jueves, 4 de octubre de 2018

Francisco de Asís, «el único perfecto cristiano»


En toda biografía hay siempre una pequeña traición, al relatar el perfil del biografiado de una manera aproximativa.
¡Qué difícil es traer a lo visible lo invisible, describir el lento trayecto espiritual de un hombre tocado por la gracia! Nos pasa fundamentalmente con Jesús de Nazaret, donde toda biografía fracasa y el único recurso de la Iglesia sea siempre la lectura continuada de los Evangelios. Y pasa con Francisco de Asís. Ya lo decía Renan, cuando expresó que «se puede decir que, después de Jesús, Francisco de Asís es el único perfecto cristiano». 



Precisamente, hace unos años, en el festival de Cannes de 1989, se presentó un nuevo film sobre san Francisco de Asís. Lo que se dice de la escritura se puede decir de la imagen. ¿Quién tiene la patente de poder captar en imágenes la hondura espiritual de un santo del tamaño de san Francisco? Ordinariamente, estos filmes sobre los santos —o sobre el mismo Jesús, y casos recientes y escandalosos lo tenemos en la mente—, no logran penetrar en la grandeza del personaje y en la fuerza de su santidad.
Al menos la cineasta italiana Liliana Cavani lo ha intentado. Suyo es este filme. Y, aunque atea, siempre ha sentido debilidad por el Poverello. En 1966, le consagró su primer largometraje. Aquel primer Francisco de Asís resultó un hippy antes de tiempo que se alzaba en nombre de la justicia social. Veintitrés años después, en el festival de Cannes, la Cavani presentó un nuevo Francisco que vive serenamente, desde el interior, su camino hacia Dios, Dios solo.
Liliana Cavani ha querido hacer una película para «todos los que son como yo...», expresó. Ante la reacción «furibunda» con que fue recibido su filme –hubo una enorme bronca en la presentación de esta película–, contestó: «Aquí existe el reino de la precipitación y de la frivolidad. Vosotros, los franceses, no soportáis que se os hable de Dios y de la religión. Tenéis miedo de hablar de ello. Yo soy atea, pero comprendo que la religión es un instinto fundamental del hombre. Y no tengo miedo de abordar este tema...».
La utopía maravillosa de la fraternidad que hay en Francisco de Asís es lo que fascina a la Cavani. «Es el deseo de profundizar el aspecto religioso del personaje lo que me ha empujado a contar por segunda vez la historia de Francisco. Los jóvenes, hoy, no le conocen. Su nombre va siempre asociado a los animales... En el primer filme sobre él, había hecho una lectura parcial de Francisco, no viendo en él más que un hombre que obraba en nombre de la justicia, el utópico de la fraternidad que aplica el Evangelio a la letra. En mi nuevo filme, conserva las características «sociales», pero es algo más: es un hombre que descubre las «huellas» de un camino que le conducirá a Dios. Porque es del contacto con Dios de donde nace y se explica el amor de Francisco hacia todos los hombres...».
Tras veintitrés años, confiesa la Cavani, había logrado un filme más aproximativo de la vida de Francisco, que siempre le fascinó. Pero lo que cuenta en ella es su honradez en el relato y afán de emulación. Sirva ello para todos nosotros. En el camino de la santidad, nuestro caminar siempre será aproximativo del santo de nuestra devoción y, fundamentalmente, de Jesús de Nazaret. Si, además, nos proponemos relatar sus hechos, por la imagen o la letra, ay, entonces, sucede el esfuerzo fatigante de manosear la cáscara sin saber muchas veces llegar al meollo del fruto. Pero resulta un esfuerzo apasionante.
Su primer biógrafo, Tomás de Celano, ante la personalidad misteriosa de Francisco de Asís, dejó la pluma para decir: «Es mejor que calle», porque ninguna palabra logrará repetir «el misterio original y genial encerrado en san Francisco».
En 1939, Pío XII le tributó un reconocimiento oficial al «más italiano de los santos y al más santo de los italianos», proclamándolo patrono principal de Italia. Y en 1979, Juan Pablo II lo proclamó patrono celestial de los ecologistas.

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