Siento
que este viejo mundo está bastante disparatado. Pero tal vez sea solo la visión
distorsionada de un cura más que maduro que contempla con asombro por ese
cacharro de la tele las cosas que pasan por ahí. Últimamente, por referirme
solo a un hecho, recojo la hazaña protagonizada hace dos días por unas chicas
despelotadas a la puerta de una iglesia de Madrid cuando el cardenal Rouco
entraba en ella. Le tiraron bragas manchadas de rojo; una incluso le dio en la
cara. En los pechos en ventolera de estas jóvenes aparecían consignas escritas a
favor del aborto libre. Y lanzaban gritos de «el aborto es sagrado». ¡Qué sabrán
estas niñas qué es sagrado y qué es profano o laico! Como dice mi amigo Antonio
Burgos, eran «las tetarras de Femen con pelos en los sobacos».
En
ese cajón de sastre que es internet he visto con cierto estupor una página –que
me ha señalado mi amigo Antonio Ríos– donde escriben quienes se dicen «cuerpos feministas laicos». ¡Toma ya! Y comienzo a leer a
tan ilustres y lustrosos cuerpos laicos. Dicen por ejemplo:
–Para
el cristianismo la mujer no tuvo
alma hasta el año 585, en el segundo sínodo de Macon, salvo la
Virgen María, que siempre ha habido clases.
En
verdad, hice toda una licenciatura en teología en mis años jóvenes y hete aquí
que no topé con semejante aseveración. ¡Gracias, féminas laicas, por vuestra
aportación esclarecedora a mi supina ignorancia!
Y
dicen más cosas sobre la mujer, sobre el matrimonio, sobre el aborto, sobre las
condenas papales. Al parecer, los papas, en estos veinte siglos, no han hecho
otra cosa que condenar y condenar.
Por
ejemplo, dicen ellas:
–San
Pío X, ya en el siglo XX como era santo, prohibió el tango (por lascivo), las
patatas (bajo tierra-infierno) y el tabaco, cosa que no hacen ahora, aunque en
2005 Joseph Ratzinger ya condenó a Harry Potter.
Gracias
de nuevo. ¡Tantos años de estudios eclesiásticos y sin saber que teníamos
prohibidas las patatas, con lo buenas que están con un par de huevos fritos y
chorizo de mi pueblo! ¡Unas patatas que vinieron de América y libraron de la
hambruna secular a los países de Europa! Si el tango está prohibido por
lascivo, el papa Francisco está en grave pecado, porque él mismo ha confesado
que lo bailó en su juventud. Pero supongo que ya se habrá arrepentido de este mal
paso. Lo del tabaco, eso sí que no. Que san Pío X haya condenado el tabaco,
cuando él fumaba, me parece una incongruencia. Estas nenas podían haber puesto
por ejemplo a su antecesor, León XIII, que no fumaba, o a cualquier otro. ¡Puestas
a decir tonterías han ido a escoger el Papa que precisamente confesó en vida
que fumaba e incluso al tiempo de su proceso de canonización fue una de las pegas
que puso el que entonces se llamaba abogado del diablo! Y queda lo de Ratzinger.
¡Eso de condenar a Harry Potter! Se lo preguntaré cuando lo vea.
Y falta
el colofón final:
–En
el siglo XIX la Iglesia católica perdió a la clase obrera por colocarse al lado
de los patronos y condenar las revoluciones que luchaban por una sociedad más
justa. En el siglo XX perdieron a los jóvenes e intelectuales por adoptar
posturas filosóficas y culturales integristas y antimodernas. En este siglo
XXI, si no abandonan la senda patriarcal perderán también a las mujeres.
Viniendo
de unas mujeres feministas laicas, se agradece esta llamada de atención. Así
que, ánimo la clerecía joven, que yo estoy de jubilación permanente, atención
papa Francisco, atención Iglesia: ¡ya que hemos perdido a la clase obrera y a los
hombres, por favor, que no perdamos también a las mujeres! Nos lo dicen unas
feministas. Hagámosle caso. Aunque luego se despeloten, echen las tetas al
aire, y digan que sus limones y sus… –perdón, eso– son «sagrados» para ellas.
¡Qué
mundo, Señor!
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