martes, 13 de noviembre de 2018

Rossini y «El barbero de Sevilla»


El 13 de noviembre de 1868 –de ello hace hoy 150 años– moría Gioachino Rossini en Passy, cerca de París, autor de la célebre ópera El barbero de Sevilla, que se estrenó en Roma el 20 de febrero de 1816. La efeméride de su muerte me da ocasión de hablar de la celebridad de esa figura barberil, anterior en el tiempo al propio Rossini. Se debe a la fantasía del francés Pierre Augustin Caron de Beaumarchais, que escribió una comedia en 1772 en forma de ópera cómica, con diálogos hablados y números musicales sueltos, compuestos también por él. En 1773 la convirtió en cuatro actos, y finalmente, en 1775, fue estrenada en París sin ningún éxito. Retocada la comedia, con nuevos lances, esta vez sí tuvo éxito sonoro que ya no abandonó a esta figura legendaria de la ópera del que todo turista desearía conocer en qué lugar de Sevilla tenía su barbería. 



 En ningún sitio, puesto que el rapabarbas por nombre Fígaro, protagonista de la conocida ópera El barbero de Sevilla, fue un producto de la imaginación de Beaumarchais, que jamás estuvo en Sevilla, aunque sí en Madrid, donde vivían dos hermanas suyas. Una de ellas, la menor, llamó en su ayuda al hermano para que intercediera en su favor ante la burla de un caballero llamado Clavijo que por dos veces había faltado a su palabra de casamiento. La larga estancia de Beaumarchais en Madrid le familiarizó con las costumbres de España. El que situara el lance de su comedia en Sevilla, y no concretamente en Madrid, nos sugiere la fuerza mágica y el embrujo que Sevilla ha ejercido siempre en todos los escritores.
El barbero de Sevilla fue en un principio comedia en cuatro actos y en prosa, estrenada en el teatro Francés de París el 23 de febrero de 1775. Diez años más tarde, en 1785, tuvo la satisfacción su autor de ver representada su comedia en el teatro del Trianón, interpretando María Antonieta el papel de Rosina y el conde de Artois el de Fígaro.
Esta comedia se convirtió después en ópera, primero con música de Paisiello y después de Rossini. La ópera de Paisiello, tomada la letra de la comedia de Beaumarchais, fue representada por primera vez en San Petersburgo en 1780. Tuvo mucho éxito, pero años después quedó eclipsada por la ópera de Rossini. Esta, con letra de Sterbini, tomada de la obra de Beaumarchais, fue estrenada el 20 de febrero de 1816 en el Teatro Torre Argentina de Roma. Entre los intérpretes de la ópera se hallaba el tenor sevillano García, muy apreciado en su época. Los partidarios de Paisiello la silbaron y el estreno fue un fracaso monumental. Pero a las pocas representaciones tuvieron que rendirse ante la sonoridad y encanto de una ópera que fue escrita por Rossini en trece días y a la edad de veinticuatro años. Y ha resultado ser su mejor obra, la ópera que más representaciones ha tenido hasta nuestros días.
El argumento es el siguiente. En una plaza de Sevilla, Fiorello, criado del conde Almaviva, ofrece con un grupo de músicos una serenata a Rosina, una joven de la que está enamorada el conde, y que vive en casa de Bartolo, un viejo médico que la tiene de pupila y con la que sueña casarse algún día para quedarse con su herencia. Poco después aparece Almaviva, que canta otra serenata. El balcón no se abre, parece que la serenata no ha surtido efecto. Almaviva entrega unas monedas a los músicos, los despide y queda rondando el balcón. Oye cantar a Fígaro, que ha sido criado suyo, y Almaviva le cuenta sus penas amorosas. Fígaro promete ayudar al conde, aprovechando la coyuntura de que Bartolo es parroquiano de su barbería.
Rosina aparece en el balcón con un papel en la mano que finge se le cae al suelo. Es un romance que espera sea recogido por su rondador y le responda cantando su nombre. Almaviva le canta Yo soy Lindoro... mientras Fígaro, pensando en la recompensa, prepara un plan para introducir al conde en la casa de Rosina. Almaviva se disfraza de soldado y después de profesor de música, que sustituye al clérigo Basilio que se hallaba indispuesto. El doctor Bartolo se muestra receloso de estas apariciones, pero después de no pocos embrollos e intrigas, en los que juega papel principal el barbero Fígaro, se rinde a la evidencia, cede en sus pretensiones matrimoniales y deja que el conde Almaviva se case con su esclavizada Rosina. La ópera termina con el canto jubiloso de los amantes.
Sevilla, ciudad de leyendas, también inspiró la figura de Don Juan Tenorio y en su cárcel estuvo Miguel de Cervantes, quien según la leyenda aquí se inspiró y comenzó su genial novela de El Quijote.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por este comentario, precioso. Faltaría mencionar que "Las Bodas de Fígaro" de Mozart/Da Ponte, aunque no tiene exactamente el mismo argumento, se inspira en la misma comedia de Beaumarchais, y conserva los mismos personajes y algunas situaciones dramáticas.

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