domingo, 8 de marzo de 2015

Martin Heidegger y Edith Stein

Se están editando en Alemania los Cuadernos negros de Martin Heidegger (1889-1976), autor de Ser y tiempo, el filósofo del siglo XX para muchos, pero también un nazi declarado y no arrepentido. Estos Cuadernos son unas libretas de tapas de hule negro que Heidegger utilizaba para tomar anotaciones. Las inició en 1931 y escribió en ellas hasta casi su muerte. Se ha cumplido su voluntad de que no aparecieran hasta después de publicadas todas sus obras. Pero en estos Cuadernos aparece el Heidegger más íntimo y su estudio está suscitando viva polémica en Alemania.
Me interesa recoger aquí brevemente su relación con la gran filósofa judía Edith Stein, discípula de Husserl, como también lo fue Heidegger, aunque mantuviera claras discrepancias con la fenomenología de Husserl y después renegara de él.

Edith Stein y Martin Heidegger se conocieron precisamente en una reunión con numerosos invitados en casa de Husserl. A Edith le causó muy buena impresión aquella tarde. Dejó escrito de él:
—Era callado y retraído cuando no se hablaba de filosofía, pero apenas salía una cuestión filosófica se llenaba de vitalidad.
El 20 de marzo de 1917, Heidegger se casó por lo civil con Elfride Petri, alumna suya. La conoció en 1915, en Friburgo, siendo él un joven profesor de 26 años y ella una guapa alumna de 22. Al día siguiente, su amigo y protector Engelbert Krebs los casó por la Iglesia católica en la capilla universitaria de la catedral de Friburgo. Los apuntes de Krebs, dos años después profesor de dogmática en la universidad de Friburgo, reflejan que fue un «matrimonio de guerra, sin órgano ni vestido de novia, sin corona ni velo, sin coches ni caballos, sin banquete ni invitados, únicamente con la bendición escrita de los padres de ambos, que no estaban presentes». Heidegger era católico y Elfride protestante. Días más tarde, el pastor Lieber, padre de la amiga de Elfride, Friedel Lieber, «les da la bendición» por parte de la Iglesia protestante en Wiesbaden, con la presencia de la madre y los familiares de Elfride, quienes participan en la fiesta.
Será un casamiento bastante embarazoso. Perdurarán unidos de por vida, pero no se guardarán fidelidad. Heidegger mantendrá muchas relaciones extramatrimoniales, soportadas por su esposa (entre ellas, con la judía Hannah Arendt, alumna suya, huida del nazismo, y autora del célebre libro «La banalidad del mal», escrito tras el juicio de Eichmann en Jerusalén). Pero Elfride custodió un secreto que revelará con el tiempo a su marido. El segundo hijo no es del filósofo sino de un antiguo novio de Elfride. Aparte la deriva de Heidegger, cuando llegue el nazismo, abrazará con oportunismo esta perversa ideología y dará de lado a Husserl y Engelbert Krebs. Catorce meses después del casamiento, escribió a este sacerdote que los casó diciéndole que ha tomado la decisión de repudiar lo que él llamó «el sistema católico».
Edith Stein no participó en la boda. Se hallaba en Breslau, su patria, aprovechando las vacaciones anteriores al semestre de verano. Llegó días después. No tenemos noticias del pensamiento íntimo de Edith en estos momentos sobre Heidegger, filósofo que un año más tarde le sucederá en el puesto de asistente de Husserl. Pero sí sabemos cómo ella calificó en 1931 la filosofía de Heidegger en conversación con el profesor Kock, docente en la facultad de filosofía de Breslau. La llamó «la filosofía de la mala conciencia».
Engelbert Krebs, por su parte, comparará en su diario íntimo los caminos contrapuestos en las vidas de Heidegger y de Edith Stein.
–¡Qué divergencia en los destinos! Edith Stein adquiere muy pronto una alta consideración en el terreno filosófico, después se hace pequeña y humilde, católica al fin, se retira a un convento de dominicas de Espira para comprometerse en un trabajo de silencio. Debutando a la inversa bajo los colores de la filosofía católica, Heidegger se hace increyente, se aleja de la Iglesia, adquiere una celebridad en la que se ve rodeado por la corporación de filósofos que hacen círculo alrededor de él.
Un día, Edith acudió a la casa de Husserl para charlar sobre un trabajo cuando se encontró en la puerta con Heidegger. Y los tres juntos dieron un paseo, charlando de cuestiones de la filosofía de la religión, que duró hasta la medianoche.
–¡Fue maravilloso! —cuenta Edith.
