Lo
ha escrito Muñoz y Pabón, el canónigo más castizo de Sevilla de principios del siglo
XX: El Cachorro no cuelga del madero, está. «Canta el real Profeta: Dios
reinará desde un leño... y en verdad que no es posible traducción más justa de
la frase de David que el Cachorro de Triana... El Cristo del Patrocinio
realmente reina. Clavados en el cielo los vidriados ojos, en que ha querido
poner el escultor, realismo hasta en eso, el estrabismo de la agonía, parece
que llama al Padre para en sus divinas manos entregar el espíritu... ¡unos
momentos más de sed y de amargura y todo habrá quedado consumado! Es el momento
del Cristo de Triana... ¡Y qué modo tan
divinamente sublime de tenerse en la Cruz! No cuelga, está. Su Cruz, más que un
patíbulo, parece trono, y más que reo proscrito, parece Rey triunfante».
El
Cachorro es el Señor de la tarde del Viernes Santo en la Semana Santa de
Sevilla, y su paso por el puente de Triana, proyectada su imagen en las sombrías
aguas del Guadalquivir, silueteada entre una hilera interminable de cirios
encendidos, es el momento culminante de su carrera procesional. Se dice, se
cuenta, la leyenda en Sevilla es historia viva, que el Cachorro es la imagen
agonizante de un gitano que retuvo en su retina Francisco Antonio Gijón,
escultor que labró con su buril el sublime momento de la expiración de Cristo.
Lo hizo en 1682. El 1 de abril de ese año se concertó con Francisco Antonio
Gijón la hechura del Crucificado de la Expiración, el popular Cristo trianero,
según la siguiente escritura:
–Sepan
cuantos esta carta vieren, cómo yo, Francisco Antonio Gijón, maestro escultor
vecino de esta ciudad de Sevilla, en la collación de Santa Lucía, otorgo y
conozco que soy convenido y concertado con la Cofradía y hermanos de la
Expiración de Jesucristo en la Cruz y Ntra. Sra. de la Paz, sita en la ermita
de Ntra. Sra. del Patrocinio de esta salida de la calle Castilla, extramuros de
la ciudad, con Andrés Núñez, como mayordomo, que al presente es de dicha
Cofradía, por lo que me obligo de aquí al mes de mayo de este año presente de
1682, haré una escultura de Nuestro Señor de la Expiración, de dos varas y
cuarto de alto (1,89 m.), de madera de cedro, con Cruz de pino de Flandes y la
madera que fuera necesaria para ello y de poner de mi cuenta y entregaré al
dicho mayordomo, a satisfacción de maestros de mi arte que de ello entiendan,
por razón de lo cual, la dicha Cofradía me ha de pagar novecientos reales de
vellón, en que entra la madera y manufactura, y por cuenta de esta cantidad,
declaro haber recibido ahora de contado doscientos reales de vellón, y los
restantes, están obligados a pagármelos para fin del mes de abril en que
estamos, y los quinientos restantes para fin de mayo.
Obra
cumbre del barroco, que por sí sola inmortaliza a su autor, el utrerano
Francisco Antonio Gijón, el Cachorro, el Cristo de Triana, estuvo a punto de
desaparecer el 26 de febrero de 1973 al declararse un incendio en su capilla de
la calle Castilla. La Virgen del Patrocinio, obra de Cristóbal Ramos,
desapareció entre las llamas y el Cachorro sufrió lesiones importantes en las
piernas. El Cristo fue restaurado por técnicos de la Dirección General de
Bellas Artes y la nueva talla de la Virgen es obra del escultor Álvarez Duarte.
En la Semana Santa de 1975 procesionó de nuevo el Cachorro por el puente de
Triana. Espero que este Viernes Santo, –con permiso de la lluvia que lo ha
fastidiado otros años– lo veamos procesionar de nuevo.
Esta
imagen es una joya de la Semana Santa sevillana.
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