Este
título es un gancho para que el lector se sujete a la lectura. Pero responde a
una realidad. Tenía preparado este artículo con semejante título cuando el papa
Francisco se me ha adelantado. Y lo he tenido que adaptar para dar cabida a sus
declaraciones.
En
una entrevista aparecida en «La Vanguardia» de Barcelona, el periodista
Henrique Cymerman, judío portugués que trabaja de corresponsal en Medio Oriente
para «SIC», «La Vanguardia» y «Antena 3», pregunta entre otras cosas al papa:
–Uno de sus proyectos es abrir los archivos del Vaticano
sobre el Holocausto.
–Traerán mucha luz –le responde el papa.
–¿Le preocupa alguna cosa que pueda descubrirse?
–En este tema lo que me preocupa es la figura de Pío XII,
el papa que lideró la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial. Al pobre Pío
XII le han tirado encima de todo. Pero hay que recordar que antes se lo veía
como el gran defensor de los judíos. Escondió a muchos en los conventos de Roma
y de otras ciudades italianas, y también en la residencia estival de Castelgandolfo.
Allí, en la habitación del papa, en su propia cama, nacieron 42 nenes, hijos de
los judíos y otros perseguidos allí refugiados. No quiero decir que Pío XII no
haya cometido errores –yo mismo cometo muchos–, pero su papel hay que leerlo
según el contexto de la época. ¿Era mejor, por ejemplo, que no hablara para que
no mataran más judíos, o que lo hiciera? También quiero decir que a veces me da
un poco de urticaria existencial cuando veo que todos se la toman contra la Iglesia
y Pío XII, y se olvidan de las grandes potencias. ¿Sabe usted que conocían
perfectamente la red ferroviaria de los nazis para llevar a los judíos a los
campos de concentración? Tenían las fotos. Pero no bombardearon esas vías de
tren. ¿Por qué? Sería bueno que habláramos de todo un poquito.
Aborda aquí el papa Francisco un tema que ha creado muchísima
literatura, acusando a Pío XII como el «Papa del Silencio» frente al Holocausto
e incluso como el «Papa de Hitler», como ha titulado su libro el inglés John
Cornwell, exseminarista, que calificó al papa Pacelli como «el clérigo más
peligroso de la Historia moderna». Y también a favor. Es un trabajo que estoy
ultimando y espero que salga a la luz dentro de unos meses. No ha habido un
papa del siglo XX más calumniado que Pío XII.
Aquí me referiré a una página de esa historia. Roma es
ocupada a la caída de Mussolini por los nazis el 8 de septiembre de 1943. Nueve
meses estuvieron en la Ciudad Eterna, hasta junio de 1944, cuando llegaron
desde el sur las tropas anglo-americanas. En ese tiempo han sucedido muchas
cosas en Roma. Desde la persecución de los judíos por las SS y la Gestapo y
deportación a Auschwitz de más de un millar de ellos, hasta la acogida de los más
en conventos de Roma y en el mismo Vaticano. En 155 conventos y monasterios de
Roma fueron escondidos 4.238 judíos romanos, a los que hay que sumar otros 477
que fueron recibidos en el Vaticano. 60 judíos vivieron durante nueve meses en
la Universidad Gregoriana y muchos fueron escondidos en la cantina del
Pontifico Instituto Bíblico. Y todos, siguiendo las instrucciones de Pío XII,
que ordenó abrir las clausuras. Hay testimonios preciosos y heroicos de simples
sacerdotes, religiosos y monjas en defensa de la comunidad judía.
Y no solo en Roma. El cardenal Boetto de Génova salvó al
menos a ochenta. El obispo de Asís escondió a trescientos judíos durante dos
años. El obispo de Campagna y dos familiares suyos salvaron a 961 en Fiume. Y
así, un larguísimo etcétera.
Y no solo judíos. En el Vaticano estaban refugiados los
diplomáticos y familiares acreditados ante la Santa Sede, cuando en junio de
1940, Italia entró en guerra. Curiosamente, cuando entren en Roma los aliados y
huyan los alemanes, saldrán los diplomáticos aliados del Vaticano y se refugiarán
en él los diplomáticos del Eje, entre ellos el japonés.
Había también refugiados políticos, militares italianos y
soldados aliados huidos de campo de concentración y partisanos. Todos ellos
refugiados en casas religiosas, algunos de ellos notorios en la política de la
Italia de la posguerra, como De Gasperi.
Hay un plan de Hitler para secuestrar a Pío XII. El 9 de
febrero de 1944, el papa reunió a los cardenales de la Curia y les dijo:
–La Divina Providencia nos reserva, quizás, un dolorosísimo deber. Lo
aceptamos con serenidad y con fortaleza. Fiat
voluntas Dei. Suceda lo que suceda, no dejaremos jamás la Sede Apostólica y
menos nuestra querida Roma. Cederemos solo a la violencia. Pero más que a la nuestra,
es vuestra suerte la que mayormente me preocupa. Venerables hermanos, no
dudaremos de seguir nuestra suerte. Cada uno de vosotros es libre de conducirse
como mejor crea para su propia salvación.
No hubo secuestro. Esta es otra curiosa historia que podré contar otro día.
Pero ahí queda el dato de que un papa a quien tantos han condenado como el papa
amigo de Hitler, estuvo a punto de ser secuestrado por él y la defensa que hizo
de tantos y tantos judíos. Pinchas Lápide, diplomático israelí, afirma que Pío
XII «salvó más judíos que todos los políticos del mundo occidental juntos». Y
encima, cuarenta y pico de niños nacieron en su propia cama de la residencia de
verano de Castelgandolfo.
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