jueves, 13 de marzo de 2014

¿Pero quién es el Papa?

Hoy se cumple un año de la elección del papa Francisco y los medios de comunicación están dando cuenta de ello con todo detalle. Por tanto, lo que yo diga no tendría mayor relevancia. Ya hablé del papa Francisco hace cosa de un mes en un “sermón” que titulé “A un año del papa Francisco”. Se cumplía entonces un año de la renuncia al papado de Benedicto XVI. Bueno será ahora salirme de la corriente y si hace un mes me referí al papa que emergía, o sea, Francisco, ahora, me gustaría decir alguna cosa del papa que se ha eclipsado, o sea, Benedicto XVI.
Andrea Tornielli, periodista vaticanista del que tengo un libro suyo sobre Pío XII que manejo en estos momentos para un futuro trabajo, escribió el 16 de febrero una carta a Benedicto XVI planteándole tres preguntas de actualidad. Respondían sus preguntas a una inquietud surgida en la prensa italiana e internacional que, con ocasión del primer aniversario de su renuncia al papado, ponía en duda la validez canónica de su gesto. Por ejemplo, señala Tornielli, dos artículos  de Antonio Socci, periodista y escritor muy conocido en Italia, quien el 12 de febrero escribió en el diario “Libero”: “El problema de la validez canónica de su dimisión es enorme”. Y días después, en el mismo diario, se preguntaba: “¿Pero quién es el Papa?”
Tornielli escribió a Benedicto XVI planteándole tres preguntas. La primera, sobre las dudas levantadas sobre la validez de su renuncia. La segunda, menos importante, creo yo, de por qué mantiene la sotana blanca y el nombre papal. Y la tercera, si la carta enviada por él a Hans Küng y de la que el teólogo suizo ha reproducido una de sus frases es literal o no. Se refiere a su relación con el papa Francisco. En esa frase, Benedicto XVI confiesa a Hans Küng que su relación con su sucesor es total. Decía la frase:
–Estoy agradecido de poder tener una gran identidad de miras y una amistad de corazón con el papa Francisco. Hoy veo como mi única y última tarea sostener su Pontificado en la oración.
Benedicto XVI no tardó en responder a Tornielli. En el membrete de la carta, confiesa el periodista italiano, no aparece el escudo papal que ostentó en su pontificado ni ningún otro blasón. Reproduzco su carta:

Ciudad del Vaticano
18-2-2014
Estimado Señor Tornielli:
Gracias por su carta del 16 de febrero. A sus preguntas respondo así:
1.          No existe la mínima duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino. La única condición de la validez es la plena libertad de la decisión. Especulaciones acerca de la invalidez de la renuncia son simplemente absurdas.
2.         El mantenimiento del hábito blanco y del nombre Benedicto es una cosa simplemente práctica. En el momento de la renuncia no había a disposición otros hábitos. Por otra parte, llevo la sotana blanca en modo claramente distinto de la del Papa. También aquí se trata de especulaciones sin el mínimo fundamento.
3.         El profesor Küng ha citado literal y correctamente las palabras de mi carta dirigida a él.
Espero haber respondido de modo claro y suficiente a sus preguntas.
Suyo en el Señor
Benedicto XVI

No solo no es habitual en la Iglesia, es un caso único en la historia, que dos papas (la expresión no es correcta, pero se entiende) convivan bajo un mismo suelo, en el pequeño espacio de los 0,44 kilómetros cuadrados de la Ciudad del Vaticano. Digo que la expresión no es correcta porque en estos momentos solo hay un papa ejerciente y otro emérito. No se puede hablar de una diarquía, es decir, del ejercicio de un papa número uno y de un papa número dos. En la época medieval se dio el caso de un papa en Roma y otro en Avignón. La historia se ha encargado de dilucidar quién era el verdadero y quién era el antipapa. Por ejemplo, el papa Luna, Benedicto XIII, tozudo aragonés, que se retiró a Peñíscola en su vejez. Una figura apasionante.
No es el caso actual. El papa Francisco mantiene una fluida relación con su antecesor y quiere que tome más protagonismo en la Iglesia. “No es una estatua en un museo”, ha declarado el papa Francisco en una entrevista reciente al “Corriere della Sera”.
Como ya dije hace un mes, no hay contraposición entre ambos ni cortocircuito, sino relevo en la Sede romana sin solución de continuidad. Benedicto es un teólogo, Francisco es un pastor que huele, como él dice gráficamente, a ovejas. El uno es europeo; el otro viene de allende los mares, de la lejana Argentina. El uno es teutónico, cabeza pensante; el otro es latino, espontáneo y campechano. Pero esto va con el carácter de cada quien. Y con ello se enriquece también la Iglesia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario