «Sant Pancraç, salut i feina»), Centre de Pastoral Litùrgica
(Barcelona 2002)
·
«Santa Rita de Casia, la santa de lo
imposible» (Ed. en catalán: «Santa Rita de Càssia, la santa dels impossibles»),
Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2002)
·
«Miguel Mañara, Caballero de los
pobres» (Madrid 2002)
·
«Santa Gema Galgani, sufrir con Jesús»
(Ed. en catalán: «Santa Gemma Galgani, patir amb Jesús»), Centre de
Pastoral Litùrgica (Barcelona 2003)
·
«Los santos amigos de Sor Ángela de la
Cruz» (Sevilla 2003; nueva edición en Ed. Rosalibros, Sevilla 2007)
·
«Doña María de Padilla, el ángel bueno de
Pedro el Cruel» (Sevilla 2003)
·
«Catalina de Siena, santa de Europa» (Ed.
en catalán: «Caterina de Siena, santa d'Europa»), Centre de Pastoral Litùrgica
(Barcelona 2003)
·
«San Juan de Dios, el "loco" de
Granada» (Ed. en catalán: «Sant Joan de Déu, el "boig" de Granada»),
Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2004)
·
«Venerable Fernando de Contreras, apóstol
de Sevilla, redentor de cautivos» (Editorial Rosalibros) (Sevilla
2004)
·
«La faena de su vida. Conversaciones con
el Padre Leonardo Castillo» (Editorial Rosalibros) (Sevilla 2004; 2ª ed.
aumentada, Sevilla 2005)
·
«Teresa de Calcuta, madre de los pobres»
(Ed. en catalán: «Teresa de Calcuta, mare dels pobres»), Centre de Pastoral
Litùrgica (Barcelona 2004)
·
«Sor Bárbara de la Giralda. La hija del
campanero» (Editorial Rosalibros) (Sevilla 2004); 2ª ed. aumentada (Editorial Letras de Autor, Madrid 2019).
·
«Leyendas de Sevilla» (Editorial
Rosalibros) (Sevilla 2005)
·
«San Isidoro de Sevilla, el obispo sabio»
(Ed. en catalán: «Sant Isidor, el bisbe savi»), Centre de Pastoral Litùrgica
(Barcelona 2006).
·
«San Ildefonso de Toledo, el capellán de
la Virgen» (Ed. en catalán: «Ildefons de Toledo, el capellà de Maria»), Centre
de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2006).
·
«El hombre de Teresa de Jesús. Jerónimo
Gracián» (Editorial Rosalibros) (Sevilla 2006).
·
«Santa Ángela de la Cruz, la zapatera de
Dios». (Ed. en catalán: «Santa Àngela de la Creu, la sabatera de Déu»), Centre
de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2007).
·
«Guía mágica de la Catedral de Sevilla
para turistas curiosos» (Editorial Rosalibros) (Sevilla 2007).
·
«Cosme y Damián, "médicos de
Cristo"» (Ed. en catalán: «Cosme i Damià, "metges de Crist"»),
Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2008).
·
«La hija predilecta de Teresa de Jesús.
María de San José» (Editorial Cultivalibros) (Madrid 2008).
·
«Pedro Claver, el esclavo de los esclavos
negros». (Ed. en catalán: «Pere Claver, l'esclau dels esclaus negres»). Centre
de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2008).
·
«Santa Bárbara, mártir y protectora».
(Ed. en catalán: «Santa Bàrbara, màrtir i protectora»). Centre de Pastoral
Litùrgica (Barcelona 2009).
·
«Diego de Alcalá, el lego milagrero» (Ed.
en catalán: «Dídac d'Alcalà, el llec miracler»). Centre de Pastoral Litùrgica
(Barcelona 2009).
·
«Ana de Jesús. Compañera de Teresa de
Jesús. Musa de Juan de la Cruz. Fundadora de los Carmelos de Francia y
Flandes» (Editorial Cultivalibros) (Madrid 2009).
·
«Monasterio de la Encarnación de
Valencia» (Editorial Cultivalibros) (Madrid 2009).
·
«Alfonso María de Ligorio, abogado de los
pobres» (Ed. en catalán: «Alfons Maria de Liguori, advocat dels pobres»).
Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2010).
·
«Teresa de Jesús, esa
mujer» (Editorial San Pablo) (Madrid 2011). (Edición en italiano: «Teresa
d'Avila. Coraggio al femminile». Paoline Editoriale Libri, Milano 2012).
·
«San Eloy, patrono de los plateros». (Ed.
en catalán: «Sant Eloi, patró dels argenters»). Centre de Pastoral Litùrgica
(Barcelona 2011).
·
«Juan de la Cruz, celestial y divino».
(Editorial San Pablo) (Madrid 2011).
·
«Pablo Miki y compañeros, mártires del
Japón» (Ed. en catalán: «Pau Miki i companys, màrtirs del Japó«. Centre de
Pastoral Litùrgica (Barcelona 2012).
·
«Teresa de Lisieux, huracán de gloria».
(Editorial San Pablo) (Madrid 2012).
·
«José María Bueno Monreal. Semblanza de
un cardenal bueno». (Editorial San Pablo) (Madrid 2012).
·
«Edith Stein, mártir en Auschwitz».
(Editorial Monte Carmelo). (Burgos 2013).
·
«Francisco de Borja, el duque jesuita».
(Ed. en catalán: «Francesc de Borja, el duc jesuita«). Centre de Pastoral
Litùrgica (Barcelona 2013).
·
«Salve Madre. La Inmaculada y España».
(Editorial San Pablo). (Madrid 2013).
·
«Jerónimo Gracián, el amigo de Teresa de
Jesús». (Editorial Monte Carmelo). (Burgos 2014). (En inglés: «Jerome Gratian.
St Teresa of Avila's Friend». St Pauls Publishing, London 2016).
·
«San Alonso Rodríguez, el humilde
portero». (Ed. en catalán: «Sant Alfons Rodríguez, l'humil porter»). Centre de
Pastoral Litùrgica (Barcelona 2014).
·
«Pío XII versus Hitler y Mussolini».
(Editorial Monte Carmelo). (Burgos 2014).
·
«Sermones para leer en el bus. Prédicas
de Juan Párroco en su Parroquia de papel». (Editorial Letras de Autor). (Madrid
2015).
·
«Teresa de Jesús. Vida, mensaje y
actualidad de la Santa de Ávila». (Editorial San Pablo) (Madrid 2015). En
italiano: «Teresa de Gesù. Vita, messaggio e attualità della Santa di Avila»
(Edizioni San Paolo, 2016). En portugués: «Teresa de Jesus. Atualidade da santa
de Ávila» (Paulus Editora, 2016).
·
«La tierra no es nuestra patria. Vida de
Luis y Celia Martin, padres de Teresa de Lisieux». (Editorial Monte Carmelo).
(Burgos 2015).
·
«Santa Josefina Bakhita, la esclava
negra». (Ed. en catalán: «Santa Josefina Bakhita, l'esclava negra»). Centre de
Pastoral Litùrgica (Barcelona 2015).
·
«Madre María de la Purísima, una sonrisa
de cielo». (Editorial San Pablo). (Madrid 2015).
·
«Santa Beatriz de Silva, adalid de la
Inmaculada». (Ed. en catalán: «Santa Beatriu de Silva, la vivència de la
Immaculada»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2016).
·
«Pedro Segura y Sáenz. Semblanza de un
Cardenal selvático». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2016). Primera
edición: Marzo 2016. Segunda edición: Abril 2016.
·
«Luis y Celia Martin, padres de Teresa de
Lisieux». (Ed. en catalán: «Lluís i Cèlia Martin, pares de Teresa de Lisieux»).
Centre de Pastoral Litúrgica (Barcelona 2016).
·
«San Luis Orione, apóstol de la
misericordia». (Ed. en catalán: «Sant Lluís Orione, apòstol de la misericòrdia»).
Centre de Pastoral Litúrgica (Barcelona 2016).
·
«Valentín de Berriochoa, obispo mártir en
Vietnam». (Ed. en catalán: «Valentí de Berriotxoa, bisbe màrtir a Vietnam»).
Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2017).
·
«Historia y leyenda de Doña María
Coronel. El amor imposible de Don Pedro el Cruel». (Editorial Letras de Autor)
(Madrid 2017).
·
«Juan Francisco Muñoz y Pabón, chispeante
canónigo novelista». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2017).
· «Santa Olga, la princesa de Rusia». (Ed. en catalán: «Santa Olga, la princesa de Rússia»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2017).
· «San Atilano, patrono de Zamora y Tarazona». (Ed. en catalán: «Sant Atilà, bisbe de Zamora»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2017).
· «Padre Leonardo Castillo. Costalero para un Cristo Vivo» (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2017).
· «Isabel Ana Seton, en los Estados Unidos». (Ed. en catalán: «Elisabet Anna Seton, als Estats Units»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2018).
· «Teresa de Lisieux. En el corazón de la Iglesia: ¡Mi vocación es el Amor!». (Ed. en catalán: «Teresa de Lisieux. En el cor de l'Església: La meva vocació és l'Amor!»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2018).
· «Aventuras del Padre Méndez, pícaro clérigo de la Sevilla del XVII». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2018).
· «Virgen de los Reyes y Fernando III el Santo». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2018).
· «The favourite daughter of Teresa de Jesus. Mary of Saint Joseph». (Editorial Letras de Autor). (Madrid 2018).
· «Santas Justa y Rufina, patronas del vidrio y la cerámica». (Ed. en catalán: «Santes Justa i Rufina, patrones del vidre i la terrissa»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2019).
