sábado, 1 de diciembre de 2018

Doña María Coronel, bella leyenda sevillana


Secularmente se celebra en Sevilla el 2 de diciembre el Día de doña María Coronel, que se desfiguró el rostro con aceite hirviendo en el monasterio de Santa Clara para huir de las lazos amorosos de don Pedro el Cruel.
Como diría Muñoz y Pabón: «Sé tú mi musa, Sevilla, cuéntame lo que tú cuentas…». Y Sevilla, desde el siglo XIV, recita una leyenda que impregna a la ciudad de olor de flores de arriate y de verde perejil.


 La escena primera se sitúa al pie de la torre de don Fadrique, ubicado en la huerta del monasterio. Por los años sesenta del siglo XIV, Santa Clara es un monasterio floreciente. A él acude doña María Coronel, ya viuda de don Juan de la Cerda y todavía joven de veintitantos años, a guardar su llorada soledad y huir de los hostigamientos amorosos del rey don Pedro. Pero los muros del convento no bastan para frenar a tan altivo rey. Si llama a la puerta, ¿qué hacer? ¿Cómo impedirle la entrada?
Y el día fatídico llegó.
Unos emisarios del rey llevan órdenes de conducir a doña María Coronel al Alcázar. Revuelos de tocas por el convento. Carreras precipitadas. En mínimos segundos, todo el monasterio es sabedor de la noticia. ¿Qué hará doña María Coronel?
Corre a la huerta y, al pie mismo de la torre de don Fadrique, se esconde en un hoyo que el hortelano había preparado de antemano. Otras monjitas cubren el hueco con tablas y echan tierra encima, para disimular el escondite. Pero el engaño es muy burdo. La tierra removida es una clara denuncia del cuerpo del delito. ¿Se darán cuenta los esbirros de don Pedro? Porque éstos ya han entrado en el convento, rompiendo toda clausura. Llegan a la huerta, después de haber hurgado por todo el monasterio. Y surge el prodigio.
La tierra removida se cubre de espesas matas de hierba, iguales a las de su alrededor. La leyenda dice que esas matas eran de perejil. ¿Qué simbolismo nos quiere sugerir la leyenda con el perejil?
Tratemos de encontrarlo. Perejil proviene del latín petroselinum, y éste del griego petrosélinon: de petra, piedra, y sélinon, perejil. Esto dicen los diccionarios etimológicos. Si nos vamos a las lenguas modernas, resulta que en francés suena persil, en italiano prezzemolo, en inglés parsley, en alemán petersilie, en portugués perrexil, en vasco perrezil, y en esperanto petroselo.
¿No se nota en la raíz de estos idiomas el sonido pedro o peter? No quisiera jugar a ciencia ficción, pero perejil viene a ser lo mismo que perojil. Lo que puesto en nombre y apellido resulta ser Pero Gil, es decir, Pedro Gil. ¿Y quién es este Pedro Gil?
Precisamente don Pedro I de Castilla. Su hermanastro Enrique, posteriormente Enrique II de Castilla, y todos los enemigos de Pedro I, lo llamaban despectivamente Pero Gil, hijo de una judía y no de doña María, reina de Castilla y esposa de Alfonso XI. Era una manera sutil de negarle la legitimidad al trono.
En verdad es una patraña urdida por los enemigos de Pedro I, pero ahí está la leyenda para dar nombre a una planta, pudo ser cualquier planta, mejor un campo de rosas, o de amapolas, y sin embargo la leyenda tiene empeño especial en decir que en aquella tierra removida surgió precisamente la planta de perejil, como para afearle al rey don Pedro su baja ascendencia.
La escena segunda se sitúa en el interior del monasterio. Es el rey en persona quien acude. No hay tiempo de avisar a doña María. La puerta reglar se abre ante el mandato imperioso de Pedro I, que corre presuroso por claustros y estancias en busca de doña María Coronel. Ésta, acosada, en carrera alocada, se refugia en la cocina, donde realiza el gesto heroico que la ha inmortalizado. El rey la sigue y la encuentra. Ya están frente a frente. Sobre el anafre de la cocina, una sartén chisporrotea hirviendo. No median palabras. Doña María Coronel se echa el aceite sobre su rostro que queda desfigurado de por vida.
Sevilla lo cuenta así.
He procurado dejarme embargar por la floritura del relato, por la musa del poeta, por las hablillas del pueblo. Tanto don Pedro I de Castilla como doña María Coronel son personajes muy de Sevilla, patrimonio de su tradición y de su historia. Han muerto, pero viven en el recuerdo indeleble de las tradiciones sevillanas. Protagonistas de un drama, muestran al visitante viajero el antagonismo de sus restos. Como antagónicas fueron sus vidas. Don Pedro el Cruel reposa sus cenizas en la cripta de la Capilla de la Virgen de los Reyes de la Catedral de Sevilla. Doña María Coronel muestra su cuerpo incorrupto en el monasterio de Santa Inés, por ella fundado en la casa solariega de sus padres y donde ella nació. Mañana domingo puede ser visitada y venerada esta bella heroína sevillana de la castidad.

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