Esta pillería de que la Madre María de la
Purísima, Hermana de la Cruz, elevada a los altares el 18 de octubre de 2015
por el papa Francisco, fumaba de joven, cuando todavía se llamaba María Isabel
Salvat y era alumna de las Irlandesas en Madrid, me lo confirmó su íntima amiga
de colegio Maricar Ibáñez, fallecida hace tan solo un año. Fumaban las dos.
Cuando podían, en la calle… Incluso en casa. Ella tenía un tocadiscos. La amiga
llevó unos discos y montaron una pequeña fiesta en casa de María Isabel. Y fumaron.
La foto «falsa». Se la
hizo en su casa de Madrid
antes de entrar en las
Hermanas de la Cruz.
La amiga confesó:
–Fue mi primer cigarrillo.
Este detalle de fumar no aparece en la Positio de la Madre María de la
Purísima. La Positio es un tomo
voluminoso que contiene la síntesis de toda la documentación relativa a cada
fase del proceso de beatificación. En ella aparece un compendio de su vida,
escritos, testimonios de los testigos… Con el estudio de la Positio, los teólogos consultores
estudian las virtudes de la Sierva de Dios y emiten un dictamen, que pasa a la
Congregación Ordinaria de Cardenales y Obispos. Si el resultado es positivo, la
Sierva de Dios pasa a ser Venerable y los pasos siguientes, de beatificación y
canonización, se darán tras los respectivos milagros igualmente aprobados.
Maricar al confesar que fumaban ya tan jóvenes,
me dijo:
–Esto no es pecado.
Ciertamente no, Maricar, y me confirmó que
las dos eran unas chicas decididas y avanzadas a su tiempo.
Un día las dos amigas deciden hacerse
monjas. Maricar, su amiga «gemela», ha logrado el permiso de su madre. Tiene ya
19 años. A María Isabel le falta el permiso paterno. Y se les ocurre a las dos
iniciar una novena a la Inmaculada para que la Virgen ablande el corazón de su
Papaíto. Si lo logra, María Isabel pedirá que en el convento se llame como la
Virgen Inmaculada. Y don Ricardo, su padre, se ablandó. Llegado el momento, le
dijo a su hija:
–Ya veo que es tu ilusión y no algo
pasajero. Pero se va la alegría de mi casa.
Maína, la madre, toda contenta, presiente
que su hija será algo grande porque siempre aspira a lo más perfecto.
Las dos amigas han tomado la decisión de
entrar el mismo día en el convento. María Ibáñez, Maricar, en el noviciado de
Castilleja de la Cuesta, junto a Sevilla, de Madres Irlandesas; María Isabel,
en la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz.
Hay que prepararse para la entrada en el
convento. Será para las dos, María Isabel y Maricar, el 8 de diciembre de 1944,
festividad de la Inmaculada Concepción. Se acerca el día de la marcha. Pero
Maína, la madre, quiere tener un recuerdo fotográfico de su hija. Sabe que las
Hermanas de la Cruz son muy estrictas y que dentro del convento no habrá fotos.
Maína pidió un hábito a las Hermanas de la Cruz de la casa de Madrid y María
Isabel, vestida de monja, se fotografió en su casa. Es una foto que falsea la
realidad, aún no es monja ni ha pasado por el noviciado. Pero es una foto
simpática. A su madre le hizo ilusión y a don Ricardo, quién sabe, tal vez se
le torció un poco el bigote.
Marcharon a Sevilla en tren. María Isabel
viajó con su madre y su hermana Margarita; Maricar Ibáñez con su madre María y
dos hermanos. Al llegar a Sevilla, los Ibáñez pretenden ir al Hotel Alfonso
XIII, el más lujoso de la ciudad, pero a Maína le pareció demasiado ostentoso y
se alojaron finalmente en el Hotel Inglaterra, en pleno centro de Sevilla, en
la Plaza Nueva, frente al Ayuntamiento.
Llegaron la víspera de la Inmaculada.
Visitaron la ciudad y tomaron contacto con los respectivos conventos. El 8 de
diciembre es un día grande en Sevilla. En la catedral hay solemne pontifical y
seguro estoy que asistirían a él, con bendición papal con indulgencia plenaria
dada por el arzobispo, cardenal Segura.
Ese mediodía las dos familias tienen en el
hotel la comida de despedida. María Isabel ha de entrar a las 6 de la tarde.
Maricar tomará el camino de Castilleja de la Cuesta, donde está el noviciado de
las Irlandesas.
Tras la comida familiar, se dicen las dos:
–Vamos a fumar nuestro último cigarrillo.
Y se encerraron en un cuarto del hotel Inglaterra
y se fumaron el último cigarrillo de sus vidas. A mayor gloria de Dios.
–Nos costó sangre y lágrimas a Isabel y a
mí separarnos. Lo de la familia, el mundo y sus vanidades lo teníamos asumido
–cuenta Maricar.
Después… prácticamente no se verán ya mucho
en la vida. Se les abren horizontes distintos. María Isabel atravesó el portón
de la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz a las 6 de la tarde. Allí la
dejaron su madre y su hermana Margarita. La recibió la maestra de novicias,
Hermana María Ignacia. La ceremonia de entrada es breve y sencilla. Pasaron a
rezar a la capilla; después, bajaron a la cripta donde reposaban entonces los
restos de Sor Ángela de la Cruz. Por último, Sor María Ignacia llevó al
noviciado a la nueva postulante, que cambió su ropa de calle por un sencillo
uniforme para los seis meses de postulante antes de comenzar el noviciado.
En la catedral, a esa hora, bailaban los
Seises ante el Santísimo. En las Hermanas de la Cruz ha entrado una postulante
que con el tiempo subirá a los altares como santa María de la Purísima. Tal día
como hoy, 20 de febrero de 1926, nació en Madrid en una casa del barrio de
Salamanca donde años atrás, 22 de diciembre de 1870, falleció el poeta del amor
y del dolor, Gustavo Adolfo Bécquer.
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