· «Santa Casilda, la hija del rey moro». (Ed. en catalán: «Santa Casilda, la filla del rei moro»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2019).
· «Los Fantasmas del Palacio Arzobispal de Sevilla». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2019).
3. Glosas de los libros principales
· «Santa Olga, la princesa de Rusia». (Ed. en catalán: «Santa Olga, la princesa de Rússia»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2017).
· «San Atilano, patrono de Zamora y Tarazona». (Ed. en catalán: «Sant Atilà, bisbe de Zamora»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2017).
· «Padre Leonardo Castillo. Costalero para un Cristo Vivo» (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2017).
· «Isabel Ana Seton, en los Estados Unidos». (Ed. en catalán: «Elisabet Anna Seton, als Estats Units»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2018).
· «Teresa de Lisieux. En el corazón de la Iglesia: ¡Mi vocación es el Amor!». (Ed. en catalán: «Teresa de Lisieux. En el cor de l'Església: La meva vocació és l'Amor!»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2018).
· «Aventuras del Padre Méndez, pícaro clérigo de la Sevilla del XVII». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2018).
· «Virgen de los Reyes y Fernando III el Santo». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2018).
· «The favourite daughter of Teresa de Jesus. Mary of Saint Joseph». (Editorial Letras de Autor). (Madrid 2018).
· «Santas Justa y Rufina, patronas del vidrio y la cerámica». (Ed. en catalán: «Santes Justa i Rufina, patrones del vidre i la terrissa»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2019).
· «Santa Casilda, la hija del rey moro». (Ed. en catalán: «Santa Casilda, la filla del rei moro»). Centre de Pastoral Litùrgica (Barcelona 2019).
· «Los Fantasmas del Palacio Arzobispal de Sevilla». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2019).
3. Glosas de los libros principales
«Dolores
Márquez, sevillana del XIX» (Sevilla 1978). Fundadora de la Casa de
Arrepentidas en Sevilla y de la congregación de religiosas Filipenses Hijas de
María Dolorosa. (Editado por la Congregación Filipense). Madre Dolores ha sido
considerada por Luis Montoto como «la gran figura religiosa femenina del siglo
XIX, injustamente olvidada, mejor dicho desconocida, en su ciudad natal». Su
figura fue rescatada del olvido gracias a esta biografía. En 180 fue
introducido su proceso de beatificación. Nacida en Sevilla en 1817, vivió los
primeros cuarenta años de su vida entre esta ciudad y Constantina. Libre de
cargas familiares, regresa a su ciudad natal en 1859 con el propósito de
ingresar en el Carmelo. Se encuentra con el filipense P. García Tejero, quien
la anima a llevar adelante la obra que acababa de comenzar: la «Casa de
Arrepentidas». No le fue fácil aceptar este género de vida. Pero se comprometió
y supo llevar hacia adelante una de las obras caritativas más hermosas de la
Sevilla del XIX. Se constituyó en congregación religiosa y pronto las
filipenses estuvieron presentes en Córdoba, Jerez, Antequera, Málaga, Almería,
Cádiz... La madre Dolores, mujer de fino talento, dirigió esta bella empresa
hasta el año 1886, en que fue relegada al ostracismo. Y en esta situación
dolorosa vivió durante los 18 últimos años de su vida, muriendo, casi olvidada,
en el convento de Santa Isabel de Sevilla el 31 de julio de 1904, a los 87 años
de edad. (Editado por la Congregación de MM. Filipenses, c/ Hiniesta 2, 41003
Sevilla).
«Doña
María Coronel, historia y leyenda» (Sevilla 1980). La leyenda y la
historia de una época fascinante, la Sevilla de Pedro el Cruel, confluyen en
estas páginas llenas de apasionados hechos, efemérides indiscutible de donde
emerge la figura extraordinaria de doña María Coronel, la que según la leyenda
se desfiguró el rostro con aceite hirviendo para huir de la lascivia del rey
castellano.
Una leyenda que impregna a Sevilla, de
siglos atrás, del olor de flores de arriate y de verde perejil. Fue hace muchos
años. Érase una vez... El rey enamoradizo persigue a la dama. Ella, de
deslumbrante hermosura, guarda su viudez tras las rejas de un convento. Como
los muros no son obstáculo suficiente para el antojadizo rey, la dama realiza
un último y supremo gesto trágico: se arroja aceite hirviendo sobre la cara,
que le desfigura su hermoso rostro. El rey es don Pedro I de Castilla, para
unos el Cruel, para otros el Justiciero. La dama es doña María Coronel. Érase
una vez, allá por el siglo XIV, cuando ocurrió esta curiosa leyenda sevillana.
Pero no sólo la leyenda, también la
historia apoyada fundamentalmente en el Archivo del Monasterio de Santa Inés,
rico en diplomática medieval con todos los pergaminos pertenecientes a la
familia Coronel.
(Editado por el Monasterio de Santa Inés
de Sevilla, c/ Doña María Coronel 5, 41003 Sevilla).
«Doña
María Coronel, el amor imposible de Pedro el Cruel» (Editorial
Castillejo, Sevilla 1989, 1ª ed.; 2000, 2ª ed.). Es una edición reducida del
libro anterior, «Doña María Coronel. Historia y leyenda», sin el
aparato crítico.
«Madre
Isabel, fundadora del Beaterio de la Trinidad» (Sevilla 1982). Madre
Isabel fundó en Sevilla en el siglo XVIII el Beaterio de la Santísima Trinidad
o, simplemente, Beaterio de la Trinidad, una de esas instituciones típicamente
sevillanas. Su historia no es muy conocida. Fue la obra de una mujer que nació
en el barrio de la Macarena para atender a niñas huérfanas desasistidas que
abundaban en la ciudad. (Editado por el Beaterio de la Trinidad, c/ Santa Lucía
2, 41003 Sevilla).
«Sermones del
Loco Amaro» (Sevilla 1984; Editorial Castillejo 2º ed. 1991). El Loco
Amaro vivió en la Sevilla de Murillo y Valdés Leal, o Miguel Mañara. Ya con
amagos de decadencia, aún aletea en su vientre de ciudad populosa la hermosa
Sevilla, la pícara Sevilla, abierta a las Indias, que cobija en sus patios a
los más notables mercaderes, clérigos, misioneros, poetas... y buena chusma de
pícaros y ganapanes.
Entre tanto desvarío, con el corazón en
la lengua, el Loco Amaro no pocas veces dice verdades como puños.
Amaro, el Loco Amaro, es un trozo
entrañable de la piel de Sevilla en la segunda mitad del siglo XVII. Uno más de
sus legendarios personajes.
¿Cuántos Amaro ha habido en Sevilla, y
hay? Esos personajes encantadores, llenos de locura bienhechora, que nos hacen
vivir y ver nuestra ciudad bajo la mirada del más hilarante humor.
Pues aquí están los Sermones del primero
de esta «Sociedad de Locos», gentileshombres de la gracia, que ha dado la
ciudad de Sevilla. Si alguien, sumamente serio, no comprende que alguna que
otra irreverencia que Amaro llega a pronunciar ha salido de la boca de un
demente, que no lea este libro.
«Los
Arzobispos de Sevilla. Luces y sombras en la sede hispalense» (Sevilla
1986). Un episcopologio de los arzobispos de Sevilla desde sus orígenes en el
siglo III hasta la actualidad. Dónde han nacido, de qué familia, estudios,
estilo pastoral, carácter, filias y fobias, virtudes y debilidades... En
definitiva, la vida de unos hombres que han tenido la suerte —o la
gracia, que diría José María Izquierdo— de sentarse en la sede hispalense,
siempre apetecida y honrada, antaño y ahora. Un libro enriquecido por la
variedad de sus personajes y situaciones pintorescas donde cada arzobispo
adquiera su verdadera dimensión, y junto a datos y fechas siempre necesarios,
aparece la chispa de la anécdota o un rasgo de su carácter que da dimensión
humana y viva a unos personajes archivados por la historia. (Editado por el
autor).
«Los Fantasmas de la Catedral de Sevilla» (Editorial
Castillejo, Sevilla 1989; 2ª ed. 1995; 3ª ed. 1995) (Editorial Rosalibros,
Sevilla 2003, nueva edición ampliada). Es un libro insólito y necesario. Un
recorrido nunca realizado hasta ahora por los monumentos funerarios de la
Catedral sevillana, identificando y contando la aventura humana de los
personajes más importantes sepultados en las capillas y criptas catedralicia.
Con el interés y agilidad de una novela histórica, utilizando la primera
persona en cada relato, se nos ofrece una sugestiva biografía de los túmulos,
estatuas y lápidas que suponen la memoria de unos personajes, hoy ya
«fantasmas» de una época quizás olvidada.
«Los
Fantasmas del Alcázar de Sevilla» (Editorial Castillejo, Sevilla
1999). La historia de los han morado en esta vieja casona desde los tiempos
moros hasta la actualidad contada por el juglar del rey Fernando III el Santo,
cuyos huesos yacen bajo un centenario roble de los jardines del Alcázar. Cuenta
él: «Soy el juglar del rey Fernando el Santo, mi señor. Mis huesos yacen bajo
un centenario roble de los jardines del Alcázar, mi alma aguarda la
resurrección de la carne y mi aura merodea de anochecida por los muros y patios
de esta vieja mansión. A la llegada del tercer milenio, quiero romper el
silencio y relatar curiosas historias vistas y oídas. Lo que narre será fruto
de la convivencia secular con el aura de tantos personajes como han vivido bajo
los muros de este Alcázar. la historia verídica de los que han morado en esta
casona, antes y después de mi estancia en la tierra. Aún pululan sus siluetas
aleves a la luz de la luna, cuando el día fenece y la noche tenue se adueña de
los aposentos de esta fortaleza. Son fantasmas. Yo soy también un fantasma. Somos
los fantasmas del Alcázar de Sevilla.»
