Quiero recoger algunas
ideas de un artículo aparecido en Religión Digital, titulado La Biblia emigra de Europa. El Corán se
asienta en ella, de Julio Trebolle, profesor emérito del Departamento de
Hebreo y exdirector del Instituto de Ciencias de las Religiones de la
Universidad Complutense de Madrid.
Julio fue compañero mío de
curso en la Universidad Pontificia de Comillas y en La Cardosa, loma que da al
Cantábrico y donde se asentaba la Universidad, convivimos durante al menos ocho
años. Después nos hemos visto muchas veces y mantenemos una amistad cuajada
desde la infancia. Naturalmente, nuestras vidas han discurrido por caminos
diferentes. Él ha pasado muchos años en Jerusalén, después aterrizó en la Complutense
y tiene en su haber la publicación de libros sesudos del ámbito bíblico y yo he
publicado también mis cosillas, biografías de santos y algunas otras nimiedades
como estos Sermones que aquí traigo.
Comprendo que el título de su artículo tiene
un poco de exageración, más propio de un periodista que trata de enganchar al
lector con un titular atrevido. Pero el artículo, si lo leéis, es revelador de
la situación no solo en Europa, sino en el Oriente Medio donde se está ventilando
en estos momentos una lucha despiadada entre chiíes y suníes. Julio Trebolle
confiesa que «ese Islam radical, que pretende volver a la pureza de los orígenes
de un estado islámico, enciende conflictos entre las diversas confesiones del
Islam más violentos que los mismos atentados contra todo lo que Occidente
representa».
Pero me interesa incidir
aquí en el titular de su artículo. Es decir, si la Biblia ha dejado de ser
europea.
–La Biblia –cuenta
Trebolle– ha dejado de ser europea y de representar la cultura del Occidente
europeo. Era tan alemana en la traducción de Lutero, tan inglesa en la versión
del Rey Jaime, tan latina en la Vulgata católica, tan griega desde Bizancio,
tan eslava en sus caracteres cirílicos. Comenzó a emigrar hacia América a donde
el europeo la llevó como el gran libro colonizador, pero la población
afroamericana la recibió como el gran libro libertador con el que reivindicó su
libertad, como sucedió también más tarde en la Sudáfrica del apartheid.
Y continúa:
–La Biblia ha emigrado al
hemisferio Sur, por Latinoamérica, África y Asia, donde hoy tiene una vigencia
insospechada desde la Europa secularizada. El proceso de secularización
arranca, según Dilthey, de las guerras de religión de los siglos XVI y XVII.
Pero se ha transformado recientemente en una progresiva descristianización que,
según el historiador de las religiones Guy Stroumsa, ha acompañado y seguido a
la desjudaización de Europa.
Lo grave del Islam es que
no ha pasado por el tamiz de una Ilustración, cosa que el Occidente cristiano
hizo en el siglo XVIII. Dice Trebolle:
–La Biblia ha superado
desde Galileo siglos de continua reinterpretación hermenéutica, a través de la
cual, y a pesar de las derivas fundamentalistas, ha mantenido vivo su mensaje
moral y religioso y no ha perdido su capacidad de interpelar incluso a la
sociedad moderna. La interpretación del Corán y del Islam ha de afrontar
también los retos de la crítica histórica y la confrontación con los valores de
la Modernidad y de los derechos universales del hombre.
Hegel suponía que «el
Islam era un producto marginal y tardío, sobrevenido a destiempo después del
cristianismo, el cual había representado un avance considerable en la marcha de
la historia hacia la Modernidad ilustrada».
–La intelectualidad
europea, especialmente en los países protestantes, creía que subsistiría
únicamente el cristianismo irradiado desde Europa en forma de una elevada ética
de la razón práctica. Por el contrario, la existencia misma del Islam chocaba
con la concepción evolucionista de la historia y de la religión, inherente al
positivismo historicista.
Y sin embargo, «la
revolución iraní significó el retorno de lo religioso en su versión más
fundamentalista y la sustitución de la lucha de clases sociales por el
conflicto entre religiones y culturas a nivel mundial».
Y en esas estamos.
No sé si en verdad la
Biblia ha dejado de ser europea. Desde luego, parece ser que ha dejado de ser
latina. Una encuesta reciente muestra que en los hogares italianos se muestra
visiblemente el crucifijo e imágenes de la Virgen o de algún otro santo, pero
no se halla la Biblia. Y en esta Sevilla de mis dolores tengo una anécdota que
me contó hace ya más de veinte años José Sánchez Herrero, catedrático emérito
de Historia Medieval en la Universidad de Sevilla. En la biblioteca del Departamento
de su Facultad había dos libros del Corán y ninguna Biblia. Tuvo que comprarlas
para equilibrar el tema en esa biblioteca. Cosas…
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