miércoles, 24 de septiembre de 2014

¿Llegó tarde Jesús a la tierra?

He leído en Péguy: «Realmente, es uno de los problemas más difíciles y cargados de misterio y de angustia el que Jesús haya venido tan tarde al mundo, que haya aparecido tan tarde en la historia del mundo, que el Hombre-Dios haya aparecido tan tarde en la historia del hombre».
¿Será cierto eso de que Jesús haya venido en los postrimeros días de la historia del mundo? No es un interrogante nuevo, sino que se viene planteando desde los orígenes mismos del cristianismo. A esta espinosa pregunta, lanzada por los herejes, los santos padres trataban de darle la mejor solución que sabían. Era necesario un tiempo, decían, para que fuera posible la recepción de la doctrina de Cristo, perfecta en sabiduría y virtud. Era preciso, decían otros, que el mundo experimentase su miseria para que llegara a sentir la necesidad de un redentor.
Y lo curioso del caso es que ellos se valían de una cronología basada en los textos bíblicos, que apuntaban la aparición del hombre unos 5.000 años antes del nacimiento de Cristo. Hoy sabemos científicamente que esto no es así: la aparición de la inteligencia sobre la Tierra hay que remontarla a más de un millón de años. Con lo que se agravaría el problema: si el hombre ha aparecido en la Tierra hace un millón de años, ¿de verdad nos hallamos en los últimos tiempos y la venida de Cristo ha ocurrido demasiado tarde?
Hay textos en la Biblia que afirman categóricamente que Cristo llegó al final: «De muchas maneras habló Dios en otro tiempo por medio de los profetas; pero últimamente nos ha hablado por medio de su Hijo Jesús». Este «últimamente» es un último absoluto, es decir, que después de Cristo no habrá más revelación de Dios. Pero es un «último cualitativo», no cuantitativo. Estamos en los últimos tiempos del plan de Dios, pero ni los mismos ángeles sabrán cuánto durará.
La Biblia no nos dice más. Por eso me voy a aventurar a hacer teología-ficción o, mejor, ciencia-ficción. Veamos.
El hombre, como animal vertebrado, tiene por las fuerzas mismas de la biología las mismas posibilidades de vida en este mundo que cualquier animal vertebrado o marino de los que se desarrollaron en los primeros períodos del mundo y que han dejado de existir. Hoy son puro recuerdo de museo. Desde un punto de vista natural, prescindiendo del plan de Dios para el hombre, éste tiene por lo menos las mismas posibilidades de existencia que aquellos seres. Estos vivieron por lo menos con una curva biológica de cincuenta millones de años. Hemos de conceder, por lo tanto, para el hombre, una vigencia de existencia de esos millones de años. Es decir, nos quedaría todavía una capacidad de supervivencia de por lo menos cuarenta y nueve millones de años. Casi nada.
Si ello es así, Cristo no llegó demasiado tarde. Tardó el tiempo suficiente para poder ser aceptado por una inteligencia ya evolucionada. Habría venido en los mismos umbrales de la historia del hombre.
Otra pregunta: ¿Dios nos ha hecho para quedar reducidos a esta Tierra pequeñita o nos tiene reservada la admirable empresa de lanzarnos a las cuatro puntas del cosmos en busca de la grandiosidad del universo, reflejo de la bondad y belleza del propio Dios? Apuesto por lo segundo. Ya hemos dado el primer salto a la Luna y, tímidamente, hemos rasgado el velo que cubría nuestro entorno natural. El camino por recorrer es todavía largo y lleno de emotivas aventuras siderales.
Pues bienvenida sea esta ensoñación que he tenido: los muchos años de existencia que le quedan al hombre y la grandiosidad del cosmos que le incita a dominarlo harán que nos sintamos menos mezquinos dentro de esta pequeña parcela del planeta Tierra y pensemos que Dios nos ha hecho grandes y nos quiere grandes. Aunque tantas veces en el pasado, y en el futuro, pretendamos enmendarle la plana.

1 comentario:

  1. Estupendo! Hay pocos que se aventuren en este tipo de teología-ficción (y salgan bien parados).
    Ha exagerado un poco el dato de la presencia del hombre en el mundo (no tanto como otros que hablan de 6 o 7 millones de años!). Los científicos de Atapuerca, que no son nada conservadores en sus guarismos, sugieren para el homo ergaster -el antecesor directo del hombre- unos 200 mil años, así que ese sería el término desde donde contar. Lo demás (que sí puede remontarse a millones de años) no son el hombre, sino sus precedentes evolutivos: no son hombre propiamente hablando.
    Esto, en definitiva, abona más su tesis de lo temprano que llegó Cristo a la tierra. Muchas gracias por el buen momento y la profundidad de la idea.

    ResponderEliminar