sábado, 19 de octubre de 2019

Una justicia española mejorable


¡Ea, ya está! El Doctor Plagio –«doctor de cachondeo académico», como lo ha retratado Ussía– ha logrado con la anuencia del «Tribunal Supermemo, digo, Supremo» –como lo ha rotulado una revista satírica–, remover, al parecer el lunes, los huesos de Franco del Valle de los Caídos. Tan obsesionado está en ello, que no le pregunten ustedes qué ocurre en Cataluña. Ahora está con Franco. No le molesten, que no es capaz de pensar dos cosas a la vez. Y Marlaska, el de las hamburguesas, ministro del Interior, dice que «se puede visitar Barcelona con total normalidad».
Lo del Tribunal Supremo me lleva a una reflexión, que probablemente no compartan muchos de ustedes. Creo que la justicia española adolece de bastante arbitrariedad, aplicando las leyes según las circunstancias. Mirad qué ocurre en Andalucía con los EREs: millones y millones robados por el PSOE y por ahí andan esos políticos en un proceso que es el cuento de nunca acabar. O en Cataluña, con el chorizo mayor del Reino, un tal Jordi Pujol y su camada.


 Hay casos menores, pero más hirientes. Recuerdo solo dos, que he tuiteado recientemente.
Uno. El caso de Victoria, anciana de 94 años, que visita a su hermana durante unos días y cuando vuelve a su casa en Portugalete (Vizcaya) ha comprobado cómo unos okupas, cerca de diez, han dado una patada en la puerta, se han metido en su casa y han tirado las pertenencias de Victoria al patio e incluso han vendido algunos de sus enseres, de gran valor sentimental, en un mercadillo cercano. Ella, cuando vuelve, se ve en la calle. –Decenas de vecinos, amigos y familiares –leo en la prensa– se han concentrado a las puertas de la casa de Victoria para protestar por la situación. Durante la manifestación se han producido momentos de tensión con los agentes de las Ertzaintza que custodiaban el domicilio, ya que han impedido que hubiese cualquier tipo de enfrentamiento con los okupas.
O sea, que la Ertzaintza, policía vasca, en vez de desalojar a los okupas, se ha dedicado a defenderlos de unos vecinos airados. Como decía aquella pintada de hace unos años: «¡Franco, hijo de p., vuelve!».
Por fin, este viernes, bajo presión de los vecinos, los okupas han abandonado la casa. Los vecinos se quejan, además, de que, desde el verano, ha habido tres ocupaciones parecidas en la zona y las viviendas siguen ocupadas.
El juicio se celebrará el 20 de noviembre, dentro de un mes, y yo me digo, ¿para qué? Si esta anciana ha podido recuperar su casa –que vete a saber cómo la han dejado–, no ha sido gracias a la justicia ni a la policía, sino a la presión popular. De pena.
Dos. El expolicía Casimiro Villegas, de la Policía Local de Sevilla, ha sido condenado a dos años y medio de cárcel por lesiones a los asaltantes de su casa. Leo en ABC: «Villegas, que se enfrentaba a un total de 16 años de cárcel pedidos por la Fiscalía, ha sido condenado como autor de un delito de lesiones del artículo 150 del Código Penal y de dos delitos de lesiones del artículo 148.1 a las penas de un año y seis meses de prisión por el primero de los delitos, y a la pena de seis meses por cada uno de los otros dos. El tribunal estima la eximente incompleta de miedo insuperable y la atenuante muy cualificada de dilaciones indebida, esto último tanto para Villegas como para los cuatros asaltantes».
Item más: Villegas deberá indemnizar a tres de los asaltantes, que también han sido condenados, en una cantidad total de 52.924 euros. Por su parte, los asaltantes, condenados, dos a tres años, otro a dos años y medio y otro a dos años, tendrán que indemnizar a Villegas con 4.835 euros. ¡Caray con su señoría! 52.924-4.835=48.089, que son los euros que Villegas tiene que agraciar a los ladrones.
Todo ocurrió en la vivienda de Villegas, en el extrarradio de Dos Hermanas, cercana a Sevilla, en la madrugada del 29 de marzo de 2011. Estos individuos entraron en la parcela, rompieron el candado de entrada, y, mientras uno vigilaba, los otros tres entraron en la vivienda mientras los dueños dormían. Villegas se despertó, forcejeó con ellos y tomó su pistola. Estos huyeron en una furgoneta y Villegas disparó once tiros contra el vehículo, hiriendo a tres de ellos. Esta absurda condena, que yo sepa, no ocurre en Estados Unidos, en España sí.
Y otros muchos casos… Por ejemplo: «El acusado de entrar 20 veces en casa de sus vecinos de Los Corrales (Sevilla) acepta una condena de 15 meses de cárcel». O sea, que ni entra en la cárcel. O mi bloque de pisos. Una vecina no paga desde hace años la comunidad. La llevamos a los tribunales y la jueza, por un fallo de procedimiento, la absuelve. Nuevo proceso incoado hace ya cuatro años, lo menos, que tal vez se sentencie cuando ya estemos todos calvos. Es decir, que en esta querida España nuestra los chorizos campan alegremente. ¡Y viva la Pepa!

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