miércoles, 25 de febrero de 2015

Suprimido el Miserere de Eslava por el cardenal Segura

Consideró el Miserere como «un abuso inveterado en la archidiócesis»
contrario a las disposiciones papales. Hace de ello hoy 70 años.

El Miserere de Eslava, cuando se acerca la Semana Santa, es acontecimiento musical de obligada asistencia para todo sevillano de pro. Lo mismo que no se concibe una Semana Santa sin Pregón (que es más reciente, de la guerra civil para acá), no se concibe tampoco sin el concierto del Miserere en la catedral.


Con una edad de ciento ochenta años, el Miserere de Eslava ha tenido una existencia azarosa. Aunque su momento más crucial tuvo lugar en 1945 –hace hoy setenta años–, cuando el cardenal Segura, desenterrando un motu proprio del papa Pío X sobre música sagrada, consideró el Miserere de Eslava como «un abuso inveterado en nuestra archidiócesis» contrario a las disposiciones papales. Total, que el pueblo de Sevilla se quedó sin Miserere durante once años. En 1956 se repuso en un teatro sevillano, aún en vida del cardenal Segura, pero cuando ya este viejo león se hallaba agazapado por orden de Roma en su palacio arzobispal, mientras la sede hispalense la gobernaba como administrador apostólico con plenitud de jurisdicción su arzobispo coadjutor con derecho a sucesión José María Bueno Monreal. Y pocos años después, en 1970, ya muerto Segura, el Miserere se reintegró definitivamente a la catedral como concierto sacro.
En lo antiguo no era así. Formaba parte de la liturgia de Semana Santa y se cantaba en el Oficio de Tinieblas al fin de los Laudes, en los días de Miércoles y Jueves Santo, en la iglesia catedral.
Tanta importancia había adquirido este salmo davídico, que en las obligaciones impuestas a los que opositaban a maestro de capilla de la catedral hispalense aparecía la composición de un Miserere para coro y orquesta cada dos años.
Miguel Hilarión Eslava y Elizondo fue nombrado maestro de capilla de la catedral de Sevilla en 1832. Natural de Burlada (Navarra), donde nació en 1807, se ordenó de sacerdote poco después de haber obtenido su cargo, que desempeñó hasta 1847, en que se trasladó a la Corte como maestro de la Real Capilla de Madrid.
En 1833 compuso su primer Miserere, que se estrenó sin especial relevancia. Y dos años después, el 1835, el Miserere que ha pasado al patrimonio histórico de la ciudad. Desde entonces sólo ha estado suspendido en dos ocasiones anteriores a la de Segura y por causas diversas. De 1888 a 1900, con motivo de las obras por el derrumbamiento de un pilar de la catedral, y de 1932 a 1938 por las convulsiones políticas del momento.
Pero la que ha quedado en el recuerdo de todos es la suspensión del cardenal Segura. El 25 de febrero de 1945 emitió una Instrucción pastoral, bastante extensa, aparecida en el Boletín de Arzobispado del 1 de marzo, en la que detallaba con mil argumentos el porqué de la suspensión. En definitiva, venía a decir: el Miserere de Eslava es música que desdice de lo religioso y además, para más inri, el tal Eslava, era tan frivolón (esta expresión la deduzco yo), que se permitía, siendo maestro de capilla de la catedral de Sevilla, componer óperas que fueron estrenadas en los teatros de la ciudad, como La tregua de Tolomaida (1842) o Pedro el Cruel (1843). Afirma Segura de Eslava:
–Su biografía claramente da a entender que su formación musical se desarrolló en un ambiente poco favorable al estudio profundo de la música estrictamente religiosa. Privado de sus rentas el Clero Catedral, para allegar Eslava nuevos recursos, hubo de dedicarse al arte teatral, buscando para sus óperas temas que no desdijeran del sagrado carácter de que estaba revestido, y compuso tres óperas que encontraron excelente aceptación en los teatros de Sevilla y Madrid.
Total, que Eslava es muy buen músico... profano, y el Miserere carece del carácter sagrado de toda composición musical religiosa. Y como Segura era así, dictador en época de dictaduras, se cargó el Miserere de Eslava, aquel canónigo músico que para sobrevivir en épocas flacas, tras la desamortización de Mendizábal, llenaba sus bolsillos con unas monedas de más provenientes de sus pinitos en temas operísticos.

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