Se hallaba la corte de Felipe V en Sevilla
cuando fue propuesto como obispo de Santiago de Cuba el agustino fray Gaspar
Molina y Oviedo, que profesó en el convento de San Agustín de Sevilla y fue
durante años profesor y regente de estudios en el colegio de San Acacio. Fue
electo por Roma el 11 de septiembre de 1730 y consagrado obispo en el convento
de San Agustín el 24 de febrero de 1731 por el arzobispo de Sevilla, Luis de
Salcedo. Pero sin ir a la diócesis americana asignada, unos meses más tarde (18
junio 1731) es nombrado para la diócesis de Barcelona. Comisario General de
Cruzada y presidente del Consejo de Castilla en 1733, rigió la diócesis de
Málaga en 1734, ciudad que no pisó por encontrarse en Madrid ejerciendo los
anteriores cargos. Creado cardenal por Clemente XII el 20 de diciembre de 1737,
sin título, recibe el capelo de manos de Felipe V en la capilla real de
Aranjuez el 17 de abril de 1738. Nacido en Mérida en 1679, murió en Madrid el
30 de agosto de 1744 y fue sepultado en la iglesia del convento de San Felipe
el Real.
Colegio de San Acacio, hoy
sede del Círculo de Labradores
Curioso bibliófilo, dejó una bien surtida
biblioteca con preciosos manuscritos que prometió donar a la ciudad de Sevilla.
Pero murió sin testar y se formó un litigio entre sus propios familiares, la
orden agustiniana y el Ayuntamiento de Sevilla. Este argumentaba que el cardenal
había manifestado en diversas ocasiones, ante testigos, su intención de donar
su biblioteca al colegio de San Acacio de Sevilla para uso público de los
sevillanos.
Publicada la sentencia, determinó que la
biblioteca pasara de Madrid al colegio de San Acacio de Sevilla, «con la
condición de que la Provincia y el Colegio se obligasen a labrar, dentro del
año de la entrega, pieza competente para colocarla y exponerla al público, para
beneficio de los literatos de la ciudad, todos los días del año, mañana y tarde,
a excepción de las fiestas de precepto y Semana Santa».
El Ayuntamiento aportó mil ducados para el
traslado de la biblioteca y quedó como patrono de la misma. En un local anejo
al colegio de San Acacio, con puerta independiente que daba a la calle Triperas,
abrió sus puertas a los lectores sevillanos la primera Biblioteca Pública de
Sevilla el 6 de octubre de 1749. Su horario era en el período estival, de mayo
a septiembre, de 7 a 11 de la mañana y de 4 de la tarde hasta el toque del
Avemaría; en la época de invierno, de octubre a abril, de 8 a 12 de la mañana y
de 3 de la tarde al toque del Avemaría. El bibliotecario fue siempre un fraile
agustino que recibía una subvención del Ayuntamiento.
El Colegio agustino de San Acacio, que
acogió la biblioteca del cardenal Molina, se ubicó primeramente junto a la Cruz
del Campo, por donación testamentaria de una heredad y casa de doña Leonor de
Virués, viuda de Gaspar Ruiz de Montoya, veinticuatro de la ciudad, fallecida
en 1593. Al año siguiente ya estaba el Colegio disponible puesto que el 4 de
abril de 1594 fue trasladado a él el Santísimo Sacramento en solemne procesión
desde el convento de San Agustín. En 1633 cambió de lugar y se trasladó al sitio
que ocupó definitivamente, en el cogollo de la ciudad, en la calle Sierpes,
esquina hoy de Pedro Caravaca, el lugar ocupado hoy por el Círculo de
Labradores. En él se colocó la copiosa y selecta biblioteca que dejó el
cardenal Molina a la ciudad de Sevilla, aumentada posteriormente con otras
aportaciones testamentarias. Biblioteca que estuvo abierta casi un siglo.
Tras la exclaustración de 1835 y la
expulsión de los frailes de sus conventos, la Biblioteca Pública se cerró y el
Colegio de San Acacio se convirtió en sede de la Academia de Bellas Artes y
posteriormente en la Casa Correos. Los libros, trasladados a las Casas
Consistoriales, pasaron en 1878 a la Universidad de Sevilla.
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