«Los
Fantasmas de las Catedrales de España» (Editorial Castillejo, Sevilla
1999). El Fantasma —en vida de los mortales, Diego Alfonso de Sevilla, muy
ilustre canónigo de su Santa Iglesia Catedral—, se ha hecho peregrino en este
final de milenio y ha visitado las principales catedrales de España —26 en
total— a la busca de los fantasmas allí enterrados. Ha resultado ser una grata
experiencia convivir por unas horas con el aura de tantos ilustres personajes
—reyes, princesas, obispos, señores, cortesanos...—, almas en pena cobijadas
bajo los milenarios muros de las catedrales. El Fantasma, que ha caminado solo,
tiene la satisfacción de haber encontrado tertulia animada por donde quiera que
ha ido. Todos los personajes del ayer, fantasmas hoy en el silencio de las
catedrales góticas.
«Fernando
III el Santo» (Sevilla 1990; 2ª ed. 2003). Cuentan las crónicas que,
al momento de morir el rey don Fernando, se oyeron en medio de la noche de
Sevilla cantos y músicas de seres del otro mundo, que acompañaban en divina
procesión el alma del santo triunfador, «mandando Dios a sus ángeles que fuesen
los primeros cronistas de sus heroicas virtudes». Después fue el pueblo de
Sevilla el que cantó en siglos venideros las excelencias y virtudes del santo
rey. Por último, llegaron los eruditos y los estudios y libros biográficos se
multiplicaron. Al final de esa larga lista, aparece esta nueva crónica de
Fernando III el Santo. El autor ha pretendido buscar un lenguaje sencillo para
describir la figura de un rey que plantó las raíces de la Sevilla de hoy y
ambientar un tiempo, el siglo XIII, de grandes batallas guerreras pero también
de lealtades y de fe noble y sencilla. San Fernando fue así: hombre de fe,
espíritu de justicia y benevolencia y honestidad de costumbres. Se lo inculcó
su madre, doña Berenguela «la grande». Un rey santo, elevado a los altares por
la voz del pueblo antes de pronunciarse la Iglesia. Fernando el Santo yace
enterrado en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla. (Editado por la
Asociación Virgen de los Reyes y San Fernando, de Sevilla).
«Desde el
balcón de la Giralda» (Editorial Castillejo, Sevilla 1991). ¿Cuánto
sabes, Giralda?, se pregunta el autor. En este libro recoge algunas leyendas y
tradiciones, odiseas y antiguallas, anécdotas y santoral de la ciudad de
Sevilla, que ha sabido y ha aprendido por su cercanía a la torre, asomado como
si dijéramos al balcón de la Giralda.
«Historia
de la Iglesia de Sevilla» (Editorial Castillejo, Sevilla 1992). Un
libro fundamental para conocer la historia de la Iglesia hispalense. Esta obra
trata de llenar un vacío existente en la dilatada trayectoria de la Iglesia de
Sevilla: contar su historia. Curiosamente, la Iglesia de Sevilla se hallaba
descrita fundamentalmente en sus monumentos artísticos y también en numerosos
textos monográficos desparramados por las bibliotecas, pero no contaba hasta el
momento con un estudio que recogiera en una unidad el pasado histórico de la
Iglesia de Sevilla, una tierra de santos, de hondas devociones populares, de
amor a María, de monasterios y conventos... Obra de colaboración, dirigida por
Carlos Ros, han participado en ella los profesores Leandro Álvarez Rey, Manuel
Martín Riego, Manuel Moreno Alonso, José-Leonardo Ruiz Sánchez y José Sánchez
Herrero.
«Santos
del pueblo. Crónica de un martirologio popular» (Editorial Castillejo,
Sevilla 1992). Crónica de los santos más populares, los santos del pueblo, los
que la gente ha señalado como más milagreros, a los que acude con especial
devoción. El culto a los santos forma un capítulo especial de la piedad
popular. El autor ha podido comprobarlo in situ, porque la elaboración de este
libro ha ido acompañada de visitas a los lugares de culto popular en la Sevilla
donde reside. Ha observado a la gente, cómo reza, enciende una vela, qué le
pide al santo. Que no van al santo porque deseen imitar sus virtudes; acuden
sencillamente a pedirle favores, que presumiblemente son salud, trabajo o
dinero. Son patronos espirituales que protegen a la población de las plagas y tormentas.
Santos milagreros.
Este libro pretende ofrecer la vida de
esos santos que la gente sigue fielmente, le reza, le hace promesas, le lleva
flores. Algunos están más cerca de la piedad popular que otros, y ello sin
razón aparente. Al pueblo le ha dado por ahí, por ejemplo, la devoción
desbordante a san Judas, o a san Pancracio, o a santa Rita. Pero la lista es
amplia —treinta y ocho santos— y hay gustos par todos los fervores, incluso
para los del autor, que ha colado la figura señera del santo Cura de Ars o esa
pasión de Sevilla que se llama sor Ángela de la Cruz.
«La
Inmaculada y Sevilla» (Editorial Castillejo, Sevilla 1994). Un libro
apasionante donde se cuenta la lucha sostenida en Sevilla en defensa del dogma
inmaculado, con el relato de todas sus grandezas, largas polémicas de escuelas
religiosas, fervor popular, voto de Hermandades y Cofradías, y alguna que otra
miseria. Es también la historia de la evolución del dogma a lo largo de la
historia en los reinos de España y en Roma.
«Leyendas
de Sevilla» (Editorial Castillejo, Sevilla 1997) (2ª ed. aumentada,
Editorial Rosalibros, Sevilla 2005). Surgen en estas páginas las leyendas que
explican el origen mitológico de la ciudad; las hermosas tradiciones moriscas,
cuyos ecos nos traen personajes tan fascinantes como el rey Almutamid y su
esposa Rumaykiyya; las de la conquista cristiana de Sevilla, con el rey
Fernando III el Santo a la cabeza; las del mítico don Pedro el Cruel; las
tradiciones medievales, del más puro sabor sevillano, leyendas de Doña María
Coronel, de Don Fadrique, del Horno de las Brujas; leyendas de los tiempos
modernos, como la de Maese Pérez el Organista, Torrigiano, la leyenda de la
Cruz del Negro..., o las leyendas propias del Barrio de Santa Cruz, la Catedral
o la Semana Santa sevillana. Son, en suma, algunos de los muchos relatos
asombrosos que han quedado indisolublemente unidos a la milenaria historia de
Sevilla. En la segunda edición, con unas catorce leyendas nuevas y un capítulo
especial dedicado a Miguel Mañara y don Juan Tenorio.
«El
Duque de Montpensier. La ambición de reinar» (Editorial Castillejo,
Sevilla 2000). El protagonista, el infante don Antonio de Orleáns, duque de
Montpensier, trasciende los linderos de la ciudad de Sevilla, donde plantó
su Corte Chica en el palacio de San Telmo, para convertirse en
un personaje inquietante en la historia del reinado de Isabel II. Sin caer en
una vulgarización simplista de la Historia, el autor mantiene su estilo ameno
que trata de llevar al lector al conocimiento de la compleja personalidad del
duque de Montpensier y del entorno histórico en que vivió.
Hijo del rey francés Luis Felipe y de
María Amalia de Nápoles, casó con la infanta María Luisa Fernanda, hermana de
Isabel II. En 1848, la pareja se estableció en Sevilla y se formó, en un
palacio de San Telmo remozado y convertido en una verdadera mansión de estilo
francés, lo que Isabel II denominó Corte Chica.
Hombre culto, simpático, de fácil
conversación, poseía una ambición sin límites por cubrir su testa con una
corona. Ello le llevó a verse mezclado en todas las intrigas que cercaban el
trono de España. Agraciado de una gran fortuna, la puso al servicio de la
revolución septembrina que provocó la caída de Isabel II, pero el general Prim
echó el freno que le impidió coronarse rey de España. Prim murió asesinado.
¿Fue Montpensier el inductor de este magnicidio? En un duelo, mató al infante
don Enrique, duque de Sevilla, que recibió funerales masónicos. ¿Fue masón el
duque de Montpensier? ¿Hombre religioso o volteriano? Sevilla le llamaba
el naranjero, porque vendía las naranjas del palacio de San Telmo,
y lo recuerda en su vejez descuidado en el vestir, caminando en chanclos y con
un paraguas bajo el brazo. Sus restos reposan en el monasterio de El Escorial,
este príncipe francés que ha incidido de manera importante en la Historia de
España de la segunda mitad del siglo XIX.
«Vida de san
Isidro Labrador» (Editorial San Pablo, Madrid 1993; 2ª ed. 1995; 3ª
ed. 2001). Patrono de la villa y corte de Madrid, proclamado por Juan XXIII
patrono de todos los labradores españoles, fue el primer laico llevado a los altares
tras un proceso canónico instruido por la Congregación de Ritos. Isidro
Labrador fue un laico, simplemente laico, casado y con un hijo.
