domingo, 12 de abril de 2015

Hélder Cámara, camino de los altares

Dom Hélder Cámara, llamado en su tiempo el «obispo de las favelas» y también el «obispo rojo» del Brasil, comenzará el próximo 3 de mayo el camino de los altares con la introducción de su causa de beatificación en la archidiócesis de Olinda y Recife, en una misa presidida por el arzobispo Fernando Saburido en la catedral de Olinda.
¡Ya era hora, digo yo, como también es hora de que se beatifique al arzobispo salvadoreño Oscar Romero, asesinado hace 35 años por un comando de extrema derecha! Se nota que con el papa Francisco emergen hacia los altares figuras de nuestro tiempo que han tenido en medios eclesiales conservadores reticencias para reconocer su santidad y el testimonio evangélico ofrecido, incluso con el martirio.







Foto de mayo de 1992.
Hélder Cámara pasaba de los 80 años.
Yo era entonces relativamente joven,
hasta tenía bastante pelo en la cabeza.
Tengo un libro suyo dedicado donde me dice: 
«Como irmão em Cristo, Carlos Ros. 
É verdade! É verdade! 
Há mil razões para viver! +Hélder Cámara».
El libro se titula: «Mil razones para vivir».


Con Hélder Cámara he tenido la alegría espiritual de conocerlo y de tratarlo cercanamente cuando vino por dos veces a Sevilla, traído por Manos Unidas. La primera, en abril de 1989, para recitar en persona la «Sinfonía de los Dos Mundos» o «Concierto de la Solidaridad» en la catedral. A sus ochenta años, bajo un pequeño cuerpo envuelto en su sotana blanca pero lleno de vitalidad, Hélder Cámara hizo la recitación de un texto creado por él con música del sacerdote suizo Pierre Kaelin. Actuó la Orquesta Bética Filarmónica de Sevilla con la Asociación Coral de Sevilla y los coros malagueños Cármina Nova y Orfeón Universitario, con voces infantiles de los Seises de la catedral, dirigidos por Pierre Kaelin.
El recitado de Hélder Cámara fue en castellano, por primera vez, estreno mundial, como se decía en el cartel anunciador, ya que había sido representado unas treinta veces en otros países, pero en francés o inglés.
Yo hice la traducción del texto original francés al español y con la ayuda del canónigo Herminio González adaptamos la letra a la música.
Comienza el recitador anunciando la audacia del Creador: «Si yo estuviera a tu lado, Señor, antes de la Creación, me gustaría ayudarte; tan humilde eres. Si cualquier duda te indujera a no crear, yo te diría: «Es verdad, Señor, la creación fuera de ti romperá tu unidad. Ella será necesariamente múltiple... finita, limitada, imperfecta. No vaciles, Señor; el valor de crear demostrará para siempre tu audacia y tu humildad». Para terminar, en esa lucha en que se debate el mundo que diferencia profundamente el Norte rico del Sur pobre, con la voz de los coros que anuncian: «Pero ¡cómo olvidar que si más negra es la noche más bella es la aurora!». Y cantan los niños: «¿Y nosotros, los niños? ¿Pensáis en los niños? Porque nos haremos grandes, el año 2000 será nuestro tiempo». La solista soprano exclama: «¡Aurora! Tras la noche, ¿verás dos mundos reunidos? ¿Un canto, una sinfonía?». Y el barítono responde: «¡Dos mundos reunidos!». Nuevamente la soprano: «¡Un canto!». Y el recitador Hélder Cámara: «¿Quién ganará, hombre, hermano mío? El Espíritu sopla en medio de la noche». Para concluir los coros en explosión final junto a la orquesta: «Una sinfonía».
Fue una noche mágica. Una catedral llena por ver recitar a un obispo que venía con la impronta de ser el obispo de los pobres. Todos querían besarle la mano, tocarle si fuera posible, cuando el acto terminó, y en volandas fue llevado por la multitud hasta el palacio arzobispal. Aunque él no residía ahí sino con los Padres Blancos de África. El día anterior, las fuerzas vivas de la ciudad –evidentemente socialistas–, buscaron encontrarse con él. Rodríguez de la Borbolla, presidente de la Junta de Andalucía, suspendió un acto importante en Madrid para recibirlo en su despacho. El presidente de la Diputación, Miguel Ángel del Pino, puso un coche oficial a su disposición. El alcalde Manuel del Valle también se entrevistó con él.
Por segunda vez, el sábado 16 de mayo de 1992, vino de nuevo a Sevilla, traído también por Manos Unidas, y presidió una misa con los sacerdotes en el Palacio Municipal de Deportes, con una declaración final sobre el Hambre en el Mundo, escrita por Hélder Cámara.
 Curiosamente, al día siguiente, domingo 17 de mayo, Juan Pablo II beatificaba en Roma a monseñor Escrivá de Balaguer. El aquel tiempo hubiera sido impensable una beatificación tipo Óscar Romero o Hélder Cámara. Pero los tiempos han cambiado. Y a mí me place contar la nueva sensibilidad de la Iglesia. Y de paso, sentirme feliz de haber convivido durante unos días en dos momentos de mi vida con un hombre verdaderamente santo.
Incluso hubo voces que se levantaron para ofrecerle el premio Nobel de la Paz. Pero era un obispo católico y a los obispos católicos no suele darse estos premios. Pero él se sentía orgulloso de haber conseguido en 1974 el Premio Popular de la Paz de Oslo. Murió en agosto de 1999, a los 90 años de edad.

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