Discutieron sobre un libro que entonces estaba de moda, Lo Santo, de Rudolf Otto, teólogo protestante alemán y erudito en el estudio comparativo de las religiones, publicado meses antes. Otto cita en su obra a Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, místicos con los que Edith se tropezará muy pronto y llegue su conversión.
A Edith habrá de dolerle especialmente la actitud de quien, como ella, ha estado tan cerca de Husserl. Martin Heidegger ha aceptado el rectorado de la universidad de Friburgo en esos primeros momentos tan confusos de gobierno nacionalsocialista, abril de 1933, justo al mismo tiempo en que Edith enviaba su dolorida carta a Pío XI sobre la suerte que aguarda a los judíos. Heidegger se afilia al partido nazi el 1 de mayo de 1933 con el número 3-125-894. Husserl hizo este comentario:
–La conclusión más bella de esta presunta e íntima amistad filosófica fue la entrada (del todo teatral) lograda públicamente en el partido nacionalsocialista.
Si Husserl mostró abiertamente su rechazo y su ironía ante esta asunción política de su discípulo, Edith no llegó a exteriorizar sus sentimientos. Pero evidentemente hubo de sentirse herida. Quizás ya no supiera, porque se hallaba recluida en el convento como monja carmelita, la alocución de Heidegger el 1 de noviembre de 1933 a estudiantes alemanes:
Que las reglas de vuestro ser no sean ni fórmulas doctrinales ni ideas. El Führer mismo y él solo es la realidad alemana de hoy, pero es también una realidad del mañana y por tanto su ley. Aprended a saber siempre más profundamente. De ahora en adelante cada cosa requiere decisión y toda acción responsabilidad. ¡Heil Hitler!
Zonas oscuras subsisten en la actitud de Heidegger con respecto a Husserl, afirma Friedländer. Y sombras oscuras, diría yo, subsisten también con Edith si ella, tan recatada, hubiera expresado sus sentimientos más íntimos. El 14 de abril de 1933, Husserl, emérito desde hacía algún tiempo, recibió el despido del rectorado la pérdida de su despacho–, hecho que suscitó sensaciones dentro del Reich. Husserl sintió este acto como la más grande ofensa de su vida:
—Pienso que no soy el peor alemán (de viejo estilo y espesor) y mi casa es un lugar de sentimientos nacionales auténticos, que todos mis hijos han demostrado en su actividad de voluntarios en el campo de batalla y en el hospital militar durante la guerra.
Heidegger rompió todo contacto con Husserl y con los demás colegas y discípulos judíos y no hizo nada por suavizar su gran aislamiento.
A través de los libros de Victor Farías y Hugo Ott, hoy sabemos que Heidegger no fue un nazi ocasional o ingenuo, sino que fue un antisemita precoz y después un nazi hasta la conclusión de la guerra, tras la que no llegó a admitir su propia culpa ni condene el Holocausto. Cuando Husserl muera en 1938, Heidegger no acudirá al entierro. Adujo que estaba enfermo. Pero todo parece indicar que fue una excusa. Edith escribió desde el convento a Adelgundis, la monja que atendió a Husserl en sus últimos momentos, y le preguntó:
–No sé absolutamente nada del entierro. Tampoco se decía nada de ello en la esquela. ¿Cómo se ha comportado la Universidad? ¿Y cómo Heidegger?
Heidegger, ya lo hemos contado, no tuvo redaños para asistir al entierro de Husserl.

2 comentarios:

  1. Padre Carlos, un cordial saludo. Tal vez sea bueno para los lectores interesados saber que Judith Stein escribió "La filosofía existencial de Martin Heidegger" (disponible en Internet, Editorial Trotta), en donde la filósofa, quien ingresó al Carmelo finalmente y fue asesinada en Auschwitz junto con su hermana, pone de relieve las insuficiencia e inconsistencias de Heidegger. Y no se trata sólo del problema moral que constituye haber abrazado con entusiasmo el nazismo, sino de críticas propiamente filosóficas: ¿que es Dasein? ¿Sirve como concepto para acceder al Ser? ¿El análisis de Heidegger de Dasein es adecuado?, etc.

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  2. Me ha parecido muy ilustrativo el artículo. No conozco nada de la obra de Heidegger, y si conozco algo de la obra de Judith Stein, y me interesa muchísimo. La de Heidegger no me suscita ningún interés, si acaso, solo como erudición. Por eso no sé si llegaré a leer algo de el, alguna vez. Muchas gracias. DIOS le bendiga.

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