Cuando la casi totalidad de los santos
que la Iglesia propone como modelos de vida cristiana están consagrados a un
estado de vida diferente al de la mayoría del pueblo de Dios, san Isidro, por
el contrario, ejerció toda su vida de casado y se santificó con el trabajo
cotidiano y la vida familiar. Permaneció siempre en el campo, en el tajo, junto
a la yunta de bueyes, como un sencillo labriego. De ahí la gloria y el
patronazgo que ostenta.
En el Centre de Pastoral Litúrgica de
Barcelona, y en su colección de «Santos y Santas», he publicado un folleto de
este santo, en castellano y en catalán, con el título de «San Isidro labrador,
jornalero del campo» y «Sant Isidre llaurador, jornaler del camp» (Barcelona
2001).
«Vida
de sor Ángela de la Cruz» (Editorial San Pablo, Madrid 1996; 2ª ed.
1999; 3ª ed. 2003; 4ª ed. 2006). Sor Ángela de la Cruz (1846-1932), sevillana,
fundadora de la Compañía de las Hermanas de la Cruz, es un ejemplo de humildad
y de amor a Dios y a los pobres. Su vida transcurrió en Sevilla, recorriendo
las calles dispuesta a atender las necesidades de los más pobres, con la
oración siempre presente y la humildad y la caridad como virtudes primordiales.
Beatificada por Juan Pablo II en 1982 en Sevilla donde se venera su cuerpo
incorrupto.
«Vida
de fray Leopoldo de Alpandeire» (Editorial San Pablo, Madrid 1996; 2ª
ed. 1998; 3ª ed. 2005). Hermano lego de la Orden de los Capuchinos, ejemplo de
servicio, obediencia y amor a Dios. De procedencia humilde, ingresó en la orden
como lego a los treinta y cinco años. A partir de entonces, su vida quedó
ligada al convento de los capuchinos de Granada, donde ejerció durante años la
labor de limosnero.
«Sevilla
día a día» (Sevilla 1996). Este libro recoge un recorrido por la
ciudad de Sevilla, espigando entre sus piedras, sus gentes, sus cantos, sus
leyendas, contando sus hazañas, sus glorias, sus flaquezas, sus tragedias, todo
ello, día a día, desde el 1 de enero al 31 de diciembre (los años varían a lo
largo de los muchos siglos que conforman la existencia de esta ciudad), de modo
que el suceso relatado esté relacionado con la fecha. En total, 366 pequeños
capítulos, uno por cada día del año, también el 29 de febrero con un suceso
acaecido en fecha tan singular. (Editado y distribuido por Manos Unidas de
Sevilla).
«Miguel Mañara, Caballero de los
pobres» (Editorial San Pablo, Madrid
2002). A Miguel Mañara se le representa iconográficamente como un
caballero calatravo con un pobre enfermo en brazos. Así lo labró Antonio
Susillo en la estatua que asoma en el jardín frontero de la Santa Caridad y en
la fachada norte del Palacio de San Telmo entre los personajes relevantes de
Sevilla. Era inusitado en la Sevilla del siglo XVII contemplar cómo un
caballero de alto abolengo podía cargar con un pobre desahuciado de la calle,
curarle y besarle sus llagas, darle lumbre y comida, amortajarlo si ha muerto y
enterrarlo cristianamente. Y arrastrar tras de sí en su ejemplo a otros
caballeros de la ciudad. Miguel Mañara, fundador del Hospicio y Hospital de la
Santa Caridad, fue un hombre santo, un místico barroco, «uno de los más
sublimes místicos españoles», lo ensalza Chaves en su meditación sobre Sevilla
en su bello libro La Ciudad. Miguel Mañara fue un caballero de los
pobres, un lujo de Sevilla. Exaltada su figura después de su muerte, Sevilla
quiso alzarlo a los altares y lo envolvió en la leyenda. Un siglo más tarde, en
el último tercio del XVIII, corrían por Sevilla más leyendas que historia
verdadera de Mañara: la mujer tapada, la joven que lo solicita desde un balcón
y aparece convertida en esqueleto, la callejuela del ataúd, la contemplación de
su propio entierro... Ya en el XIX, estas consejas llegaron a oídos de
Próspero Mérimée, entonces un joven escritor francés que visitó Sevilla. Y lo
que fue pecado venial del pueblo sevillano, se convirtió en pecado mortal en
Mérimée y escritores franceses que le imitaron al asociar a Miguel Mañara con
Don Juan Tenorio. Y de la leyenda pasó al mito. Todavía hoy día la literatura
francesa asocia su figura a uno de los tres grandes mitos surgidos en torno a
la ciudad: Fígaro, Carmen y Don Juan. Sevilla lo ha exaltado, el francés lo ha
mitificado y la Iglesia ha sentido recato de llevarlo a los altares. «Tal
vez por eso mismo la ciudad debiera hacer de él un símbolo y una definición
—cuenta Chaves—. Bien lo merece; algún día se hará algo definitivo sobre
aquella genial e iliteraria literatura de Mañara, algún día se concederá todo
su valor al Discurso de la Verdad, a las cartas y a las inscripciones
que dictó, y entonces le emparentarán con Jorge Manrique y con los místicos
gloriosos de aquel sobrehumano seiscientos español». Este libro pretende
poner un granito más al esfuerzo de quienes han intentado purificar el ambiente
en torno a la señera figura de Miguel Mañara. Contar con sencillez su vida y
situar a un Mañara real en la historia de su tiempo. Un místico seglar en la
Sevilla del XVII.
«Los
santos amigos de Sor Ángela de la Cruz» (Editorial Castillejo, Sevilla
2003. Nueva edición en Editorial Rosalibros, Sevilla 2007). Hay una curiosa
lista de santos de especial devoción para Sor Ángela de la Cruz. Son los amigos
de Sor Ángela, los que ella nombró como santos protectores de su Instituto, la
Compañía de las Hermanas de la Cruz. La devoción a los arcángeles Miguel y
Rafael es tal vez una personificación de su devoción especial a los santos
ángeles. Patriarca San José... Bueno, aquí hay un rosario de motivaciones para
que Sor Ángela le tenga una especialísima devoción al Patriarca. San Francisco
de Asís, pobreza en vida y en muerte. San Cayetano, protector del noviciado.
San Juan de Dios, el loco de Granada por amor de Dios y su ardiente amor a los
enfermos. San Félix de Cantalicio, lego franciscano que brilló por la caridad
con los necesitados y los desvalidos. San Nicolás de Bari, el santo popular y
legendario, protector de las clases de niñas. San Roque, el peregrino de
Montpellier, que recorre las ciudades de Italia cuidando a los enfermos de la
epidemia de peste. San Antonio de Padua, especial protector de las jóvenes del
Instituto, las hermanas de votos temporales. San Benito José de Labre, el
mendigo del Coliseo. Santa Ana, madre de la Virgen y patrona del hogar
doméstico. Santa Martina, la santa del día de su nacimiento. Santa Clara, la
pobreza absoluta y la sencillez de vida. Y Santa Isabel de Hungría, la princesa
magnánima llevada de su caridad para con los pobres. Estos son los especiales
amigos santos que Sor Ángela puso por protectores de su Instituto. Los amigos
de su devoción.
«Doña
María de Padilla, el ángel bueno de Pedro el Cruel» (Editorial Castillejo, Sevilla 2003). Doña María
de Padilla vivió con don Pedro el Cruel nueve años de amor, agitados por no
pocas turbulencias. Es curioso observar cómo el rey castellano ha gozado de
sobrados estudios biográficos mientras que doña María de Padilla ha pasado a la
historia sin ninguno. Esta biografía pretende llenar, con modestia, este vacío
histórico. Otear los azarosos lances del reinado de don Pedro el Cruel al
vislumbre de la figura de una mujer que, en la trastienda de la agitada
política de aquel reinado, puso amor y un poco de humanidad en su alocado rey.
¿Fue doña María de Padilla amante o reina? Fue amante, no reina de Castilla,
pero no fue una envilecida cortesana movida por ambición. En las reseñas
historiales aparece como la bella amante, compasiva y femenina compañera del
sañudo rey castellano. De ahí que en aquel convulso reinado plagado de muertes
violentas, aparezca, hasta donde sabemos, como un ángel bueno, como un tierno
corazón donde aquel desequilibrado monarca hallaba un rato de sosiego y amor.
Juntos están los restos de ambos en la cripta de la Capilla Real de la Catedral
de Sevilla a la espera de la eternidad.
«Venerable
Fernando de Contreras, apóstol de Sevilla, redentor de cautivos» (Editorial Rosalibros, Sevilla 2004). Fernando
de Contreras, cura sevillano nacido en la Macarena, de la época de los Reyes
Católicos y emperador Carlos V, pasó al África y realizó un puñado de
redenciones practicando la imperiosa obra de misericordia de «redimir al
cautivo». «Apóstol de Sevilla» le he llamado y espero que este
apelativo quede fundido a su nombre, como «apóstol de Andalucía» quedó unido a
la figura de su amigo san Juan de Ávila. Contreras fue hombre de Dios. Y
clérigo pobre... Clérigo presbítero se firmaba. Carlos V le nombró obispo de
Guadix y no valieron razones para que aceptase. Una noche oyeron golpes de
disciplina en su aposento. Le preguntaron qué ocurría, y respondió
ingenuamente:
—Estaba azotando a un diablo obispo que
quería tentarme.
Su figura está hoy tan difuminada como su
losa sepulcral a los pies del altar mayor de la Catedral de Sevilla, donde la
incuria del tiempo y las pisadas canonicales han gastado su leyenda. No así en
otro tiempo, cuyo recuerdo y veneración estaba presente en la gente. Un ejemplo
curioso lo ofrece el padre de Blanco White, don Guillermo, muy devoto del
venerable Contreras, quien acudía a diario a rezarle a su tumba, acompañado de
su hijo.
