Llegó hace unos años a Sevilla una monja
mexicana, franciscana clarisa, que reside en el convento de Santa María de
Jesús. Y le enseñé algo de la ciudad.
–¿Qué quieres ver de Sevilla, sor Leticia?
–le dije.
–La Macarena– me contestó.
No me dijo ver la Giralda, la Torre del Oro
o el Barrio de Santa Cruz. Quería rezar a los pies de la Macarena, que para
ella era la Virgen de Sevilla, como la Guadalupana lo es de México.
¿Cómo le explico que existen en Sevilla
otras bellísimas imágenes, como la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad y
de la archidiócesis, la Hiniesta, patrona municipal, la Trianera, etcétera,
etcétera?
En México se habla de la Macarena, ella solo
sabe de la Macarena, ha oído ponderar su extraordinaria belleza. Quiere ver a
la Macarena.
Y la complací.
Hoy es su día, 18 de diciembre, Nuestra
Señora de la Esperanza.
La Macarena es un lujo de Sevilla, su
postal más bella, la embajadora de esta tierra de María Santísima. Sevilla,
sabedora de ello, la coronó canónicamente en 1964 y el Ayuntamiento le impuso
en 1971 la Medalla de Oro de la ciudad.
Ya
cada nueva mañana
es
la Giralda oración
que
en repique de campana
canta
tu Coronación
¡Macarena
Soberana!
...
Para
amainar esa pena
que
surca por tu mejilla
–nardo,
jazmín y azucena–
te
va a coronar Sevilla
¡Esperanza
Macarena!
Son las Coplillas de la Macarena, de
Antonio Rodríguez Buzón, que pronunció el Pregón de la Coronación en el Teatro
San Fernando con motivo de su coronación canónica el 31 de mayo de 1964.
La Virgen, preciosa, fue trasladada a la
catedral la tarde del 27 de mayo. Durante los tres días siguientes se celebró
un triduo, presidido cada día por un obispo. La coronación, prevista realizarse
en la Plaza de España, hubo de suspenderse ante el inoportuno aguacero que cayó
la madrugada del 31 de mayo. Se celebró ese día por la tarde en el trascoro de
la catedral, oficiado el acto por el cardenal Bueno Monreal. En la presidencia
de honor se hallaba el general Franco con su esposa. Actuaron de padrinos el
Ayuntamiento de Sevilla, representado por su alcalde, don José Hernández Díaz,
y las Hermanas de la Cruz, representadas por una niña acogida, Inmaculada
Rodríguez.
El retorno a su iglesia hubo de retrasarse
varios días debido al mal tiempo. La Virgen fue devuelta a su templo el 3 de
junio, siete días después de haber salido de él. La gente macarena, con mucha
gracia, se lo reprochó cariñosamente con esta copla:
¡Te
fuiste por cuatro días
y
tardas siete en volver!
¡Madre
mía, Macarena,
no
nos lo vuelvas a hacer!
La fundación de la Hermandad de la Macarena
fue así, en pocas palabras.
Los monjes basilios comenzaban sus primeros
pasos en Sevilla con la fundación del Colegio de San Basilio, en la actual
calle Relator, cuando el padre Bernardo de la Cruz, su fundador, pensó
acompañar la nueva casa con una especie de orden tercera o nueva hermandad de
penitencia, de rigurosa espiritualidad y decidida vocación caritativa hacia los
enfermos de hospitales, recogiendo así la espiritualidad basiliana. Presentada
la licencia de erección de la Cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza y
hermandad de penitencia a la autoridad eclesiástica, fue aprobada por el
canónigo Iñigo de Lisiñana, provisor y vicario general del arzobispo don Rodrigo
de Castro, el 24 de noviembre de 1595. Fecha considerada como arranque de la
Hermandad de la Macarena, más de cuatro siglos ya de existencia.
Treinta años después, en 1624, se
constituyó en cofradía y logró entrar en el reducido número de las que
procesionaban en Semana Santa.
En 1653, la hermandad se trasladó de San
Basilio a la iglesia parroquial de San Gil, en el barrio de la Macarena. Tomó
entonces el título de la Sentencia de Muerte que dieron a Cristo Nuestro
Redentor y María Santísima de la Esperanza. A finales del siglo XVIII se
fusionó con la Hermandad del Santo Rosario de San Gil, con la condición de que
cada corporación conservara mayordomo y secretario propios. El título
definitivo de la cofradía, conocida popularmente por la Macarena, es hoy Real,
Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, Santísimo Cristo
de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza.
Y en San Gil, la parroquia del popular
barrio de la Macarena, ha permanecido la Hermandad hasta la llegada del Frente
Popular en febrero de 1936 con la posterior quema del templo el 18 de julio,
inicio de la guerra cvil. La Virgen Macarena, previsoramente oculta desde
febrero en la vivienda de un cofrade, se salvó. En la iglesia de la
Anunciación, de la antigua Universidad, se le dio culto hasta la inauguración
de su nueva sede en 1949, adosada a la parroquia de San Gil. El 7 de octubre de
1966, el nuevo templo fue consagrado como Basílica menor, con todas las gracias
y privilegios concedidas por los Papas a estos santuarios, enaltecidos por su
devoción, peregrinación de fieles y ornamentación especial.
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