miércoles, 30 de enero de 2019

La primera niña huérfana de las Hermanas de la Cruz


El 30 de enero de 1846 nació en Sevilla Santa Ángela de la Cruz, hace de ello 173 años. Y como siempre que llega esta fecha escribo algo de la Santa de Sevilla, fundadora de la Compañía de las Hermanas de la Cruz, hoy lo dedicaré a la primera niña huérfana que fue acogida en su internado.
La Compañía de la Cruz lleva dos años de existencia cuando vino por Sevilla un rudo invierno, triste y negro, de comienzos de 1877. La epidemia de viruelas y las inundaciones han lanzado a las calles puñados de pobres hambrientos que, como en tiempos pasados, se apiñan en torno al palacio de San Telmo... o del Alcázar, a la espera de una limosna.


Santa Ángela de la Cruz

Verán: Sevilla se ha convertido en pequeña corte. En el Alcázar reside Isabel II con sus hijas Pilar, Eulalia y Paz. En San Telmo, los duques de Montpensier y familia. Asentado en el trono Alfonso XII, lsabel II, que se encontraba desterrada en París, añora volver a España. Cosa en la que Cánovas no muestra maldito interés. Pero la reina está empeñada y Cánovas tiene que ceder. Llegan a un acuerdo: Regresará a España, pero no podrá permanecer en Madrid; elegirá como residencia Barcelona o Sevilla.
Eligió Sevilla.
El 30 de julio de 1876 desembarcó en Santander. La esperaba su hijo, el rey Alfonso. Tras unos meses de residencia en El Escorial se instala en el Alcázar sevillano.
Poco después, regresaron también los duques de Montpensier, pero el resentimiento seguía vivo entre ambas familias. Isabel II no quiso saludar a su hermana María Luisa y cuñado Montpensier cuando llegaron a la ciudad, y prohibió a sus hijas el menor trato con la familia de su hermana: no podía olvidar las apetencias al trono del duque y las zancadillas que propinó siempre que pudo para colocar sobre sus sienes la corona de España. Pero Montpensier busca la reconciliación y lo va a lograr. Cuenta con un resorte magnífico: su linda hija Mercedes, de quien está perdidamente enamorado el rey Alfonso XII. Las relaciones rotas hacía ocho años se hilvanan una tarde que los duques anuncian visita al Alcázar: besos, abrazos... Al día siguiente, Isabel II devuelve la visita a San Telmo. Desde ese momento las infantas juegan con sus primos y primas. El embrujo sevillano ha traído la paz a la pequeña corte de Sevilla.
Pero en la calle el ambiente no es tan idílico.
El Guadalquivir se ha salido de madre y la epidemia de viruelas hace estragos. El invierno es negro para los pobres.
Las Hermanas de la Cruz redoblan sus esfuerzos. No hay tiempo para la fatiga cuando el dolor se halla desparramado por la ciudad.
Ocurrió un caso singular en aquella epidemia.
Un obrero pierde a su mujer y queda con una niña de corta edad. Las Hermanas acuden solícitas a cuidarlos. También pilla él la enfermedad. A punto de morir, suplica a las Hermanas:
–¡Por Dios, Hermanas, no abandonen a mi pobre hija!
Ante un grito de piedad así, ¿qué hacer? ¿Qué responderle? En el diagrama que Sor Ángela se había dibujado sobre la Compañía de la Cruz no aparecía la posibilidad de acogida de niñas huérfanas.
Pero aquel hombre se muere. Y busca el consuelo de una respuesta positiva.
¿Qué hacer?
Sor Ángela consulta el caso con el Padre Torres Padilla.
–Adelante– le contesta.
Y Sor Ángela tomó a la niña consigo.
El buen hombre, sacramentado, murió gozoso dando gracias a Dios y a las Hermanas de la Cruz.
Y en la Compañía se inició con aquella niñita la primera experiencia de internado de niñas.

1 comentario:

  1. Desde aquel año cuantas niñas huerfanas y nesecitas han pasado por las casas de las Hermanas de la Cruz?
    Dios quiera que este carisma no se estinga nunca, mientras hayan niñas y enfermos nesecitados del cuidado y variño de las Hermanas de la Cruz.

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