Esta es la historia sorprendente de un
sevillano, que a caballo del siglo XVI al XVII, vivió la friolera de 121 años. Se
llamó Juan Bautista Ramírez de Bustamante Calderón de
la Barca y Barrera: cinco veces casado, 42 hijos más 9 bastardos, infinidad
de nietos y, en los postreros años de su vida, ordenado de sacerdote.
Nació en Sevilla el 24 de junio de 1557 de
familia noble y rica. Realizó sus estudios en el Colegio de Santa María de
Jesús, antecedente de la Universidad de Sevilla. A los veintidós años partió
hacia América donde se enfrascó en el conocimiento del mundo indio, llegando a
dominar hasta siete idiomas nativos.
Regresó a Sevilla en 1603, donde contrajo
sucesivos matrimonios. Extractamos de su inquieta vida los datos que aparecen
en su partida de defunción de la parroquia de San Lorenzo, «porque es digno de
reparo y maravilla rara las cosas que en el discurso de su vida le sucedieron».
Gracias a esta partida de defunción, hemos
podido saber de las andanzas de su vida.
Casado cinco veces, «el primero matrimonio
fue con doña Lucrecia Ana de Aguilar, hija de Gaspar Rodrigo, y de doña
Francisca de Figuerosa Laso de la Vega; de segundo matrimonio casó con doña Ana
Bernabela de Zamora, viuda y doncella; de tercero matrimonio casó con doña
María de Arana, viuda; de cuarto matrimonio casó con doña Violante de Estrada y
Quixada; de quinto matrimonio casó con doña Beatriz de Obregón y Armenta viuda;
tuvo de estos matrimonios muchos hijos, que dicen que fueron cuarenta y dos, y
bastardos nueve; pudo poblar él solo, con sus hijos y nietos, una isla. Fue de
venerable persona, y muy capaz, aun en esta edad que murió, pues en ella estaba
componiendo un libro de alabanzas de nuestra Señora, en octavas rimas, sonetos
y canciones; y de edad de cuarenta y seis años compuso otro libro en versos
diferentes a diferentes asuntos. Fue Alguacil Mayor de este Arzobispado, en
tiempo de el Sr. Don Luis Fernández de Córdoba, Arzobispo que fue de Sevilla;
navegó muchos años, sabía siete lenguas de indios; fue Mayordomo de el Convento
de mi Señora Santa Ana de esta ciudad; fue Escribano de Cámara de la Real
Audiencia de esta ciudad, y escribano de Acuerdo de dicha Audiencia. Fue
Secretario de la Contratación de esta ciudad; fue Notario Mayor de la Religión
de San Juan, en Sevilla, Tocina y Alcolea, y Mayordomo de Santa Isabel de la
misma Orden. Se ordenó de Sacerdote el año de mil seiscientos y cincuenta y
seis [a los 99 años] y celebró hasta fin de sus días y murió de una caída que dio
en las pasaderas de San Francisco de Paula, con tanta capacidad como siempre
vivió. Juzgo está gozando de Dios, que era varón justo».
El 1 de octubre de 1678, los beneficiados
de la parroquia de San Lorenzo enterraron a don Juan Ramírez de Bustamante en la
bóveda reservada a los sacerdotes.
¡Hay por esos mundos quien haya producido
más que este requeteviejo Juan Bautista Ramírez de Bustamante Calderón de la
Barca y Barrera! Habría que cantarle aquello de:
–¡A la bin, a la ban, a la bin bon ban, Juan
Bautista, Juan Bautista, y nadie más!
Sevilla, un mundo profundo y complejo. Hay muchas historias por contar. Tantas que resultan una inmensidad inabordablw.
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