sábado, 25 de abril de 2015

Analfabetismo religioso de los alumnos

El pasado lunes, 20 de abril, acababa de leer en ABC un reportaje firmado en Barcelona con este titular: «Profesores universitarios alertan del ‘analfabetismo religioso’ de los alumnos», y esta entradilla: «La pérdida de peso de la asignatura de Religión en la escuela causa este ‘empobrecimiento cultural’».
Minutos después, leo en el ordenador las últimas noticias. Y me aparece el alarmante suceso del niño de 13 años, que en un colegio de Barcelona ha matado a un profesor y herido a otros alumnos con una ballesta y un machete.
He asociado el reportaje y la noticia trágica por su proximidad en el tiempo y en el espacio. El reportaje está firmado por Esther Armora desde Barcelona y el suceso fatal, que más parece ocurrido en algún lugar del Oeste americano, también ha sucedido en la Ciudad Condal.
Del analfabetismo religioso se quejan especialmente los profesores de historia del arte. Y recalcan el notorio y progresivo empobrecimiento de la cultura humanística en general. «Los alumnos llegan a la universidad con unos conocimientos de cultura religiosa cada vez más mínimos, o incluso nulos», se queja María Teresa Vicens, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona.
Leo en el reportaje:
–El Consejo Asesor para la Diversidad Religiosa de la Generalitat de Cataluña, un órgano independiente integrado por expertos religiosos de reconocido prestigio que preside el teólogo y filósofo católico Francesc Torralba, presentó en 2014 al Gobierno catalán un informe en el que formula, entre otras cuestiones, la necesidad de que la escuela deba «combatir el analfabetismo simbólico y religioso que imposibilita la comprensión de las obras culturales... y a trabajar activamente para deshacer prejuicios».
  Hace unos treinta años, comenté algo parecido ocurrido en un liceo de París. El profesor de arte, en un examen, proyectó sobre un panel una serie de diapositivas que recogen obras de arte del Renacimiento. Y puso un cuadro de Mantegna en el que aparecía san Sebastián atado a un árbol y asaeteado. La respuesta general de los alumnos fue esta:
–Un yanqui asaeteado por los indios.
Ante tal barbaridad, el profesor se quejó en el claustro de profesores y pidió la conveniencia de restituir la asignatura de Religión. No sé si le hicieron caso. Pero poco tiempo después, en un intercambio de alumnos con un instituto de Sevilla en el que yo daba clases precisamente de Religión, vino un grupo de chavales parisinos. La profesora de historia me pidió que les enseñase la catedral. Y mostrándoles la cabeza de san Juan Bautista, maravillosa escultura de Juan de Mesa, me di cuenta de que los niños ni sabían quién era san Juan Bautista ni qué significaba aquella cabeza cortada. La profesora francesa me confesó:
–No estudian religión. No saben nada de esto.
Los alumnos sevillanos –pienso yo– tienen cierta ventaja sobre los alumnos de otras partes de España, incluida Cataluña. La Semana Santa, con sus numerosas cofradías, que representan todos los momentos de la Pasión, es una lección perceptible de Jesús, la Virgen María, los apóstoles y demás personajes de la muerte y resurrección de Jesucristo. Conocen todos los pasos, las hermandades, de dónde sale cada una… Cuando llegaba la cuaresma, era un momento oportuno para ponerles vídeos de la Semana Santa. Y hete aquí que los más golfillos eran los más atentos. Sonaban los tambores y allí estaban ellos en primera fila para decirme –a mí, que no soy precisamente un experto en ello– de qué marcha se trataba. Eran clases maravillosas para el profesor, totalmente apacibles. Resonaban los tambores y trompetas y la clase era una balsa de aceite. Igual que el flautista de Hamelín conduciendo los ratones al sonido de la música.
No sé cómo irá la cosa ahora. Hace ya unos años que estoy jubilado. Pero oigo alarmantes noticias de que por doquier estorba la asignatura de Religión. Pedro Sánchez, secretario general el PSOE, ya ha anunciado que si gobierna la suprimirá.
Pues adelante. Carguémonos de un plumazo, si no nos la hemos cargado ya, la tradición cultural de esta Europa, que trata por todos los medios de arrancar sus viejas raíces cristianas.
Y del niño que ha matado a un profesor, qué. Ese profesor, curiosamente, estaba en clase dando una lección sobre los Reyes Católicos. Parece una paradoja en esa Cataluña que también quiere romper otras raíces. Enseguida se dijo que el niño ha padecido un brote psicótico. Quizás. A mí me ha parecido una fácil explicación. Porque el mal existe y anida en el corazón del hombre, también en el niño, y el odio, y… Pero esto ni se contempla.

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