Habemus
Papam! El 13 de marzo de
2013, en la quinta votación, salió elegido el arzobispo de Buenos Aires, el
cardenal Jorge Mario Bergoglio, primer Papa latinoamericano y primer jesuita de
la historia. Era también un hecho prácticamente inédito en la Iglesia: la
convocatoria de un cónclave para la elección de un Papa tras la renuncia del
anterior. El martes se cumplen cinco años de su pontificado.
Lo vi por televisión, en una Roma ya
anochecida, asomado al Balcón Papal de la Basílica de San Pedro. Apareció sin la
muceta púrpura ribeteada con piel de armiño que usaban los papas anteriores y
declarándose simplemente como obispo de Roma. En días siguientes lo veríamos al
completo con sus zapatones negros y no los rojos cardenalicios. Antes de
impartir su primera bendición, solicitó la bendición del pueblo para él. Al día
siguiente, en el coche de un empleado del Vaticano, fue a recoger sus cosas a
la residencia romana donde se hospedaba y pagó la factura de su estancia. Y se
negó a vivir en el suntuoso Palacio Apostólico y buscar hospedaje permanente en
la Casa Santa Marta, donde estuvo alojado como cardenal durante el cónclave.
¿Será así también el Papa Bergoglio? ¿Un
Papa inconformista? ¿Dominará a la Curia romana o será, como los demás,
engullido por la maquinaria burocrática curial?
Acaba de aparecer un libro en Italia
titulado La Chiesa immobile, de Marco
Marzano, que niega que, en estos cinco años de pontificado, donde se ha hablado
del Papa Francisco como un revolucionario, esté interesado en cambiar
radicalmente la Iglesia. «Los grandes nudos de cualquier reformador católico
son la reforma de la Curia, la doctrina moral y de la sexualidad, el celibato
obligatorio del clero y el papel de las mujeres». Y ello, dice, no lo ha
logrado.
No es fácil, en un mundo secularizado como
es Occidente y discretamente cristiano en el resto del mundo, entrar en las
estructuras de una Iglesia secular como un elefante en una cacharrería. A pesar
de las críticas, después de cinco años, la figura del Papa Francisco se ha
agigantado, considerado como un líder mundial, con más predicamento en el
exterior incluso que en el interior de la Iglesia en ciertos sectores
conservadores, también de cardenales y obispos, alguno de ellos español, aunque
lo disimule. En Pentecostés del 2015, en Der
Spiegel, la revista semanal más importante de Alemania, apareció un
artículo de Walter Mayr que lo tituló: «El rebelde de la plaza de San Pedro». Y
en verdad que, sin prisas pero sin pausa, está tratando de poner en orden la
administración de la Curia, con la puesta en marcha de una comisión de
cardenales, formado por monseñores también del Sudeste asiático y de Oceanía,
que ha empezado a trabajar en la reforma de la Curia romana y el examen de
cuentas del IOR, banco del Vaticano.
¿Dónde están ahora los sesenta
historiadores, teólogos y sacerdotes que divulgaron el año pasado una carta
enviada al Papa Francisco en la que le señalaban siete presuntas «herejías»
contenidas en su exhortación apostólica sobre la familia «Amoris Laetitia»? La misiva, de 25 páginas y titulada «Correctio
filialis de haeresibus propagatis» (Una corrección filial con respecto a la propagación de herejías),
fue remitida al pontífice el pasado 11 de agosto. El documento sostenía que el
Papa Bergoglio «a través de su exhortación apostólica ‘Amoris laetitia’, como también por otras palabras, actos y
omisiones que se le relacionan, ha sostenido siete posturas heréticas en
referencia al matrimonio, la vida moral y la recepción de los sacramentos». Subrayan
que «ha provocado que estas opiniones
heréticas se propaguen en la Iglesia católica». Y le acusan poco menos
de estar influenciado por las ideas de Martín Lutero y afirmando que el fraile
agustino «tenía ideas sobre el matrimonio, el divorcio, el perdón y la ley
divina», similares a algunas del Papa. Es curioso que entre los teólogos, profesores, historiadores y sacerdotes de
todo el mundo que firmaron esta carta destaque el nombre del banquero Ettore
Gotti Tedeschi, expresidente del banco vaticano, el IOR.
Pues que se fastidien estos teólogos,
profesores, historiadores y sacerdotes… El pueblo cristiano está muy contento
con el Papa Francisco, sencillo como una paloma, pero cauto como la serpiente,
ante tantos guardianes de la ortodoxia.
Le deseo que tenga un feliz aniversario de
Papado y, como dice la copla, «que cumpla muchos más».
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