«La
faena de su vida. Conversaciones con el Padre Leonardo Castillo» (Editorial Rosalibros, Sevilla 2004; 2ª ed.
aumentada, Sevilla 2005). «A veces, me miro al espejo y me pregunto: ¿adónde
voy con esta cara? Me río y se ríe el espejo, y ya somos dos los que nos
reímos». Quien así habla es Leonardo Castillo, sacerdote sevillano, canónigo,
delegado de Cáritas diocesana, capellán de la cárcel, cura de los toreros, cura
de Cazalla de la Sierra durante muchos años y creador de su Escuela
Profesional, director también de la Escuela Profesional «Marcelo Spínola» en el
palacio arzobispal de verano de Umbrete, director de la Residencia
Universitaria de San Telmo, cura «apagafuegos» de Carrión de los Céspedes y de
la O de Sevilla, Sevillano del Año 1973, Gran Cruz de Beneficencia, hijo
predilecto de Algar, su pueblo, y adoptivo de Cazalla de la Sierra y de Carrión
de los Céspedes, rociero por el Mundo, costalero para un Cristo vivo, peregrino
anual con sus enfermos a Lourdes, y enfermo también él de cáncer de colon y un
infarto de caballo que le dio en 1997… Y, sin embargo, ahí está, con su sonrisa
y buen humor. Amigo de todos y enemigo de nadie, vive de milagro, con una fe en
Dios tan contagiosa que al tratarlo te hace sentirte más bueno. Gastado su
cuerpo como los duros antiguos de plata, no pierde por ello el humor a sus
setenta y pico de años. Y su actividad sigue siendo febril, en su despacho de
Cáritas o en los mil follones en los que se mete todos los días...
Esto se decía en la primer edición. La 2ª
edición, aparecida en mayo de 2005, incluye un nuevo capítulo –"Tu última
faena" se titula– y nuevo material gráfico para reseñar el tránsito a la
vida eterna del P. Leonardo Castillo, fallecido la tarde del Viernes Santo, 25
de marzo de 2005.
«Sor
Bárbara de la Giralda. La hija del campanero» (Editorial Rosalibros, Sevilla 2004). Sor Bárbara de Santo Domingo
(1842-1872), monja dominica del convento de Madre de Dios de Sevilla, nació en
lo alto de la Giralda, en la rampa 30, cercana al cuerpo de campanas. Su padre,
campanero segundo, tenía allí su vivienda. En esas alturas vivió Sor Bárbara durante
17 años hasta su ingreso en religión. Mística sevillana, muerta en olor de
santidad, Sevilla supo de su muerte, la muerte de una santa. Pero anda remolona
cuando se la quiere llevar a los altares.
«El
hombre de Teresa de Jesús. Jerónimo Gracián» (Editorial Rosalibros, Sevilla 2006). Un libro que desvela la figura
de aquél a quien santa Teresa de Jesús hizo voto de obediencia.
Fray Jerónimo Gracián fue el hombre de
Teresa de Jesús, “su hombre” entre los que se movieron en torno a la santa de
Ávila. En Gracián depositó su propia conciencia y la Reforma que emprendió. A
él prometió obediencia. En él encontró al hombre que buscaba. Decir esto puede
causar extrañeza o parecer novedoso, pero es así. Aparecerá claro a través de
estas páginas en las que el autor trata de desvelar esta figura, más que
olvidada, vejada y calumniada.
La vida de Gracián es un rosario de
aventuras excitantes que no acabarán con su expulsión de la Orden descalza,
sino que continuarán con su ida a Roma, su cautiverio en Túnez y su exilio en
Flandes, acogido por los calzados de Bruselas, donde murió.
Es bien conocido ese dicho de Teresa de
Jesús, tras una reprensión afectuosa de Gracián ante sus muestras de cariño:
–¿No sabe que cualquier alma, por
perfecta que sea, ha de tener un desaguadero?
Será también la historia de un fracaso.
De un Gracián que quiso implantar el teresianismo en los varones, siguiendo el
legado de la Santa reformadora, y fue cortado de raíz por la mano artera de un
psicópata italiano que se alzó con el poder en la Reforma carmelitana y lo
expulsó de la Orden.
Cuando santa Teresa conoció a Gracián,
hubo en ella, si vale la expresión, como una especie de flechazo. En su Relación
29 describe esta amistad con una atrevida imagen con Cristo de
“casamentero”: “Tomónos el Señor las manos derechas –dice ella– y juntólas y
díjome que éste quería tomase en su lugar mientras viviese y que entrambos nos conformásemos
en todo”. A Rubeo, general de la Orden carmelita, le escribe: “Gracián es como
un ángel”, un ángel que alegró su vejez.
Gracián será su apoyo, su báculo en ese
empeño por abrirse camino en la Reforma, a pesar de ser muy joven, cuando ella
le dobla en edad: Teresa, 60 años; Gracián, 30. A él dedicó santa Teresa todo
un capítulo, el 23, de su Libro de las Fundaciones.
“Una historia difícil de contar”, titula
el padre Moriones un capítulo de su libro El Carmelo Teresiano.
Pues en este libro es contada con todo detalle en sus más de quinientas páginas
con amplia bibliografía.
En la
Navidad de 1999, el Definitorio General de la Orden carmelitana descalza lanzó
un mea culpa por el trato que el padre Gracián recibió de la
Orden y fray Camilo Maccise, prepósito general, revocó la sentencia de
expulsión dada contra él en 1592 “como gesto oficial de rehabilitación y de
reparación por la injusticia de que fue víctima”.
Un
año después, el Definitorio General, reunido en Roma en la Navidad de
2000, instruyó la Causa de Beatificación del padre Gracián, que inicia así sus
pasos hacia los altares, cuatrocientos años después de su expulsión de la
Orden.
«Guía mágica de la Catedral de Sevilla para turistas
curiosos» (Editorial Rosalibros) (Sevilla
2007). En este libro el lector se sumerge en los vericuetos de este monumental
templo que surgió como un sueño de aquellos canónigos de principios del siglo
XV a sabiendas de que las generaciones futuras los tomarían por locos.
George
Borrow, simpático inglés vendedor de biblias, dejó escritas las impresiones de
sus correrías en un famoso libro titulado La Biblia en España. Él,
que había contemplado Notre Dame de París y le parecía
hermosa, al ver la Catedral de Sevilla confesó que la francesa se le antojaba
«casi mezquina y sin importancia y más parecida a una casa consistorial que a
un templo del Eterno».
Azorín,
por su parte, exclamó en cierta ocasión: «La Catedral de Sevilla es un mundo».
Y así es, así te ha de parecer, esta Magna hispalensis, nombre que
también recibe entre las catedrales de España. Todo un mundo majestuoso al que
el autor te invita a explorar con ojos admirativos de turista curioso.
Muñoz
y Pabón, el castizo canónigo poeta y novelista, lo dejó dicho con sonora
rotundidad: «Una andaluzada de Catedral», es decir, una exageración, una
demasía, un bombón, una utopía, un extremo, una figuración, el colmo.
«La hija predilecta de Teresa de Jesús. María de San José» (Editorial Cultivalibros) (Madrid 2008). No
pretendo que sea un libro maldito. Pero María de San José, elegida por Teresa
de Jesús como su sucesora en la Reforma del Carmelo, ha sido una mujer
calumniada en vida y silenciada después de muerta. Elegante escritora, poetisa
y mística, defensora de su condición femenina, luchadora en defensa de la
verdad, mujer orante y pura, resurge después de siglos del ostracismo en que la
escondieron frailes misóginos que no podían tolerar que también ellos, hombres,
habían sido fundados por una mujer. Como no pudieron con Teresa de Jesús, se
cebaron con los herederos de su Reforma. María de San José, priora de los
Carmelos de Sevilla y Lisboa, sufrió en sus carnes la cárcel conventual y
calumnias aberrantes, y vino a morir, tras un destierro inicuo, en un convento
perdido de la Mancha.
«Ana de Jesús. Compañera de Teresa de Jesús. Musa de
Juan de la Cruz. Fundadora de los Carmelos de Francia y Flandes» (Editorial Cultivalibros) (Madrid 2009). Con
este libro, el autor culmina la trilogía de personajes en torno a Teresa de
Jesús: Jerónimo Gracián, María de San José y Ana de Jesús, que se sintieron
herederos de su carisma fundacional y sufrieron por ello. Los dos primeros
libros se titulan: El hombre de Teresa de Jesús. Jerónimo Gracián y La
hija predilecta de Teresa de Jesús. María de San José.
Puesto
a enmarcar la figura de Ana de Jesús se me ocurre señalar que fue en el Carmelo
compañera, musa y fundadora de santa Teresa.
Cuando
ingresó en el Carmelo, Teresa le dijo «que no la recibía tanto por súbdita
cuanto por compañera y para que la ayudase en el negocio de las fundaciones».
Ana de Jesús lo fue en Beas, adonde llegó en compañía de Teresa de Jesús. Y en
Granada, con el beneplácito de la Santa que se hallaba en la fundación de
Burgos. Y en Madrid, ya muerta santa Teresa. Pero no cabe duda que su gloria
mayor es haber plantado el Carmelo en Francia y Flandes.
Musa
de Juan de la Cruz. Tal vez resulte presuntuoso este calificativo si por
ello se entiende que Ana de Jesús fue para san Juan de la Cruz como la amada
que inspira al trovador medieval. Pero es ella la que le persuade que glose los
versos sublimes del Cántico espiritual. Y Juan de la Cruz le dedicó
su libro de versos más inspirado.
