domingo, 11 de marzo de 2018

Papa Francisco, cinco años de pontificado


Habemus Papam! El 13 de marzo de 2013, en la quinta votación, salió elegido el arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Mario Bergoglio, primer Papa latinoamericano y primer jesuita de la historia. Era también un hecho prácticamente inédito en la Iglesia: la convocatoria de un cónclave para la elección de un Papa tras la renuncia del anterior. El martes se cumplen cinco años de su pontificado.
Lo vi por televisión, en una Roma ya anochecida, asomado al Balcón Papal de la Basílica de San Pedro. Apareció sin la muceta púrpura ribeteada con piel de armiño que usaban los papas anteriores y declarándose simplemente como obispo de Roma. En días siguientes lo veríamos al completo con sus zapatones negros y no los rojos cardenalicios. Antes de impartir su primera bendición, solicitó la bendición del pueblo para él. Al día siguiente, en el coche de un empleado del Vaticano, fue a recoger sus cosas a la residencia romana donde se hospedaba y pagó la factura de su estancia. Y se negó a vivir en el suntuoso Palacio Apostólico y buscar hospedaje permanente en la Casa Santa Marta, donde estuvo alojado como cardenal durante el cónclave.


 Se llama Papa Francisco y ha querido iniciar su pontificado con estas premisas franciscanas: pobreza, humildad y sencillez. Un nombre, el de Francisco, inédito en el nomenclátor papal. Evidentemente, con clara resonancia a la figura del Santo de Asís. El nombre de Francisco surge con Francisco de Asís. Amigo y hermano de todas las criaturas, Francisco nació en Asís en 1181 o 1182. Su padre Pedro Bernardone era un rico comerciante de paños; su madre Juana, llamada la señora Pica, era originaria de la Provenza francesa. Ella dio a luz en ausencia de su marido, que se hallaba en Francia, y le puso por nombre Juan, en honor del Bautista. Pero cuando el padre volvió, le llamó cariñosamente Francesco, que prevalecerá sobre el nombre de Juan. Francesco, en la lengua vulgar medieval, equivalía a «francés». La criatura apareció ante su padre como Francesco, «el francesito», un niño que saldrá un inconformista del siglo XIII y convertirá la «pobreza» en el eje del movimiento franciscano por él fundado.
¿Será así también el Papa Bergoglio? ¿Un Papa inconformista? ¿Dominará a la Curia romana o será, como los demás, engullido por la maquinaria burocrática curial?
Acaba de aparecer un libro en Italia titulado La Chiesa immobile, de Marco Marzano, que niega que, en estos cinco años de pontificado, donde se ha hablado del Papa Francisco como un revolucionario, esté interesado en cambiar radicalmente la Iglesia. «Los grandes nudos de cualquier reformador católico son la reforma de la Curia, la doctrina moral y de la sexualidad, el celibato obligatorio del clero y el papel de las mujeres». Y ello, dice, no lo ha logrado.
No es fácil, en un mundo secularizado como es Occidente y discretamente cristiano en el resto del mundo, entrar en las estructuras de una Iglesia secular como un elefante en una cacharrería. A pesar de las críticas, después de cinco años, la figura del Papa Francisco se ha agigantado, considerado como un líder mundial, con más predicamento en el exterior incluso que en el interior de la Iglesia en ciertos sectores conservadores, también de cardenales y obispos, alguno de ellos español, aunque lo disimule. En Pentecostés del 2015, en Der Spiegel, la revista semanal más importante de Alemania, apareció un artículo de Walter Mayr que lo tituló: «El rebelde de la plaza de San Pedro». Y en verdad que, sin prisas pero sin pausa, está tratando de poner en orden la administración de la Curia, con la puesta en marcha de una comisión de cardenales, formado por monseñores también del Sudeste asiático y de Oceanía, que ha empezado a trabajar en la reforma de la Curia romana y el examen de cuentas del IOR, banco del Vaticano.
¿Dónde están ahora los sesenta historiadores, teólogos y sacerdotes que divulgaron el año pasado una carta enviada al Papa Francisco en la que le señalaban siete presuntas «herejías» contenidas en su exhortación apostólica sobre la familia «Amoris Laetitia»? La misiva, de 25 páginas y titulada «Correctio filialis de haeresibus propagatis» (Una corrección filial con respecto a la propagación de herejías), fue remitida al pontífice el pasado 11 de agosto. El documento sostenía que el Papa Bergoglio «a través de su exhortación apostólica ‘Amoris laetitia’, como también por otras palabras, actos y omisiones que se le relacionan, ha sostenido siete posturas heréticas en referencia al matrimonio, la vida moral y la recepción de los sacramentos». Subrayan que «ha provocado que estas opiniones heréticas se propaguen en la Iglesia católica». Y le acusan poco menos de estar influenciado por las ideas de Martín Lutero y afirmando que el fraile agustino «tenía ideas sobre el matrimonio, el divorcio, el perdón y la ley divina», similares a algunas del Papa. Es curioso que entre los teólogos, profesores, historiadores y sacerdotes de todo el mundo que firmaron esta carta destaque el nombre del banquero Ettore Gotti Tedeschi, expresidente del banco vaticano, el IOR.
Pues que se fastidien estos teólogos, profesores, historiadores y sacerdotes… El pueblo cristiano está muy contento con el Papa Francisco, sencillo como una paloma, pero cauto como la serpiente, ante tantos guardianes de la ortodoxia.
Le deseo que tenga un feliz aniversario de Papado y, como dice la copla, «que cumpla muchos más».

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