Hay
en el Alcázar de Sevilla, el llamado «Cuarto del Almirante», decorado con
tapices de Goya y en el que se sitúa la Sala de Audiencias, un retablo pintado
por Alejo Fernández entre 1531 y 1536, dedicado a la Virgen de los Navegantes o
del Buen Aire. En los laterales, se hallan las imágenes de san Telmo, san Juan
Evangelista, Santiago y san Sebastián. Una Virgen que protege con su manto
protector a Fernando El Católico, a la reina Isabel y su hija Juana, un anciano
con báculo que sería el doctor Sancho de Matienzo, primer tesorero de la Casa
de Contratación. Tal vez el obispo Juan de Fonseca, organizador del segundo
viaje de Colón. También Cristóbal Colón y al parecer Américo Vespucio y Juan de
la Cosa. Abajo del cuadro, la mar océana con los barcos que van y vienen de
Indias, travesía arriesgada en aquellos tiempos en que aquellas naves más se
parecían a unas cáscaras de nueces que a otra cosa.
Este
lugar del Alcázar tiene su historia engarzada con el tráfico comercial que se
incrementó tras el descubrimiento de América en 1492. Aquí se creó la Casa de
Contratación de Indias tal día como hoy, 20 de enero de 1503, para la explotación
comercial, muy incipiente en la primera década del Descubrimiento.
Hasta
1495, se rigió el comercio por las Capitulaciones de Santa Fe, y por tanto
Cristóbal Colón disfrutaba de la exclusiva de su explotación. Pero las Indias
era un territorio demasiado goloso como para permanecer en manos exclusivas del
Almirante, que había demostrado por otra parte cierta ineptitud como
gobernante. La Corona abrió en 1495 el comercio a todos los castellanos y
rompió los acuerdos establecidos con Colón. El control sobre el comercio de
Indias llevó pronto a la creación de un monopolio comercial que controlase las
mercaderías que iban de un lado al otro del Atlántico.
La
elección de Sevilla como capital de ese monopolio supuso el inicio del
engrandecimiento de la ciudad en los siglos XVI y XVII. Y la pérdida de este
privilegio dos siglos después, en 1717, en favor de Cádiz, la postración
mercantil de Sevilla que padeció a lo largo del siglo XVIII.
La
real orden de la creación de la Casa de Contratación fue dada en Alcalá de
Henares por Isabel la Católica el 20 de enero de 1503 –ya había zarpado Colón
para su cuarto viaje–, para el fomento del comercio y de los viajes a Indias y
como centro de estudios geográficos y marítimos. Sería como un centro promotor
del comercio con Indias y un almacén o depósito general de todo lo que viniera
o saliera para esas lejanas tierras. A esta casa habían de traerse todas las
mercancías para el comercio entre España y las Indias, lo mismo las que fuesen
que las que viniesen de los territorios recién descubiertos.
–Tendrían
que encargarse del tipo de barcos y el número de ellos que se debían enviar, de
la observación del mercado, comprando y vendiendo productos indianos cuando la
Corona obtuviera un mayor beneficio y por último se encargarían de hacer un
registro sistemático de todas las transacciones realizadas. Unas ordenanzas
posteriores, emitidas en 1510, son más precisas y señalan las horas de oficina,
los documentos y los libros que llevaría la Casa, el régimen interior de
trabajo, las relaciones de los oficiales con los mercaderes, con el puerto y
con la Casa de la Moneda. Debían hacer constar de forma clara las contiendas y
colisiones entre navegantes y pasajeros, así como cualquier otra incidencia
administrativa. Además debían enviar con cada barco un escribano, que tenía que
hacer el registro de cada artículo del cargamento puesto a bordo. Esos
registros debían ser entregados a los funcionarios reales en Indias, trayéndose
un recibo a Sevilla de todo ello en el viaje de vuelta. Tras estas operaciones,
una vez al año, los funcionarios de la Casa debían enviar al rey sus libros
para someterlos a examen. (Sanz Ayán).
En
un principio, la Casa de Contratación se estableció en las Atarazanas, pero
pronto pasó sus oficinas al Alcázar, sala de los Almirantes. Tres oficiales
formaban el cuerpo de funcionarios: el Factor, el Tesorero y el Contador, que
se encargaban respectivamente de los negocios mercantiles, de la caja y de los
libros de contabilidad. A partir de 1508 surge la figura de Piloto Mayor,
encargado de la escuela de navegación para el aprendizaje de los pilotos. En un
principio se encargaba también del trazado de los mapas de navegación hasta que
en 1519 se creó el cargo de Cartógrafo. También surgió el Correo Mayor, para la
correspondencia colonial.
Si
empezó con tres funcionarios en 1503, cuando se trasladó a Cádiz en 1718 había
aumentado a cien, a causa de que los buques de alto bordo dejaron de remontar
el Guadalquivir.
Al
perder Sevilla su Casa de Contratación, la ciudad se hizo provinciana y Cádiz
recogió toda la riqueza que supuso el traslado, con un nuevo y renovado
trasiego comercial y bancario. Pero no le duró mucho. La Casa de Contratación cerró
sus puertas en Cádiz en 1790. Las medidas liberalizadoras de Carlos III
acabaron con el monopolio de la Corona española sobre el comercio de las Indias.
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