Una
noche de Navidad llamaron las monjas a fray Juan de la Cruz, desfallecida su
priora que parecía morir. Ni los médicos sabían qué le pasaba. Fue el santo
místico quien dio el diagnóstico certero. Dijo a las monjas: «La Madre está
enferma de amor».
«Monasterio de la Encarnación de Valencia» (Editorial Cultivalibros) (Madrid 2009). En
Valencia, vieja ciudad señorial donde «el año entero parece sereno abril», que
diría Lope de Vega, se halla el Real Monasterio de la Encarnación del Señor,
que este es su nombre oficial, a la vera misma de las torres de Cuarte. Madre
Sagrario, la priora, es vieja conocida y me alegra saber que está dando los
últimos retoques a un convento que hubo que levantar de la nada, es decir, de
los escombros, tras la guerra del 36. Si sus paredes son relativamente nuevas,
hermosa iglesia y bonito claustro para una comunidad de catorce monjas
carmelitas, la historia de este convento se remonta a cinco siglos atrás. El 6
de octubre de 1502 se congregaron en el lugar del Monasterio —aunque no bajo
estas paredes— de aquella Valencia murada, siete mujeres, consideradas como
fundadoras, para vivir la vida del Carmelo. Hoy es una comunidad multinacional.
Hay españolas, filipinas, venezolanas… Cantan como los ángeles, en todas las
misas, a diario. Vayan a las 9 de mañana de un día cualquiera. La iglesia está
silenciosa, invita al recogimiento y a la oración. Y de pronto… al subir el
sacerdote al altar, salen unas voces angélicas del coro. Son ellas, carmelitas,
monjas que tienen como carisma específico la contemplación.
«Vida
de María Emilia Riquelme» (Editorial
San Pablo) (Madrid 2010). Este libro recoge la biografía de María Emilia
Riquelme (Granada 1847 -1940), fundadora de las Misioneras del Santísimo
Sacramento y María Inmaculada, religiosas centradas en la adoración del
Santísimo y la acción misionera. María Emilia, mujer trabajadora y viajera
incasable, sigue siendo un ejemplo de constancia y de confianza absoluta en
Dios. Su fundación está extendida por cuatro continentes: España y Portugal, en
Europa; Estados Unidos, México, Colombia, Perú, Bolivia y Brasil, en América;
Angola, en África; y Filipinas, de reciente fundación, en Asia.
«Teresa
de Jesús, esa mujer» (Editorial San Pablo) (Madrid
2011). Esa mujer… Teresa de Jesús escribe como habla. Que me
digan quién ha hablado con más ardor de lo divino. Pionera en tantas cosas, lo
ha sido también al ser declarada primera Doctora de la Iglesia, seguida de
Catalina de Siena y de Teresa de Lisieux. Cuando en 1926, san Juan de la Cruz
fue proclamado Doctor, vino a la mente de todos la fundadora del Carmelo
descalzo. Pero, al parecer, aún no estaba en sazón que una mujer entrase en ese
círculo restringido de selectos Doctores. «Obstat sexus», fue la
respuesta de Pío XI. Hubo de venir el Concilio Vaticano II para que aires
renovadores llegasen a la Iglesia. Pablo VI la proclamó Doctora el 27 de
septiembre de 1970.
Mujer
que ha escalado hasta la séptima morada de Dios mientras se distrae en la
cocina, porque también: «Entre los pucheros anda el Señor». Mujer que es humor,
y no gusta de los tristes santos: «Dios me libre de santos encapotados», decía.
Mujer que es ternura, discreción, madre, santa… en un cuerpo enfermizo de por
vida. Mujer que exclamó jubilosa antes de morir: «Al fin, Señor, muero hija de
la Iglesia».
«Juan de la Cruz, celestial y divino», (Editorial San Pablo) (Madrid 2011). Creo que es
osadía glosar la figura de Juan de la Cruz, el santo de la nada, como le llamó
Hegel, el trovador del cielo, el poeta por la gracia de Dios, el maestro del
camino de la cruz y buscador de Dios, el hombre celestial y divino, que apodó
Teresa de Jesús. No ha sido tarea fácil, lo sé, pero uno es arriesgado.
Juan
de la Cruz —el más grande y original poeta y cantor del amor divino— ha sabido
escoger su sitio oculto y velado en el Monte Carmelo. Iba para cartujo y Teresa
lo convirtió en descalzo, que aúna el retiro de la oración con la apertura al
mundo. Juan elegirá siempre la vida oculta de silencio, oración y penitencia,
pero no rehusará los oficios, que los tuvo varios y de alta responsabilidad.
Dentro
de los personajes que arroparon la idea fundacional de Teresa de Jesús y se
sintieron poseedores de su herencia, aquellos que no la traicionaron tras su
muerte —Gracián, María de San José y Ana de Jesús—, Juan de la Cruz es un
personaje singular. Caminará siempre en su propio terreno, como abstraído en
sus más profundas vivencias místicas.
No sé
si esta biografía se parecerá a una visión laica de Juan de la Cruz. No
pretendo tal cosa, o tal vez sí. Lo que no obsta para declarar mi admiración
por el hombre de todas las humildades, el místico poeta de Fontiveros.
«Teresa de Lisieux, huracán de gloria». (Editorial San Pablo) (Madrid 2012). La primera
palabra que logró leer Teresa de Lisieux fue «cielos». Presiento —dice Teresa—
que mi misión va a empezar: mi misión de hacer amar a Dios como yo le amo, de
dar a las almas mi caminito. Si Dios escucha mis deseos, pasaré mi cielo en la
tierra hasta el fin del mundo. Sí, quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la
tierra... no quiero descansar mientras haya almas que salvar.
—Después
de mi muerte, haré descender una lluvia de rosas... cuento con no estar
inactiva en el cielo. Mi deseo es seguir trabajando por la Iglesia y por las
almas. Se lo pido a Dios y estoy segura de que me escuchará.
Teresa
ha enseñado que no importa ser frágil, sentirse pequeño en este mundo, para
acercarse al corazón de Dios.
—Hay
que saberle ganar por el corazón; ese es su lado débil.
Inés
de Jesús pedía a su hermana explicaciones sobre el camino que quería enseñar a
las almas después de su muerte.
—Madre,
es el camino de la infancia espiritual, el camino de la confianza y del total
abandono. Quiero enseñarles los medios tan sencillos que a mí me han dado tan
buen resultado, decirles que aquí en la tierra solo hay que hacer
una cosa: arrojarle a Jesús las flores de los pequeños sacrificios,
ganarle a base de caricias. Así le he ganado yo, y por eso seré tan bien
recibida.
La
evocación más cotidiana que queda del cardenal Bueno Monreal, en aquellos que
le quisimos, es que hizo honor a su apellido Bueno. Verdaderamente el cardenal
fue un hombre bueno. Con sus zapatos de pastor, con sus medias
color púrpura, y su báculo, Bueno Monreal descansa en la capilla de San José de
la catedral de Sevilla bajo una sencilla lápida de bronce, el que ha sido el
obispo más querido de sus curas en el siglo XX después del beato Spínola.
Edith
Stein fue deportada a Auschwitz no sólo por ser judía, sino también por ser
católica, pillada en una gran redada de judíos católicos en represalia por la
lectura de una carta pastoral de los obispos holandeses. Pero Edith Stein muere
en solidaridad con su pueblo. No reniega de él. Como no renegó de su alma
alemana. Hitler la privó de esta doble pertenencia: de su nacionalidad alemana,
convirtiéndola en una paria en el mundo, y de su pertenencia al pueblo judío,
asesinada por razón de la raza.
Por
el hecho de convertirse al catolicismo, Edith Stein no renunció a su judaísmo.
Seguirá usando el «nosotros» para referirse a su pueblo. Su bautismo a sus 31
años no fue ninguna ruptura, muchos años antes había perdido el horizonte de
una piedad judía. Cuando la tormenta asome por el horizonte con la llegada de
Hitler al poder, ante las amenazas que se vislumbran, reafirma su pertenencia
judía como cuestión existencial y no dudará en escribir una carta al papa Pío
XI en abril de 1933 profetizando lo que habría de ocurrir a su gente y también
al pueblo cristiano. Edith Stein se presenta al papa como «hija del pueblo
judío» y como «hija de la Iglesia católica». Y comenzará ese mismo año a
escribir la Historia de una familia judía, efemérides de su familia
y de ella misma, desgraciadamente inconclusa, en la que no trata de hacer una
apología del judaísmo sino de poner cara a la «horrible deformación» propalada
por el nacionalsocialismo y a la «ignorante desinformación» que imperaba en
Alemania acerca de los judíos. Es decir, como ella misma dice, el retrato de la
«dimensión humana judaica frente a la caricatura que se ha forjado de
nosotros».
En
España todo huele a María: cante, copla, música de iglesia, poesía, pintura,
escultura... Miles y miles de capillas, ermitas, iglesias y santuarios están
dedicados a advocaciones marianas o poseen imágenes de la Virgen. Numerosas
congregaciones religiosas llevan su nombre y se acogen a su amparo. Millones de
mujeres son reconocidas desde el bautismo con el nombre de María... Sería
hermoso hacer un estudio de la copla popular andaluza, por ejemplo, en su
referencia a María y se vería qué hondura teológica nace de esas letras nacidas
en el anonimato del pueblo. Los villancicos, por ejemplo, o las saetas. Uno se
pregunta de dónde sale una verdad tan tierna sobre María, tan amorosamente
filial.
