domingo, 20 de marzo de 2016

Pío XII versus Hitler

Está a punto de aparecer en España el libro «Church of Spies» del escritor norteamericano Mark Riebling, con la misma titulación: «Iglesia de espías. La guerra secreta del Papa contra Hitler».
«El Confidencial», que se subtitula, «El Diario de los lectores influyentes», ya dio el 7 de noviembre pasado una amplia reseña de este libro con un titular más agresivo: «La iglesia de los espías: el plan secreto de Pío XII para matar a Hitler, al descubierto». Y cuenta:
–Riebling asegura que Pío XII decidió hacer todo lo que estuviera en su mano para matar a Hitler –al fin y al cabo, el tiranicidio es un acto legítimo para los católicos desde tiempos de Santo Tomás de Aquino–, pero sus confidentes alemanes, muchos de ellos bien colocados en los servicios de inteligencia y el ejército del Tercer Reich le pidieron que no dijera, y perdón por el chiste, ni pío.
La editorial, que publica el libro en español, da estas razones para leerlo:
–Es un libro sin precedentes que abre nuevas perspectivas en nuestra forma de entender la Segunda Guerra Mundial. Un libro que desvela que el papa Pío XII, al que incluso algunos han llegado a apodar como el Papa nazi, en realidad fue una pieza básica para la derrota de Hitler. Con la tensión narrativa y el suspense de los mejores relatos de espionaje.
Y ofrece el aperitivo de poder leer por internet el primer capítulo, capítulo que es todo una pura fantasía. Esa tarde del 2 de marzo de 1939, la fumata bianca anunciaba la elección del cardenal Pacelli con el nombre de Pío XII. Después de su aparición en la logia central de la Basílica de San Pedro y las aclamaciones de los romanos, que vieron que después de muchos años, un Papa nacido en Roma era elevado a la sede de San Pedro, se retiró a sus apartamentos evidentemente cansado. Recibió a algunos de sus amigos y cuando quedó solo con sus tres monjas alemanas que lo cuidaban pudo cenar y rezar el rosario con ellas. Las monjas se retiraron después a sus estancias y el nuevo Papa, como de costumbre, siguió trabajando, supongo, en el discurso del día siguiente ante los cardenales. A las seis de la mañana, ya estaba en pie para los rezos matutinos y la misa que ofició ante sus monjas, entre ellas sor Pascalina.
Pues no. Riebling comienza su libro fantaseando sobre esa primera noche del nuevo Papa. Cuenta el susodicho escritor norteamericano:
–Cuando volvió a su aposento se encontró un pastel de cumpleaños con sesenta y tres velas. [Ese día cumplía Pío XII 63 años]. Le dio las gracias a su ama de llaves [supongo que se refiere a Sor Pascalina], pero no probó el pastel. Tras rezar el rosario, hizo venir a su inseparable compañero, monseñor Ludwig Kaas. Ambos salieron de la estancia papal y no volvieron hasta las dos de la madrugada.
Ludwig Kaas era el administrador de la Basílica de San Pedro. Y sigue narrando Riebling: Esa noche…
–Pacelli y Kaas cruzaron los pasillos de la parte posterior del palacio y entraron en un hueco del muro meridional de la Basílica de San Pedro. Tras pasar por entre las estatuas de san Andrés y de santa Verónica, llegaron a una puerta. Por ella accedieron a un túnel que llevaba hasta otra puerta pesada, hecha de bronce y provista de tres cerraduras. Kaas la abrió con las llaves de su breviario y una vez dentro la volvió a cerrar. Siguió entonces a Pacelli, y tras descender por una escalera metálica, llegaron a la cripta vaticana.
Allí estuvieron –dice Riebling– hasta las dos de la madrugada…
Si todo el resto del libro es igual de fantasioso como esta primera página de su libro, apaga y vámonos.
Yo tengo prevención de estos considerados historiadores norteamericanos que se pasean por el mundo sabiendo únicamente inglés. Con el inglés podrán ir a cualquier parte del mundo, pero con el solo inglés no se investigan archivos que están en lenguas como el latín, el italiano, el francés o el alemán. Es lo que dice la editorial en la publicidad del libro. Está escrito…
Con la tensión narrativa y el suspense de los mejores relatos de espionaje.
Y me coloca a un Pío XII, «Jefe» de una conspiración para asesinar a Hitler con «el suspense de los mejores relatos de espionaje».
Esa conspiración está contada en un libro mío titulado «Pío XII versus Hitler y Mussolini» (Editorial Monte Carmelo, 2014), donde relato sin fantasías de cowboys, la verdad de la trama que organizó el almirante Canaris, jefe de la Abwehr, servicio de espionaje militar alemán, convencido de que Hitler, «un aficionado a la política con ideas de conquistar el mundo», arruinaría Alemania. El estallido de la guerra precipitó el deseo de llevar a cabo la operación de derrocar a Hitler. Necesitaban los conjurados para ello a Gran Bretaña y Francia y para conectar con las dos potencias aliadas se valieron de la intermediación del Vaticano. Es toda una operación compleja que reflejo en el capítulo 11 de mi libro con el título de: «Complot contra Hitler».


 Quien quiera saber la verdad, sin fantasías norteamericanas, en mi libro está. Lo que ocurre es que el libro se halla en una Editorial humilde y yo, personalmente, no tengo un rimbombante apellido americano, que mola mucho.
Una cosa tiene el libro de Riebling: desbanca la teoría de ese otro libro nefasto de un exseminarista inglés que tituló «El Papa de Hitler», pero le echa el sambenito de hacerlo poco menos que el «Jefe» de una conspiración triple para liquidar al tirano, que para un católico, dice, no es pecado.
Finalmente, ¿sabéis una cosa? No pienso comprar el libro de Riebling. No me mola, como dice la chavalería.

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