jueves, 17 de julio de 2014

Santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla

Hay en Sevilla una calle llamada «Santas Patronas», surgida en el siglo XIV en el barrio de la Cestería, extramuros de la ciudad, cercana al río. En el siglo XVI tomó el nombre de «Vírgenes» por el Hospital que había, dedicado a las Vírgenes Justa y Rufina. En el XIX, se le cambió en nombre por el de «Santas Patronas», para diferenciarla de otra calle del mismo nombre, junto a la parroquia de San Nicolás. Y se llama así porque ellas, las santas Justa y Rufina, son las patronas de Sevilla.


Hoy, 17 de julio, es su festividad litúrgica. Y no sé muy bien si con las calores del verano se celebra esta festividad en alguna parte de la ciudad. En la catedral, salvo la misa, no creo que se les dedique ninguna función especial. Y en Sevilla, que yo sepa, tan solo la Librería Céfiro –que se halla en la calle Virgen de los Buenos Libros, junto a El Corte Inglés, regentada por mis buenos amigos Eduardo y Luis– es el único establecimiento que cierra y descansa en atención al patronazgo de la ciudad.
Que no es, que yo sepa, san Fernando. Sorprendido me quedé hace unos días cuando el actual arzobispo –que es reciente en esta sede y tal vez no sepa todavía quiénes son los patronos de la sede hispalense– emitió un decreto sobre el nacimiento de la Escuela Diocesana de Hermandades. En él se dice que está puesto «bajo el patronazgo del histórico rey san Fernando, por la condición de ser laico, patrón de la archidiócesis y figura insigne de la ciudad de Sevilla».
Hay ese dicho popular que dice: «Doctores tiene la Iglesia». Su origen viene del catecismo del padre Astete, donde se decía:
–Además del Credo y los Artículos, ¿creéis otras cosas?
–Sí, padre, todo lo que cree y enseña la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
–¿Qué cosas son esas?
–Eso no me lo pregunte a mí que soy ignorante. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder.
Yo no soy Doctor de la Iglesia, pero voy a tratar de razonar mis argumentos, como mejor Dios me dé a entender.
Tenía entendido, y tengo, que la patrona principal de la archidiócesis y ciudad de Sevilla es la Virgen de los Reyes. Y patronos secundarios son san Isidoro, de la archidiócesis, y las santas Justa y Rufina, de la ciudad de Sevilla.
El patronazgo principal de la Virgen de los Reyes es relativamente reciente. Por el breve Quam fervida, firmado en Roma el 15 de agosto de 1946, Pío XII declaró patrona principal («praecipua») de la ciudad y de la archidiócesis a la Virgen de los Reyes. Fue a petición del cardenal Segura y, curiosamente, como se dice en el breve, también a petición del infante don Carlos de Borbón-Sicilia, abuelo materno del rey Juan Carlos I. La proclamación del patronazgo tuvo lugar el domingo 24 de noviembre con un gran pontifical en la catedral, presidido por el nuncio Cicognani.
San Fernando es el conquistador de la ciudad y suyo es el honor de haber plantado las raíces de la Sevilla de hoy. Pero el patronazgo de la ciudad, aunque secundario, pertenece a las santas patronas alfareras de Sevilla, mártires de la época romana. Las pintaron Hernando de Esturmio, Miguel de Esquivel, Ignacio de Ríes, Murillo y Goya, entre otros muchos artis­tas. La Giralda en medio de ellas, como sostenida y abrazada para que no sufriera daño cuando el terremoto de 1504, según cuentan viejas leyendas. Y a sus plantas los cacharros de loza, símbolo del gremio que patrocinan. Las esculpió Duque Cornejo. Les han cantado himnos desde san Isidoro de Sevilla hasta el divino Herrera y Rodrigo Caro. Las celebran por pa­tronas, junto a Sevilla, otras ciudades como Manises, Ori­huela, Talavera de la Reina... Toledo conserva una parroquia con su advocación de resonancia histórica medieval. Las ve­neran no sólo en Es­paña, sino también en Portugal, Francia, Italia y Alemania. Y son ellas la primera página histórica, y glo­riosa, de la Iglesia de Sevilla.
Modernamente, un gran poeta sevillano, Antonio Machado, las cantó así:

Que por mucho que se diga / nadie aventajó en el arte
cerámico y de alfarería / cual las Patronas del «barro»
las Santas Justa y Rufina. / Su oficio es noble y bizarro
y entre todos el primero, / pues para gloria del «barro»,
Dios fue el primer alfarero / y el hombre el primer cacharro.

Los albores de la Iglesia de Sevilla están regados por la sangre generosa y joven de estas dos alfareras hermanas. Su martirio es el primer dato histórico de la Iglesia hispa­lense recogido en una Passio muy antigua con visos de auten­ticidad. Su estilo sobrio, la descripción de las adonías, fiesta en honor de la diosa siria Salambó, y la cita del obispo Sabino, que aparece segundo en el catálogo de los obispos de Sevilla del códice emilianense, son indicios su­ficientes de su autenticidad histórica.
¿Cuándo sucedió el martirio? Un antiguo breviario hispalense señala el año 287, lo que supondría un hecho aislado en período de no persecución. Tal vez habría que situar es­tos martirios unos años después, a principios del siglo IV, du­rante la persecución general dictada por Diocleciano.
Ya en la época visigoda recibían culto, como se demuestra por las inscripciones y santuarios referidos a estas santas. Han aparecido inscripciones, con deposición de reliquias, en Salpensa (648), Alcalá de los Gazules (662), Vejer de la Miel (674?), y Guadix (652). En Torredonjimeno (antigua Ossaria, junto a Tucci, Martos) hubo en época visigoda un santuario dedicado a ellas. Y en época árabe, Toledo contaba con la iglesia mozárabe de Santas Justa y Rufina, que posiblemente existiera ya en el período visigodo. Sevilla tenía una basílica o santuario a sus afueras, cuando fue invadida por los árabes. Hacia 720, en una mezquita construida junto a este santuario, fue asesinado Abd al-Aziz, según cuenta el historiador árabe Ibn al-Qutiyya.
Extramu­ros de la ciudad, por la parte oriental, se halla el Prado de Santa Justa, en el lugar llamado Campo de los Mártires, donde se cree que en la época romana se hallaba su cemente­rio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario