El pasado lunes, 20 de
abril, acababa de leer en ABC un reportaje firmado en Barcelona con este
titular: «Profesores universitarios alertan del ‘analfabetismo religioso’ de
los alumnos», y esta entradilla: «La pérdida de peso de la asignatura de Religión
en la escuela causa este ‘empobrecimiento cultural’».
Minutos después, leo en el
ordenador las últimas noticias. Y me aparece el alarmante suceso del niño de 13
años, que en un colegio de Barcelona ha matado a un profesor y herido a otros
alumnos con una ballesta y un machete.
He asociado el reportaje y
la noticia trágica por su proximidad en el tiempo y en el espacio. El reportaje
está firmado por Esther Armora desde Barcelona y el suceso fatal, que más
parece ocurrido en algún lugar del Oeste americano, también ha sucedido en la
Ciudad Condal.
Del analfabetismo
religioso se quejan especialmente los profesores de historia del arte. Y
recalcan el notorio y progresivo empobrecimiento de la cultura humanística en
general. «Los alumnos llegan a la universidad con unos conocimientos de cultura
religiosa cada vez más mínimos, o incluso nulos», se queja María Teresa Vicens,
profesora de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona.
Leo en el reportaje:
–El Consejo Asesor para la
Diversidad Religiosa de la Generalitat de Cataluña, un órgano independiente
integrado por expertos religiosos de reconocido prestigio que preside el
teólogo y filósofo católico Francesc Torralba, presentó en 2014 al Gobierno
catalán un informe en el que formula, entre otras cuestiones, la necesidad de
que la escuela deba «combatir el analfabetismo simbólico y religioso que
imposibilita la comprensión de las obras culturales... y a trabajar activamente
para deshacer prejuicios».
Hace unos treinta años, comenté algo parecido
ocurrido en un liceo de París. El profesor de arte, en un examen, proyectó
sobre un panel una serie de diapositivas que recogen obras de arte del
Renacimiento. Y puso un cuadro de Mantegna en el que aparecía san Sebastián
atado a un árbol y asaeteado. La respuesta general de los alumnos fue esta:
–Un yanqui asaeteado por
los indios.
Ante tal barbaridad, el
profesor se quejó en el claustro de profesores y pidió la conveniencia de
restituir la asignatura de Religión. No sé si le hicieron caso. Pero poco
tiempo después, en un intercambio de alumnos con un instituto de Sevilla en el
que yo daba clases precisamente de Religión, vino un grupo de chavales
parisinos. La profesora de historia me pidió que les enseñase la catedral. Y mostrándoles
la cabeza de san Juan Bautista, maravillosa escultura de Juan de Mesa, me di
cuenta de que los niños ni sabían quién era san Juan Bautista ni qué significaba
aquella cabeza cortada. La profesora francesa me confesó:
–No estudian religión. No
saben nada de esto.
Los alumnos sevillanos –pienso
yo– tienen cierta ventaja sobre los alumnos de otras partes de España, incluida
Cataluña. La Semana Santa, con sus numerosas cofradías, que representan todos
los momentos de la Pasión, es una lección perceptible de Jesús, la Virgen
María, los apóstoles y demás personajes de la muerte y resurrección de
Jesucristo. Conocen todos los pasos, las hermandades, de dónde sale cada una… Cuando
llegaba la cuaresma, era un momento oportuno para ponerles vídeos de la Semana
Santa. Y hete aquí que los más golfillos eran los más atentos. Sonaban los
tambores y allí estaban ellos en primera fila para decirme –a mí, que no soy
precisamente un experto en ello– de qué marcha se trataba. Eran clases
maravillosas para el profesor, totalmente apacibles. Resonaban los tambores y
trompetas y la clase era una balsa de aceite. Igual que el flautista de Hamelín
conduciendo los ratones al sonido de la música.
No sé cómo irá la cosa
ahora. Hace ya unos años que estoy jubilado. Pero oigo alarmantes noticias de
que por doquier estorba la asignatura de Religión. Pedro Sánchez, secretario
general el PSOE, ya ha anunciado que si gobierna la suprimirá.
Pues adelante. Carguémonos
de un plumazo, si no nos la hemos cargado ya, la tradición cultural de esta
Europa, que trata por todos los medios de arrancar sus viejas raíces cristianas.
Y del niño que ha matado a
un profesor, qué. Ese profesor, curiosamente, estaba en clase dando una lección
sobre los Reyes Católicos. Parece una paradoja en esa Cataluña que también
quiere romper otras raíces. Enseguida se dijo que el niño ha padecido un brote
psicótico. Quizás. A mí me ha parecido una fácil explicación. Porque el mal
existe y anida en el corazón del hombre, también en el niño, y el odio, y… Pero
esto ni se contempla.
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