sábado, 1 de julio de 2017

Letanías a mis santos protectores

El papa Francisco, en una reciente audiencia de los miércoles, ha dicho:
Y puedo deciros que yo lo he sentido así. Cuando mi corazón comenzaba ya a darme la lata, me hallaba yo en sacar adelante la biografía de santa Teresa de Jesús. E hice este concierto con la santa de Ávila:
–Tú cuida de mi corazón que yo me cuidaré de escribir una preciosa biografía sobre ti.
Cuando comencé el libro sobre san Juan de la Cruz, concerté con él un nuevo contrato. Y lo mismo ocurrió con Teresa de Lisieux y con Edith Stein, etcétera.


Como últimamente he pasado por un momento más que especial con intervención quirúrgica en mi corazón y aún me encuentro en la convalecencia, se me ha ocurrido acudir a todos aquellos santos de los que he escrito en mi vida. Y me he hecho una letanía, ya bastante larga, con ellos. Que pienso recitar de continuo. Son mis santos protectores, mis santos de devoción, aquellos que, como dice el papa Francisco, «nos acompañan con su intercesión en los momentos claves de nuestra vida».
Esta es mi letanía de los santos:

Salve Madre Inmaculada... Ruega por mí.
–Santa Ángela de la Cruz, la zapatera de Dios… Ruega por mí.
–Santa Madre María de la Purísima, una sonrisa de cielo…
–San Fernando, el monarca que plantó las raíces cristianas en la Sevilla de hoy…
–San Isidoro de Sevilla, el obispo sabio…
–San Diego de Alcalá, el lego milagrero…
–San Juan de Dios, el «loco» de Granada…
–San Isidro labrador, jornalero del campo…
–San Ildefonso de Toledo, el capellán de la Virgen…
–Santa Teresa de Jesús, esa mujer…
–San Juan de la Cruz, celestial y divino…
–San Francisco de Borja, el duque jesuita…
–San Alonso Rodríguez, el humilde portero…
–San Valentín de Berriochoa, obispo mártir en Vietnam…
–Santa Gema Galgani, sufrir con Jesús…
–Santa Catalina de Siena, santa de Europa…
–Santa Teresa de Calcuta, madre de los pobres…
–San Pancracio, salud y trabajo…
–Santa Rita de Casia, la santa de lo imposible…
–Santos Cosme y Damián, «médicos de Cristo»…
–Santa Teresa de Lisieux, huracán de gloria…
–San Pedro Claver, el esclavo de los esclavos negros…
–Santa Bárbara, mártir y protectora…
–San Alfonso María de Ligorio, abogado de los pobres…
–San Eloy, patrono de los plateros…
–Santos Luis y Celia Martin, padres de Teresa de Lisieux…
–Santa Josefina Bakhita, la esclava negra…
–Santa Benedicta de la Cruz Edith Stein, mártir en Auschwitz…
–Santos Pablo Miki y compañeros, mártires del Japón…
–Santa Beatriz de Silva, adalid de la Inmaculada…
–San Luis Orione, apóstol de la misericordia…
–Santa Olga, la princesa de Rusia…
–Beato Leopoldo de Alpandeire, la humildad del Poverello de Asís…
–Venerable Fernando de Contreras, apóstol de Sevilla, redentor de cautivos…
–Venerable Dolores Márquez, fundadora de la Casa de Arrepentidas…
–Siervo de Dios, Miguel Mañara, Caballero de los pobres…
–Sierva de Dios Sor Bárbara de la Giralda, la hija del campanero…
–Sierva de Dios María Emilia Riquelme, misionera del Santísimo Sacramento y María Inmaculada…
Podría seguir, porque también tengo publicado un libro titulado «Santos del Pueblo», con una serie de santos de la devoción popular, que daría otra larga lista de santos para mis letanías. Y en imprenta se halla san Atilano, patrono de Zamora y Tarazona, y en preparación una santa norteamericana, santa Isabel Ana Bayley Seton, primera santa católica nacida en los Estados Unidos, fundadora de la primera escuela católica del país, y de la primera congregación estadounidense de religiosas, las Hermanas de la Caridad.
Cuán diversos son todos estos santos en sus caracteres, cuán diversas sus vidas, y cómo han sabido arrostrar el caminar diario a la luz de la fe. Al escribir de ellos y profundizar en sus vidas, ellos me estimulan a seguir adelante arrostrando mis dificultades con humor y fe, aunque sé cuán lejos estoy de la huella de santidad que ellos han dejado.
Ha dicho también el papa Francisco:
–Cuando necesitamos, Dios nos envía un ángel o a los santos que viven entre nosotros.
Yo me he ganado, como veis, la intercesión de un buen puñado de santos. Laus Deo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario