viernes, 2 de agosto de 2019

Un banco que no quiebra: Hermanas de la Cruz

El arzobispo de Sevilla fray Zeferino González no deja de instar a Sor Ángela la compra de un buen caserón para Casa Madre. La Comunidad ha aumentado como un cam­po de flores en primavera. Necesita casa amplia, espaciosa, donde quepan las novicias, las niñas acogidas y la misma Comunidad.
La Compañía de la Cruz ha pasado por las calles de San Luis, Hombre de Piedra, Lerena... La casa de la calle Cervantes, donde están, sigue siendo es­trecha y húmeda.
El arzobispo apremia, pero ¿y el dinero?
El marqués de San Gil pone en venta su casa-palacio en la calle Al­cázares. Es lo ideal, con amplios terrenos por detrás que llegan hasta la calle de Doña María Coronel.
Su precio: cuarenta mil duros.
Sor Ángela pone el asunto en manos de San José. Precisamente en su día, el 19 de marzo de 1887, termina el plazo de demora dado por el marqués.
Hay un buen puñado de duros ofrecidos por el arzobispo y otras almas caritativas, pero falta la cantidad suculenta que permita el trato.


  
Emilia Riquelme está en cama aquejada de una dolencia. Ha envia­do recado para que acuda una Hermana de la Cruz a su domicilio: «Asunto ur­gente».
Cuando llegan las Hermanas reciben de ésta un sobre con nueve mil duros contantes y sonantes. Y que los gastos de la capilla corren de su cuenta...
Emilia Riquelme, hija del capitán general de Sevilla, ha sufrido la pérdida de su padre un par de años antes. Después se embarcó en la aventura de las Esclavas del Divino Corazón, instituto que acababa de fundar en Coria el obispo Marcelo Spínola. Pero no le fue bien y volvió a Sevilla. Le vienen ganas de ser Hermana de la Cruz, pero Sor Ángela, que la recibe siempre con un trato maternal, le dijo:
–Piénsalo; yo te quiero, pero no es eso lo que Dios quiere de ti.
Como insistía, llegó a formalizarse la entrada, pero en ese momento se puso tan enferma, que Sor Ángela le dijo:
–¿Ves? Yo sabía que esto no es para ti.
Pasado el tiempo, Emilia Riquelme, fundadora de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, reflexionó sobre ello, y escribió: «En esto vi la luz tan grande que Sor Ángela tenía de Dios». (El próximo 9 de noviembre, Emilia Riquelme seré beatificada en la catedral de Granada).
Los nueve mil duros vinieron de perlas para firmar el trato. Se con­vino con el marqués en la entrega de veinte mil duros en el momen­to de la firma de la escritura y los veinte mil restantes en dos plazos anuales.
Se portó bien San José con las Hermanas de la Cruz. Hecho el trato la víspera de su día, un señor esperaba en la puerta para llegar a un acuerdo con el marqués.
Se logró la casa por los pelos.
Es la Casa-Madre actual, tan bonita, tan limpia, tan sevillana.
Cuando a Emilia Riquelme voces familiares le recriminaban su cuantioso donativo, ella contestaba sonriendo:
–No apurarse, nada he perdido: lo he depositado en un banco que no quiebra.

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