El próximo 24 de abril, se
celebrará la conmemoración internacional del centenario del Genocidio armenio
durante la Primera Guerra Mundial por parte del Imperio otomano. En la noche
del 23 al 24 de abril de 1915, la élite intelectual armenia de Constantinopla
fue detenida –unas 250 personas en las primeras redadas–, a las que siguió el
arresto y asesinato de la mayor parte de los soldados armenios enrolados en el
Ejército imperial y la deportación forzosa del pueblo armenio, en marcha
interminable de cientos de kilómetros, atravesando zonas desérticas, en la que
murió la mayor parte víctima de la sed y el cansancio. Un verdadero exterminio de
un millón y medio de personas por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el
Imperio otomano, desde 1915 hasta 1923.
La República turca,
sucesora del Imperio otomano, reconoce la muerte de parte de la población
armenia deportada, pero niega que haya sido un genocidio. Lo atribuye a una
consecuencia de la alianza de los armenios con los rusos y a las vicisitudes de
la Primera Guerra Mundial.
Pero los historiadores, y
entre ellos turcos también, aunque calladamente, reconocen que aquello fue una
verdadera masacre y le cabe el calificativo de genocidio.
El pasado domingo 12 de
abril, el papa Francisco, en la misa en la Basílica de San Pedro en
conmemoración de los mártires armenios, calificó este hecho histórico como el
primer genocidio del siglo XX, citando una declaración firmada por Juan Pablo
II y el patriarca armenio Karekin II en 2001.
En la misma misa, su
beatitud Nerses Bedros XIX Tarmouni indicó que la Iglesia armenia declarará mártires
el 23 de abril a todos aquellos que aceptaron la muerte cristianamente durante
las deportaciones forzadas.
La reacción turca no se
hizo esperar. El ministro de Asuntos Exteriores turco escribió en un twitter:
–La posición del Papa, sea
desde el punto de vista histórico que jurídico, es simplemente inaceptable.
Y en otro twitter:
–Las funciones religiosas
no pueden ser un medio para favorecer el odio y la animosidad a través de
argumentos no fundados.
–Condeno al Papa y quiero
advertirle. Espero que no vuelva a cometer un error de ese tipo. Cuando los
políticos y los religiosos asumen el trabajo de historiadores, no dicen
verdades, sino estupideces.
Por su parte, Radio Vaticano
informó que la embajada de Turquía ante la Santa Sede define como «inaceptable»
lo que dijo el Papa en la Basílica. Francisco, citando textualmente la
Declaración Común de Juan Pablo II y Karekin II, del año 2001, definió la
masacre de los armenios, como «el primer genocidio del siglo XX» durante el
cual se asesinó a «obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos
e incluso niños y enfermos indefensos».
Ankara retiró al embajador
ante la Santa Sede y convocó al nuncio apostólico en Turquía, monseñor Antonio
Lucibello, a quien manifestó su decepción.
En realidad, el papa
Francisco no ha dicho nada nuevo. Ya lo había expresado el 3 de junio de 2013 a
una delegación guiada por el patriarca armenio-católico de Cilicia de los
Armenios, Nerses Bedros XIX Tarmouni. Una de las personas al saludar al Papa le
indicó que era descendiente de una de las víctimas de la masacre perpetrada por
los turcos. El Papa le expresó lo que piensa sobre el caso:
–El primer genocidio del
siglo XX fue el de los armenios.
Y lo declaró también en
2006, en el libro de coloquios con el rabino de Buenos Aires, Abraham Skorka.
Bergoglio calificó el genocidio armenio como «el más grave crimen de la Turquía
otomana contra el pueblo armenio y toda la humanidad».
El Parlamento europeo ha respaldado
al Papa el miércoles 15 de abril. Todos los grupos políticos en el Parlamento
Europeo en sesión plenaria han reclamado a Ankara que reconozca el genocidio
armenio cometido a manos de las tropas otomanas durante la Primera Guerra
Mundial. Y Ankara ha respondido acusando al Parlamento Europeo de actuar movido
por «la intolerancia religiosa».
Hasta la fecha, 22 Estados
han reconocido oficialmente el genocidio, entre ellos, en Europa, Bélgica,
Francia, Grecia, Italia, Holanda, Polonia, Rusia, Suecia, Suiza y el Vaticano.
España aún no se ha definido. El
eurodiputado de Compromis, Jordi
Sebastià, ha criticado, en la sesión del pasado miércoles, que «muchos»
países de la UE, entre ellos España, no reconozcan el genocidio armenio. «Debería
avergonzarnos», ha asegurado.
Hay otro dato curioso. El
historiador británico-nigeriano David Olusoga, en el diario británico The Guardian y con el título: «Estimado
papa Francisco: Namibia fue el primer genocidio del siglo XX», trata de
advertirle que el genocidio armenio no fue el primero.
–Esa distinción sombría
corresponde al genocidio que la Alemania imperial desató una década antes
contra los herero y los namaqua, dos grupos étnicos que vivían en la antigua
colonia del África Sudoccidental, en la actual Namibia.
David Olusoga es co-autor
del libro El Holocausto del Kaiser: el
genocidio olvidado de Alemania y las raíces coloniales del nazismo. Entre
1904 y 1909, los herero y los namaqua intentaron rebelarse contra el poder
colonial de Alemania en su tierra, entonces África del Sudoeste Alemán. Pero la
represalia del gobierno alemán resultó trágica: murió el 80% de la población de
los herero y la mitad de los namaqua. En total, unas 90.000 personas.
Genocidios, gulags,
masacres, holocaustos… Llámese como se llame, el siglo XX desgraciadamente ha
sido la etapa más sangrienta de la historia.
Y suma y sigue. Lo ha
dicho el papa Francisco el otro día:
–En varias ocasiones, he
definido este tiempo como un tiempo de guerra, una tercera guerra mundial 'en
etapas', en la cual diariamente asistimos a crímenes atroces, a masacres
sangrientas y a la locura de la destrucción. Lamentablemente aún hoy escuchamos
el grito, sofocado y no atendido de tantos hermanos y hermanas, indefensos, que
a causa de su fe en Cristo o pertenencia étnica, son pública y atrozmente
asesinados, decapitados, crucificados, quemados vivos, u obligados a abandonar
sus tierras… Parece que la familia humana se niegue a aprender de sus propios
errores causados por la ley del terror; y por lo tanto, todavía hoy hay quienes
tratan de eliminar a su similar, con la ayuda de algunos y el silencio cómplice
de otros, que permanecen espectadores. Aún no hemos aprendido que la guerra es
una locura, masacre inútil.
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