jueves, 16 de junio de 2016

Don Fernando Melgarejo, alias Barrabás

El veinticuatro de Sevilla (regidor o concejal) don Fernando Melgarejo, hombre de buenos ducados, alta alcurnia y peor mala leche, por lo que recibió el mote popular de Barrabás, estaba casado con doña Luisa Maldonado, señora de tan alta alcurnia como su marido.
Pero hete aquí que el veinticuatro don Fernando Melgarejo se enamoró de una joven sevillana, menos aburrida que su esposa, llamada doña Dorotea Sandoval, que correspondió a sus amores. Doña Dorotea se hallaba también casada con un sujeto cuyo nombre, por insignificante cornudo, no ha pasado a la historia.
Con el asentimiento de este marido, gurrumino y consentido cabrón, don Fernando Melgarejo fuese a vivir con la dama de sus amores. Se cuenta en una Relación transcrita que el marido era de «tan mansa y conten­tadísima condición» que no le importaba, es más, le placía el ayuntamiento de su esposa con el veinticuatro de Sevilla don Fernando Melgarejo, alias Barrabás.
Pasaron los años y «doña Dorotea estaba tan casada con don Fernando en el envés de la Iglesia como con su marido en el haz». Como este escándalo no podía continuar en una ciudad como Sevilla, intervinieron los alcaldes del Crimen de la Audiencia, que desterraron a doña Dorotea. Por poco tiempo. Las influencias de don Fernando Melgarejo, alias Barrabás, eran muchas, y logró la vuelta de la entretenida.
Y así iban las cosas cuando un día don Fernando Melgarejo, alias Barrabás, observó algo que le puso de mil demonios. Doña Dorotea de Sandoval fue sorprendida en el balcón haciéndose señas y carantoñas con un estudiante que se hallaba en el balcón de enfrente.
Don Fernando Melgarejo sacó su mala uva y zurró una buena paliza a la amante, mientras el pacato de su marido le decía:
–Dorotea, ¡cuántas veces te dije que no te asomases a la ventana! ¡Mira que el señor don Fernando ha de venir a saberlo y ha de costarte muy caro!
Dirigiéndose a don Fernando, el marido cornudo le repetía:
–Señor don Fernando, prometo a usted que tiene menos culpa Dorotea de lo que le han a usted encarecido.
Y prometía a don Fernando Melgarejo, alias Barrabás, que él cuidaría que de ahora en adelante su esposa no se asomase al balcón.
La amante apaleada, en su despecho por la paliza recibida, se refugió en un convento. Pero el marido logró que volviese a casa.
Sin otras peripecias que se sepan, murió doña Dorotea de Sandoval el 16 de junio de 1627 (hoy hace de ello 389 años), con gran pesar de don Fernando Melgarejo, alias Barrabás, que mandó celebrar misas en todos los templos de Sevilla por su querida «esposa».

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