Quisiera
invocar a Santa María en las mil advocaciones de nuestra tierra; las más
maravillosas advocaciones que un pueblo haya podido imaginar para piropear a
una madre: Almudena, Arantzazu, Begoña, Covadonga, Desamparados, Fuencisla,
Guadalupe, Macarena, Montserrat, Pilar, Rocío, Sonsoles, Valme, Valvanera...
En
fin, Santa María de todos los colores y de todos los nombres, ruega por
nosotros.
Nos
ceñiremos en este libro a una de las prerrogativas de la Virgen María: su
Inmaculada Concepción, y al papel extraordinario que España ha protagonizado,
por encima de otras naciones, en el desarrollo y consecución de este misterio
hasta su declaración como dogma de fe. Y recordar el extraordinario patrimonio
literario, artístico y cultural que la fe en el dogma de la Inmaculada ha
producido en nuestra patria.
«Jerónimo Gracián, el amigo de Teresa de Jesús». Editorial Monte Carmelo, Burgos 2014). Jerónimo
Gracián ha sido el gran desconocido de la Reforma de Teresa de
Jesús. Históricamente se ha asociado a Teresa la figura señera de Juan de la
Cruz, y es justo y razonable, pero no pocos se sorprenderán de que tuvo con
Jerónimo Gracián una mayor comunicación y trato. En Gracián, no en Juan de la
Cruz, depositó la Santa su propia conciencia y la Reforma que emprendió. En él
se apoyó. A él prometió obediencia. En él encontró al hombre que buscaba. Decir
esto puede parecer novedoso, pero es así. Aparecerá claro, así lo espero, a
través de estas páginas en que dibujo la semblanza de una figura, más que
olvidada, vejada y calumniada. Cuando Teresa conoció a Gracián, hubo en ella,
si vale la expresión, como una especie de flechazo. En su Relación 29 describe
esta amistad con una atrevida imagen con Cristo de «casamentero»: «Tomónos el
Señor las manos derechas y juntólas y díjome que éste quería tomase en su lugar
mientras viviese y que entrambos nos conformásemos en todo». A Rubeo, general
de la Orden carmelita, le escribe: «Gracián es como un ángel». Es conocido ese
dicho de Teresa de Jesús, tras una reprensión afectuosa de Gracián ante sus
muestras de cariño:
–¿No
sabe que cualquier alma, por perfecta que sea, ha de tener un desaguadero?
«Pío XII versus Hitler y Mussolini» (Editorial Monte Carmelo). (Burgos 2014). No ha habido
un papa del siglo XX más calumniado que Pío XII. Lo menos que se ha dicho de él
es que fue «el Papa del silencio», por no denunciar el Holocuasto, y quizás lo
más, ese insulto del inglés John Cornwell, exseminarista, autor de El
Papa de Hitler (¡menudo título!), cuando calificó a Pío XII como «el
clérigo más peligroso de la Historia moderna». Todo comenzó en 1963,
cinco años después de la muerte de Pío XII, con una obra de teatro
titulada El Vicario de un tal Rolf Hochhuth, que fuera de las
juventudes hitlerianas y que, para descargar toda la basura de mala conciencia
de un pueblo alemán en connivencia con ese monstruo de Hitler, buscó un chivo
expiatorio, fuera de Alemania, en la figura de Pío XII, como el artífice del
mal. Si Pío XII hubiera hablado, Hitler no hubiera hecho lo que hizo. ¡Qué
simpleza! De todo esto y del ambiente maléfico que se vivió en la II
Guerra Mundial discurre este libro. Y por ello su título: Pío XII
versus Hitler y Mussolini.
«Sermones para leer en el bus. Prédicas de Juan
Párroco en su Parroquia de papel».
(Editorial Letras de Autor) (Madrid 2015). En mi Parroquia de papel pasa esto,
que uno escribe porque tiene que escribir y habla porque tiene que hablar. Que
para eso soy el párroco de mi Parroquia de papel. Son estos unos «sermones» que
lanzo desde hace algún tiempo a parroquianos digitales, unos 120. Con ellos
sostengo, de una u otra manera, una amistad o al menos un contacto cálido en
estos años, enganchados unos desde un principio, adheridos otros después e
incluso alguno recientemente. Pero en todos he sentido un deseo, al menos
tácito, de recibir gratamente estas comunicaciones mías. Alguna que otra vez,
me han manifestado su discrepancia sobre cualquier punto y lo he aceptado como
no puede ser de otro modo. Porque el discrepar matiza y enriquece las
opiniones. Y porque confieso que no me considero infalible. Estos «sermones»
circulan también por el ancho mundo a través de mi blog. Y es así cómo ya ha
sido visitado por 225 países, que tengo un contador de visitas que señala las
banderas de los países que se asoman a él. Ahora también aparecen en papel. Y
espero que guste, a los parroquianos que me han pedido que los imprima y
coleccione, y al público en general. Son «Sermones» que van a su aire, ya
veréis, más bien laicos muchos de ellos, pero creo que os resultarán
interesantes aunque unos hablen de lo divino y otros de lo humano. Como son
cortos y pueden ser leídos en el autobús –transporte que uso cotidianamente–,
he querido titularlos con el nombre de Sermones para leer en el bus.
Gracias anticipadas por la acogida. Y buena lectura.
«La tierra no es nuestra patria. Vida de Luis y Celia Martin, padres de
Teresa de Lisieux». (Editorial Monte Carmelo). (Burgos
2015). Luis y Celia Martin, padres de santa Teresa de Lisieux, se muestran unos
santos cercanos al común de los mortales. No son consagrados, ni célibes, no
han hecho voto de castidad, sus vidas están tejidas por el trabajo –él de
relojero, ella de encajera–, vida de familia numerosa, pertenecientes a
asociaciones parroquiales, vecinos de sus vecinos. Vivieron con todas sus
consecuencias y circunstancias la espiritualidad propia de su tiempo en una
Francia del XIX aún convulsa por las secuelas de la revolución, el
anticlericalismo, y cierto jansenismo espiritual que vislumbra un Dios de
Justicia frente a un Dios del Amor, con peligro de convertir las almas buenas
en escrupulosas. Luis y Celia han sido santos en la humilde realidad de sus
vidas, con una sencilla fe sustentada en la oración en familia, educación de
sus hijas, la misa diaria, lecturas piadosas al atardecer, el mes de María, el
amor a Dios y al prójimo y fidelidad a la Iglesia… Estuvieron siempre en
perfecto acuerdo de corazón y de pensamiento. Él se refería a ella ante sus
hijas como nuestra «santa madre». Y Celia escribía a su hermano Isidoro
refiriéndose a Luis: «¡Qué hombre más santo es mi marido! Me gustaría que
tuvieran uno parecido todas las mujeres». Sus cinco hijas –cuatro carmelitas
descalzas, una salesa– son su corona. Tras la canonización de la más pequeña,
santa Teresita del Niño Jesús, y ahora la de los padres, se anuncia el comienzo
de la causa de beatificación de Leonia, la monjita salesa. Pero yo, que he
hecho un largo recorrido describiendo las vidas santas de esta familia, tengo
que reconocer que las otras hermanas dejaron tras de sí igualmente una viva
impresión de santidad y ejemplaridad en sus vidas. ¡Qué bueno sería que un día
toda la familia, al alimón, los padres y las cinco hijas religiosas, se vieran
en los altares como juntos están ya en el reino de los cielos!
«Madre María de la Purísima, una sonrisa de cielo». (Editorial San Pablo). (Madrid 2015). Se llama María
de la Purísima de la Cruz y el 18 de octubre de 2015, domingo del Domund, será
canonizada en Roma por el papa Francisco. Segunda Hermana de la Cruz, después
de santa Ángela, fundadora de la Compañía de la Cruz en 1875, y nueva gloria y
honor para la Iglesia de Sevilla al contar con una santa más. ¿Cómo es posible
que haya ascendido en tan corto espacio de tiempo a la gloria de los altares?
Han transcurrido tan solo diecisiete años –desde su muerte en Sevilla en 1998–
para alcanzar el último peldaño del coro de los santos. Porque subir a los
altares ya lo hizo en el año 2010 al ser beatificada en el Estadio Olímpico de
Sevilla, siendo testigos de ello la Virgen de la Esperanza Macarena,
cardenales, obispos, curas, una legión de Hermanas de la Cruz y el pueblo
soberano de Sevilla.
Y me
pregunto:
—¿Cómo
es posible tanta rapidez?
Porque
todos sabemos que Roma no gusta de las prisas y las cosas de palacio van
despacio.
Se lo
he preguntado a María del Redentor, que vive en el convento de las Hermanas de
la Cruz en Roma. ¿Qué digo convento? Es un piso en la cuarta planta de un viejo
caserón de la Via Pellegrino de Roma, propiedad de la Embajada de España. Allá
llegó una patrulla de monjitas en 1966, todas jóvenes con la madre Loreto al
frente, estupenda mujer, para agilizar el proceso de beatificación de su santa
fundadora Ángela de la Cruz.
Las
conocí un año después, yo estudiante en Roma, y todavía quedan de aquella
pa-trulla primera dos Hermanas, entre ellas la siempre animosa María del Redentor.
Le
pregunto:
–¿Cómo
es posible que se haya logrado bullir las posaderas de los monseñores romanos
para que esta causa de canonización discurra a velocidades de vértigo? ¿Qué
bula tenéis? ¿Quién os ampara? ¿Tenéis padrino?
