Los Maristas
están celebrando este año de 2017 los 200 años de su existencia. Y al decir
Maristas, no solo quiero expresar en este gozo de aniversario solamente a los
Hermanos Maristas, sino también a los alumnos que estuvimos en sus aulas. Yo
fui uno de ellos y siento como alumno la alegría de esta celebración
bicentenaria Marista. Doy gracias a Dios y a los Hermanos Maristas de la
formación que recibí de ellos en los cinco años que estuve en su Colegio. Entré
en octubre de 1950 en Ingreso y salí en junio de 1955 con la Reválida de Cuarto
de Bachillerato, para ir después a la Universidad Pontificia de Comillas, ya
con formación jesuítica.
El fundador
san Marcelino Champagnat nació en Francia, en Marlhes, en la región del Loira,
el 20 de mayo de 1789, año del estallido de la Revolución Francesa. Y es
curioso que quien se iba a significar por la fundación de un instituto
religioso dedicado a la enseñanza no fuera en su niñez a la escuela.
Perdón, fue un
primer día y quedó tan impactado por la bofetada que el maestro le dio a un
alumno, que no quiso volver más y se quedó a ayudar a sus padres en las tareas
de la casa y al cuidado de unos corderos. También le marcó el hecho de que en la
catequesis el cura reprendiera a un niño y lo insultase con un mote, niño que
será el hazmerreír de los compañeros y se volverá triste y retraído.
Dos anécdotas
penosas que marcarán desde su niñez al educador que se hará con el tiempo.
En octubre de
1805, a sus 16 años, ingresa en el seminario menor de Verrières. Y tiene que
afrontar dos graves problemas. A pesar de su edad y su estatura (mide 1,79 m)
ha de sentarse con los principiantes, más pequeños que él. Y como no ha ido a
la escuela, no sabe leer ni escribir en francés. Además, en su región se
hablaba un dialecto.
El director
del seminario le recomendará, tras un primer curso desastroso, que se quede en
casa. Marcelino hace una peregrinación a pie con su madre a La Louvesc, donde
está la tumba del apóstol de la región, san Francisco Régis, y consigue que le
den otra oportunidad.
El segundo año
en el seminario y los siguientes sube su nivel de rendimiento. En 1813 pasa al
seminario mayor de Lyon, para empezar su primer año de teología. En el curso
escolar de 1815, un nuevo seminarista proveniente del Puy, Juan Claudio
Courveille, comunica a algunos compañeros su proyecto de una Sociedad de
religiosos Maristas, la llamada «Sociedad de María (Maristas)». Se une a esta
idea, entre otros, Marcelino Champagnat, quien más tarde incorporará al
proyecto su idea de los Hermanos para la educación cristiana y la
alfabetización de los niños de las zonas rurales.
Un pensamiento
que llevará a cabo tras su ordenación sacerdotal el 22 de julio de 1816. Destinado
como coadjutor a La Valla, llega el 15 de agosto a una parroquia pobre con
pequeños núcleos rurales en las faldas de la cadena montañosa de Pilat, en el
Macizo Central. Dos meses más tarde, en octubre, asistió en Les Palais a un
joven de 16 años en su lecho de muerte. Se dio cuenta de que el joven jamás
había oído hablar de Dios. Al día siguiente, cuando regresa para hablarle de
Dios, descubre que el joven ha fallecido.
Fue la
espoleta que le llevó a poner en práctica inmediatamente su proyecto de
Hermanos para la educación infantil. Inicia su idea de los Hermanos Maristas el
2 de enero de 1817 con un ex granadero del ejército de Napoleón, Juan María
Granjon, de 23 años, a quien el Padre debe enseñarle a leer. Al poco tiempo, se
le añade Juan Bautista Audras, de 15 años, y el P. Marcelino los instala en una
casita alquilada, luego comprada con la ayuda del P. Courveille.
Abrirá la
primera escuela en Marlhes en noviembre de 1818 y el Instituto de los Hermanos
Maristas crecerá de tal manera que a la muerte de Marcelino Champagnat el 6 de
junio de 1840 (tal día como hoy) contaba con casi 300 Hermanos diseminados en
50 casas en las que se educaban unos 7.000 alumnos.
Los principios
educativos del fundador fueron recogidos en un libro titulado La Guía del Maestro, verdadero vademécum
pedagógico de los Hermanos, que trata de «facilitar al niño los medios de
conseguir su destino natural en este mundo y el sobrenatural en el otro, a
saber, la salvación del alma». Y el lema o ideario: «¡Todo a Jesús por María.
Todo a María para Jesús!».
Marcelino
Champagnat fue beatificado el 29 de mayo de 1955 por el papa Pío XII, fecha que
recuerdo por la celebración que hubo en el Colegio cuando yo estudiaba cuarto
de Bachillerato y estaba preparando la Reválida. Y canonizado por Juan Pablo II
el 18 de abril de 1999.
En el Colegio
recibíamos mensualmente la Revista VED, que recoge las palabras Virtud, Estudio y Disciplina, que ya
quisiera yo que en estos tiempos modernos en los que he sido profesor de
Instituto se guardasen.
Sirvan estas palabras mías de
agradecimiento a los Hermanos Maristas en el Bicentenario de su fundación.
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