La
semana pasada, el papa Francisco recibió a una representación de los scouts
católicos italianos. De ellos recibió el pañuelo scout que el papa se puso como
aparece en la foto. Y les habló, parodiando a Machado, el «hacer camino al andar»:
–Haced
camino en familia, hacer camino en la ciudad… Caminar haciendo camino,
caminando no errantes ni quietos. Siempre caminar haciendo camino…
En
los comentarios a esta noticia, que he recogido de «Religión digital», aparece
un descerebrado diciendo esta sandez:
–El
Santo Padre y todo católico debería rehuir de esta gente, una secta fundada por
un masón y con el propósito de ser las juventudes de la masonería. Mucho ojo.
He
pasado buena parte de mi vida en el escultismo, como jefe scout y como
consiliario, diecinueve de esos años como consiliario general del Movimiento
Scout Católico (MSC), y me apena que pueda haber mentes tan obtusas que
insulten de esas manera a un movimiento centenario en el que se han formado y
madurado millones de niños de todo el mundo.
Baden
Powell, su fundador, fue el genial pedagogo de este movimiento educativo que ha
impreso en los que lo hemos vivido una fortaleza de carácter y un sentir
ciudadano de dejar este mundo un poco mejor de lo que lo hemos encontrado. Tras
sus experiencias en África del Sur como militar en la guerra de los bóers, al
volver a una Inglaterra que iniciaba su desarrollo industrial, BP (que así se
conoce al fundador en el mundo scout) comenzó a idear y poner en práctica un
método educativo en la naturaleza, en el que los chicos y las chicas
desarrollaran todas sus capacidades al aire libre.
Decía
BP en su Autobiografía:
–Con
la expansión contemporánea de las ciudades, pueblos y fábricas, de las grandes
carreteras pavimentadas y el telégrafo, del teléfono y las líneas eléctricas
tendidas por todo el país, la civilización está alejando cada vez a la
naturaleza del alcance de la mayoría de la población. Este alejamiento hace que
la comprensión de su belleza y sus maravillas y de nuestra propia afinidad con
las creaciones de Dios se pierdan en la vida materialista de la multitud, que
presenta condiciones de trabajo deprimentes y una búsqueda frenética de placer
en un sórdido ambiente de ladrillos y argamasa creado por el hombre.
Y
escribió un libro que tituló Scouting for
Boys (Escultismo para muchachos), que fue la base de un movimiento que
rápidamente se extendió por medio mundo.
Ideado
este movimiento para chicos, concibió un código para la orientación de los
jóvenes. Decía él:
–Hay
que tener en cuenta que las novelas de caballerías de la Edad Media ejercen una
atracción sobre todos los chicos y apelan a su sentido de la moral. En un
código caballeresco se incluían el honor, la autodisciplina, la cortesía, el
valor, el sentido del deber y del servicio desinteresado, al igual que la
aceptación de la orientación constante proporcionada por la religión. Estos y
otros valores positivos serían aceptados de buena gana si se incorpora a una
ley para scouts.
La
ley scout tiene diez mandamientos. Escojo la formulación aprobada en la
Asamblea General del Movimiento Scout Católico (MSC) en mayo de 2011:
El
scout es digno de confianza.
El
scout es leal.
El
scout es útil y ayuda a los demás.
El
scout es hermano de todos.
El
scout es respetuoso.
El
scout reconoce en la naturaleza la obra de Dios y la protege.
El
scout termina lo que empieza.
El
scout afronta las dificultades con alegría.
El
scout es austero y trabajador.
El
scout es sano, sincero y honrado.
Con
la Ley, también una Promesa, es decir, un compromiso personal y libre de
comprometerse en los valores y principios del movimiento scout:
–Prometo
por mi honor hacer todo cuanto de mí dependa para cumplir mis deberes para con
Dios y la Patria, ayudar al prójimo en toda circunstancia y cumplir fielmente
la ley scout.
Y
también un lema:
–Siempre
listo (Be Prepared).
Y
la Oración Scout:
–Señor
Jesús, enséñanos a ser generosos, a servirte como mereces, a dar sin medida, a
combatir sin miedo a las heridas, a trabajar sin descanso, a darnos sin esperar
otra recompensa que la de saber que hacemos tu santa voluntad. Amén.
Espero que haya cumplido con el deber de todo scout
de hacer cada día una buena acción. La buena acción mía de hoy es, aunque
brevemente, haber dado algunas pistas al profano de lo estupendo que es este
movimiento. Al menos lo ha sido para mí, orgulloso de ser scout. Porque se es scout
de por vida.
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