martes, 4 de febrero de 2014

Las tetarras

Siento que este viejo mundo está bastante disparatado. Pero tal vez sea solo la visión distorsionada de un cura más que maduro que contempla con asombro por ese cacharro de la tele las cosas que pasan por ahí. Últimamente, por referirme solo a un hecho, recojo la hazaña protagonizada hace dos días por unas chicas despelotadas a la puerta de una iglesia de Madrid cuando el cardenal Rouco entraba en ella. Le tiraron bragas manchadas de rojo; una incluso le dio en la cara. En los pechos en ventolera de estas jóvenes aparecían consignas escritas a favor del aborto libre. Y lanzaban gritos de «el aborto es sagrado». ¡Qué sabrán estas niñas qué es sagrado y qué es profano o laico! Como dice mi amigo Antonio Burgos, eran «las tetarras de Femen con pelos en los sobacos».
En ese cajón de sastre que es internet he visto con cierto estupor una página –que me ha señalado mi amigo Antonio Ríos– donde escriben quienes se dicen «cuerpos feministas laicos». ¡Toma ya! Y comienzo a leer a tan ilustres y lustrosos cuerpos laicos. Dicen por ejemplo:
–Para el cristianismo la mujer no tuvo alma hasta el año 585, en el segundo sínodo de Macon, salvo la Virgen María, que siempre ha habido clases.
En verdad, hice toda una licenciatura en teología en mis años jóvenes y hete aquí que no topé con semejante aseveración. ¡Gracias, féminas laicas, por vuestra aportación esclarecedora a mi supina ignorancia!
Y dicen más cosas sobre la mujer, sobre el matrimonio, sobre el aborto, sobre las condenas papales. Al parecer, los papas, en estos veinte siglos, no han hecho otra cosa que condenar y condenar.
Por ejemplo, dicen ellas:
–San Pío X, ya en el siglo XX como era santo, prohibió el tango (por lascivo), las patatas (bajo tierra-infierno) y el tabaco, cosa que no hacen ahora, aunque en 2005 Joseph Ratzinger ya condenó a Harry Potter.
Gracias de nuevo. ¡Tantos años de estudios eclesiásticos y sin saber que teníamos prohibidas las patatas, con lo buenas que están con un par de huevos fritos y chorizo de mi pueblo! ¡Unas patatas que vinieron de América y libraron de la hambruna secular a los países de Europa! Si el tango está prohibido por lascivo, el papa Francisco está en grave pecado, porque él mismo ha confesado que lo bailó en su juventud. Pero supongo que ya se habrá arrepentido de este mal paso. Lo del tabaco, eso sí que no. Que san Pío X haya condenado el tabaco, cuando él fumaba, me parece una incongruencia. Estas nenas podían haber puesto por ejemplo a su antecesor, León XIII, que no fumaba, o a cualquier otro. ¡Puestas a decir tonterías han ido a escoger el Papa que precisamente confesó en vida que fumaba e incluso al tiempo de su proceso de canonización fue una de las pegas que puso el que entonces se llamaba abogado del diablo! Y queda lo de Ratzinger. ¡Eso de condenar a Harry Potter! Se lo preguntaré cuando lo vea.
Y falta el colofón final:
–En el siglo XIX la Iglesia católica perdió a la clase obrera por colocarse al lado de los patronos y condenar las revoluciones que luchaban por una sociedad más justa. En el siglo XX perdieron a los jóvenes e intelectuales por adoptar posturas filosóficas y culturales integristas y antimodernas. En este siglo XXI, si no abandonan la senda patriarcal perderán también a las mujeres.
Viniendo de unas mujeres feministas laicas, se agradece esta llamada de atención. Así que, ánimo la clerecía joven, que yo estoy de jubilación permanente, atención papa Francisco, atención Iglesia: ¡ya que hemos perdido a la clase obrera y a los hombres, por favor, que no perdamos también a las mujeres! Nos lo dicen unas feministas. Hagámosle caso. Aunque luego se despeloten, echen las tetas al aire, y digan que sus limones y sus… –perdón, eso– son «sagrados» para ellas.
¡Qué mundo, Señor!

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