Al celebrarse el 80 Aniversario de la
subida al trono pontificio de Pío XII, que se cumplió el pasado 2 de marzo, el
Papa Francisco ha tenido a bien sorprendernos con una buena noticia: abrir a la
consulta de los investigadores la documentación de los archivos relativos al
Pontificado de Pío XII, hasta su muerte en Castel Gandolfo el 9 de octubre de
1958, adelantándose así a su apertura prevista en 2028.
Francisco constata que el Papa Pacelli tuvo
que afrontar “uno de los momentos más tristes y oscuros del siglo XX, agitado y
en su mayor parte desgarrado por la Segunda Guerra Mundial” y la consiguiente
posguerra. Este anuncio lo dio en un encuentro con los 75 funcionarios del
Archivo Secreto Vaticano. El Papa Francisco terminó subrayando que “con la
misma confianza que mis predecesores, abro y confío este patrimonio documental
a los investigadores”, y subrayó que la Iglesia “no tiene miedo de la
historia”, sino que por el contrario “la ama, y quiere amarla más y mejor, como
Dios la ama”. Pensamiento idéntico al que pronunció Pío XII el 13 de junio de
1943: “La Iglesia no teme la luz de la verdad ni por el pasado, ni por el
presente, ni por el futuro”.
En los múltiples comentarios que he oído o
leído acerca de este hecho, que considero muy importante, en ninguno he
observado que se afirmara que ya, hace años, bajo el pontificado de Pablo VI,
fueron abiertos los archivos de la Secretaría de Estado del Vaticano del
período 1939 a 1945 referentes a las relaciones de Pío XII con Alemania y la
Segunda Guerra Mundial. Fruto de ello fueron 12 tomos, de 600 a 800 páginas
cada uno, trabajo confiado a los jesuitas Angelo Martini, Pierre Blet, Burkhart
Schneider y Robert Graham, y publicados por la Librería Editrice Vaticana entre
1965 y 1981. Luego parte y muy importante de los archivos vaticanos del período
más conflictivo del pontificado de Pío XII están ya al servicio de los
investigadores desde hace tiempo.
¿Y quién se compra y se lee esos tomos?, me
diréis. No hace falta, están en internet, sin cortapisas, de libre acceso a
cualquier investigador. Su título general: “Actes et
documents du Saint-Siège relatifs à la période de la Seconde Guerre Mondiale
(ADSS)”. Los estudios previos de cada tomo están
escritos en francés; los documentos, en sus lenguas originales: latín, italiano
y alemán preferentemente. Esos archivos me sirvieron para dar consistencia
histórica a mi libro “Pío XII versus Hitler y
Mussolini” (2014) y tratar con rigor histórico al Papa del siglo XX más
calumniado. Lo menos que se había dicho de él es que fue “el Papa del silencio”,
por no denunciar los crímenes de Hitler, y quizás lo más, ese insulto del
inglés John Cornwell, exseminarista, autor de “El Papa de Hitler” (¡menudo
título!), cuando calificó a Pío XII como «el clérigo más peligroso de la
Historia moderna».
Todo comenzó en 1963, cinco años después de
la muerte de Pío XII, con una obra de teatro titulada “El Vicario” de un tal
Rolf Hochhuth, que fuera de las juventudes hitlerianas y que, para descargar
toda la basura de mala conciencia de un pueblo alemán en connivencia con ese
monstruo de Hitler, buscó un chivo expiatorio, fuera de Alemania, en la figura
de Pío XII, como el artífice del mal. Si Pío XII hubiera hablado, Hitler no hubiera
hecho lo que hizo. ¡Qué simpleza!
Jean d’Hospital, corresponsal en Roma
durante veinte años del periódico francés “Le Monde”
y que siguió día a día las
vivencias de Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI, afirma que el papa Pacelli “ha
sido reprendido, deformado, emponzoñado por gentes mal intencionadas y
notablemente por un dramaturgo alemán, Hochhuth, que lo ha condimentado con
repugnantes ultrajes”.
–Presentar a Pío XII, cuando se le anuncia
la deportación de los judíos de Roma, preocupado más bien por las acciones de
bolsa, ¡qué ignominia! Según un cronista inglés, su silencio sería debido al
miedo que tenía de ser arrestado por las tropas del Reich que operaban en
Italia y deportado a Alemania. Insulto y mentira. La fuerza de carácter y la
firmeza de alma de Pío XII no pueden ser puestas en discusión.
A raíz de la polémica suscitada por esta
obra de teatro, comenzaron a salir cientos de libros y miles de artículos sobre
Pío XII, muchos de ellos infamantes. También han salido muchos otros libros en
defensa de Pío XII. Referiré solo dos: el del rabino norteamericano David G.
Dalin con el título: “El mito del papa de Hitler. Cómo Pío XII salvó a los
judíos de los nazis”. Y el de Pinchas Lapide, judío canadiense y diplomático
israelí: “Los tres últimos papas y los judíos”. Pinchas Lapide afirma que “Pío
XII salvó más judíos que todos los políticos del mundo occidental juntos”.
Esta polémica fue la que impulsó a Pablo VI
–colaborador inmediato de Pío XII y copartícipe de aquellos momentos críticos
de la guerra– a abrir los archivos de la Secretaría de Estado del Vaticano del
período 1939 a 1945 referentes a las relaciones con Alemania y la Segunda
Guerra Mundial.
Acusan a Pío XII de silencio ante el
Holocausto. Podría responder con Emile Poulat, uno de los mayores historiadores
del siglo:
–Este silencio que el Papa no habría roto,
¿quién lo ha roto? ¿Quiénes son los políticos «democráticos» que entonces
protestaron? ¿Cuáles son las fronteras que fueron abiertas para acoger a los
perseguidos?
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