Y
María del Redentor me contesta:
–Nadie,
ella sola, ella sola desde el cielo.
Pues
séase.
Porque
en verdad esta sencilla Hermana de la Cruz, María de la Purísima, ha pasado en
el corto espacio de doce años de su muerte a la beatificación y cinco años después
a la canonización.
¡Todo
un récord!
«Pedro Segura y Sáenz. Semblanza de un Cardenal
selvático». (Editorial Letras de Autor) (Madrid
2016). El mito Segura perdura aún después de muchos años en Sevilla. Una cosa
es evidente: no era un hombre indiferente, creó pasión en su entorno y, a pesar
de sus errores y de su carácter, fue un hombre de Iglesia.
En la
vida del cardenal Segura hay tres fechas especialmente significativas. Año
1931, en que, siendo primado arzobispo de Toledo, es expulsado de España por la
República y, después de no pocas peripecias, acogido en la curia romana. Él
dirá que quienes lo echaron fueron el nuncio Tedeschini y Ángel Herrera Oria,
director de El Debate y posteriormente obispo de Málaga y
cardenal.
Segunda
fecha: Año 1940, cuando, como arzobispo de la diócesis de Sevilla, tiene un
rifirrafe con Franco y la Falange sevillana y a punto estuvo de ser expulsado
de España por el nuevo Régimen.
Y
tercera fecha: Año 1954, cuando finalmente, Pío XII, que tanta paciencia ha
tenido con él durante años, como secretario de Estado del Vaticano y como Papa,
lo destituye y le pone un sustituto al frente de la diócesis hispalense en la
persona de don José María Bueno Monreal.
Creo
haber dado en este libro un rayo de claridad sobre esta figura apasionante de
la Historia de la Iglesia de Sevilla y dilucidado algunos momentos
especialmente oscuros en la vida de este cardenal selvático e irreductible.
«Juan Francisco Muñoz y Pabón, chispeante canónigo novelista». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2017).
Don
Juan Francisco Muñoz y Pabón (1866-1920), canónigo lectoral de la Iglesia
Catedral de Sevilla, tuvo su mejor mecenas y defensor como novelista en su
arzobispo beato Marcelo Spínola, que le dijo al leer sus obras:
–A
seguir escribiendo... Ni se contente sólo con ser aficionado. Hágase
profesional. Teólogos y canonistas, patrólogos y exégetas, tenemos muchos.
Filósofos y naturalistas tampoco nos faltan. De literatos es de los que andamos
escasillos.
Sintió
también la comezón de ciertos detractores puritanos, para quienes no era fácil
conciliar la vocación sacerdotal con la del novelista.
Pero
estas contestaciones a su obra literaria no eran más que pequeñas piedrecillas
que a todos nos molestan en el caminar de la vida. Muñoz y Pabón fue un gran
sacerdote, un gran poeta, un gran novelista, que dejó dicho a todos esos…
–No
crean que me irrito, ni que pierdo por ello la paz interior.
Dirá
Santiago Montoto del canónigo lectoral:
–Muñoz
y Pabón jamás olvidó su calidad de sacerdote y en toda su fecunda labor de
novelista aparece el prudente consejero, el severo moralista, que supo unir la
sana doctrina de la más pura ortodoxia, con la amenidad y humorismo de nuestros
grandes escritores del Siglo de Oro. Puso en ello sumo cuidado. Por esto,
cuando cierto crítico pazguato y ñoño le censuró algunas de sus novelas,
tachándolas de demasiado mundanas y atrevidas para un sacerdote, su amargura
fue dolorosísima. Mas prontamente repuesto de la injusticia de quien por sus
hábitos y profesión debía ser más circunspecto y caritativo, respondió en
varias de sus obras a los que desde su mismo campo le hostigaban.
Es el
precio de la fama, el precio de ocupar un lugar aupado en la novela que se
prodigaba en su tiempo.
Fue
un escritor de costumbres, costumbrista. Y proclamó a Sevilla «madre de su
alma» y a su Seminario su «única escuela». Y un observador excepcional de la
Sevilla de su tiempo y de los pueblos del Condado de Niebla, que describe
maravillosamente en sus libros, recreando el lenguaje de la gente sencilla.
Muñoz
y Pabón, tan andaluz, tan español…
«Aventuras del Padre Méndez, pícaro clérigo de la Sevilla del XVII». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2018).
Se cuenta en este
libro la vida y milagros de un personaje bufo que apareció por Sevilla en la
segunda decena del siglo XVII. Clérigo portugués, el Padre Méndez tenía su
congregación de beatas, a las que explotaba en su candidez idiota. Las
comulgaba con varias formas, para que así tuvieran más al Señor. Y cuando
terminaba la misa en un oratorio de su casa, «se desnudaba las vestiduras
sagradas y bailaba con ellas con desenvoltura tal que se les caían las tocas y
descubrían las piernas. Y decía que todo esto era amor de Dios, y que estaban
borrachas de espíritu».
Se le ocurrió
anunciar que moriría el 20 de julio de 1616. En Sevilla se creó un «notable
ruido» ante esta profecía, unos favorables y otros burlones ante la
extravagancia del Padre Méndez. No murió y fue el hazmerreír de los sevillanos.
Muerto poco después, fue condenado en estatua en el Auto de Fe tenido el 30 de
noviembre de 1624 en la Plaza de San Francisco.
Crónica puntual de
su muerte anunciada son las cartas salerosas del obispo auxiliar de Sevilla,
don Juan de la Sal, escritas durante esos días al duque de Medina Sidonia.«Virgen de los Reyes y Fernando III el Santo». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2018). Fernando III así lo ha dispuesto aquel 22 de diciembre de 1248. Más que una marcha triunfal guerrera, aquella entrada en la ciudad de la Sevilla moruna, de estrechas y tortuosas calles, parecía una devota procesión presidida por la sagrada imagen de la Virgen de los Reyes, procesionada en un magnífico carro triunfal.
Se dirigen a la
mezquita mayor, que previamente ha sido purificada para el culto cristiano por
don Gutierre, obispo de Córdoba y electo de Toledo. El agua bendita ha rociado
cada rincón de aquella suntuosa aljama, la cruz asoma en su esbelta torre y
unas campanas han sido izadas para el repicar alegre de aquella jornada
memorable, que causó estupor en el oriente musulmán y júbilo en el occidente
cristiano…
Fernando III,
monarca que plantó las raíces de la Sevilla de hoy, yace incorrupto en la
Capilla Real de la Catedral en sepulcro labrado en plata bajo el altar que
preside la imagen que legó al pueblo de Sevilla, Nuestra Señora de los Reyes,
patrona de la archidiócesis hispalense. Un rey honrado con los honores de
héroe y de santo y una Virgen de los Reyes, venerada cual ninguna otra imagen
mariana por Sevilla toda.
«Los Fantasmas del Palacio Arzobispal de Sevilla». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2019). Lo que en principio había concebido como una trilogía, he aquí que, por artes fantasmales, se ha convertido en una tetralogía. Comencé con Los Fantasmas de la Catedral de Sevilla. Seguí con Los Fantasmas del Alcázar de Sevilla. Y cerré la trilogía con Los Fantasmas de las Catedrales de España. Ahora aparece Los Fantasmas del Palacio Arzobispal de Sevilla.
«Los Fantasmas del Palacio Arzobispal de Sevilla». (Editorial Letras de Autor) (Madrid 2019). Lo que en principio había concebido como una trilogía, he aquí que, por artes fantasmales, se ha convertido en una tetralogía. Comencé con Los Fantasmas de la Catedral de Sevilla. Seguí con Los Fantasmas del Alcázar de Sevilla. Y cerré la trilogía con Los Fantasmas de las Catedrales de España. Ahora aparece Los Fantasmas del Palacio Arzobispal de Sevilla.
De sus moradores los arzobispos y de cosas
curiosas ocurridas en sus pontificados tratará este libro. Hay una máxima
latina que dice: De mortuus nihil nissi
bonum (de los muertos no decir sino lo que les favorezca). Pero no sé si mi
canónigo nigromante Diego Alfonso de Sevilla, que me dicta los siguientes
relatos, se atendrá a ello. Más bien creo lo contrario. Es decir, que dirá al
pan, pan, y al vino, vino, cosas buenas y cosas no tan buenas.
Alguno se preguntará con Calderón de la
Barca, en Los hijos de la Fortuna:
–¿Aún no es muerto y ya es fantasma?
Y le diré que no. Los fantasmas, muertos
son. Los que aún vivan, moradores de esa casona, Palacio Arzobispal de Sevilla,
no son fantasmas. Todavía. Diego Alfonso de Sevilla, mi canónigo nigromante, me
explica que solo persigue contar las historias de los verdaderos fantasmas y,
por tanto, moradores de ultratumba.
Pues adelante, que soy todo oídos. Y como
diría Federico García Lorca en la Muerte
de Antoñito el Camborio: «Voces de muerte sonaron / cerca del Guadalquivir…»
excelente blog, yo tambien fui aluno en Comillas, 5ª retorica 1959- 60, recuerdo a un prefecto que era un santo el Padre Heras. Salutem plurimam. Fui periodista y arcbnivero, aprecio muchisimo sus trabajos padre Ros. ¿El apellido catalán? Yo tengo otro blog más m undano y es an tonioparragalindo.blogspot.com. Grac uas por las fotosd, alguna cara me suena pero ha pasado mas de medio siglo, paz y bien que dicen los fra nciscanos
ResponderEliminarDame tu correo electrónico para comunicarme contigo. Saludos.
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