domingo, 28 de diciembre de 2014

¿También san José es catalán?

Hoy es el día de los Santos Inocentes, pero lo que voy a escribir a continuación no es una inocentada, palabrita del Niño Jesús, que ahora estamos en Navidad. He leído en la prensa este titular: «El Ayuntamiento de Barcelona sostiene que san José era el típico catalán», y el  subtítulo: «Distribuye un vídeo en el que el canónigo de la catedral describe una pintura en el que aparece un «Sant Josep» con barretina preparando escudella».
Habrá que colocar a este canónigo en la larga lista de los «tontos contemporáneos» del escritor Luis del Val, tertuliano de la COPE. Un tonto contemporáneo más este canónigo de Barcelona. Ya no les basta a estos tontos contemporáneos con afirmar, como lo hace el investigador Jordi Bilbeny, que Cristóbal Colón nació en Cataluña y zarpó con sus naves, no de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492, sino de Pals (Gerona), y santa Teresa de Jesús, también catalana, fue abadesa del monasterio de Pedralbes (Barcelona). Existe documentación –afirma convencido– que acredita que santa Teresa fue Teresa Enríquez de Cardona, abadesa del monasterio de Pedralbes. Cervantes era en realidad Servent, vinculado a la familia Servent de Xixona (Alicante) y escribió el Quijote en catalán para luego ser traducido al castellano. Y la Celestina, y el Lazarillo de Tormes… Y el sursum corda si seguimos a este paso. Amén de otros ilustres personajes allende los Pirineos: Erasmo de Rotterdam, Leonardo da Vinci, la Gioconda… también eran catalanes. Me pregunto:
–¿No tienen en su historia personajes propios que hayan descollado en las artes, las letras, la política, la religión… para recurrir ridículamente a la apropiación grosera de personajes ajenos?
Se ve que Madrid ya no solo les roba el dinero, les roba también tan ilustres personajes de la historia.
Y ahora llegan con la última tontería contemporánea que viene de la mente calenturienta de un canónigo que ha contemplado en un cuadro de la catedral de Barcelona cómo san José muestra en su cabeza como una especie de barretina (gorro rojo) y hace una escudella (cocido catalán), no al Niño Jesús, aclaran, sino a la Virgen María.
Hace no muchos años, otro loco llamado Adolf Hitler quiso salvar la existencia de Cristo de su odio al cristianismo. En esas tertulias de mantel y mesa con sus íntimos camaradas, a Hitler se le ocurre afirmar que en realidad Cristo no era judío, sino un ario que «atacó el capitalismo judío» y por ello fue ajusticiado. No descartaba que la madre de Jesús fuera judía, pero el padre ciertamente no. Con lo que para un no creyente como Hitler, que no reconoce el misterio de la paternidad divina en Jesús, el san José no judío era el padre de Jesús. ¿Pensó acaso que era ario o tal vez alemán? Habría en este caso una pugna original entre el san José alemán y el san José catalán.
Para Hitler, la «falsificación de la doctrina de Jesús» fue obra del judío san Pablo. Este es –confiesa Hitler– el verdadero creador de la religión cristiana, que no es más que una forma de bolchevismo ante litteram. Para Hitler, la ecuación judaísmo-cristianismo se une a la de cristianismo-bolchevismo: el judío Saulo y el judío Marx son creadores de dos ideologías de muerte equivalentes entre sí.
Siguiendo la lógica de Hitler para quien Jesús era ario, la lógica catalana de estos tontos contemporáneos sería esta: si san José es catalán, Jesucristo no puede por menos de ser catalán. Aunque el canónigo, creo yo, no llegará a tanto. Al ser supuestamente creyente, ha de creer en la paternidad divina de Jesús y san José, sea catalán o ario, estaba en Palestina solamente de consorte y padre putativo.

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