El
veinticuatro de Sevilla (regidor o concejal) don Fernando Melgarejo, hombre de
buenos ducados, alta alcurnia y peor mala leche, por lo que recibió el mote
popular de Barrabás, estaba casado con doña Luisa Maldonado, señora de
tan alta alcurnia como su marido.
Pero
hete aquí que el veinticuatro don Fernando Melgarejo se enamoró de una joven
sevillana, menos aburrida que su esposa, llamada doña Dorotea Sandoval, que
correspondió a sus amores. Doña Dorotea se hallaba también casada con un sujeto
cuyo nombre, por insignificante cornudo, no ha pasado a la historia.
Con el
asentimiento de este marido, gurrumino y consentido cabrón, don Fernando
Melgarejo fuese a vivir con la dama de sus amores. Se cuenta en una Relación
transcrita que el marido era de «tan mansa y contentadísima condición» que no
le importaba, es más, le placía el ayuntamiento de su esposa con el
veinticuatro de Sevilla don Fernando Melgarejo, alias Barrabás.
Pasaron
los años y «doña Dorotea estaba tan casada con don Fernando en el envés de la
Iglesia como con su marido en el haz». Como este escándalo no podía continuar
en una ciudad como Sevilla, intervinieron los alcaldes del Crimen de la
Audiencia, que desterraron a doña Dorotea. Por poco tiempo. Las influencias de
don Fernando Melgarejo, alias Barrabás, eran muchas, y logró la vuelta
de la entretenida.
Y así
iban las cosas cuando un día don Fernando Melgarejo, alias Barrabás,
observó algo que le puso de mil demonios. Doña Dorotea de Sandoval fue sorprendida
en el balcón haciéndose señas y carantoñas con un estudiante que se hallaba en
el balcón de enfrente.
Don
Fernando Melgarejo sacó su mala uva y zurró una buena paliza a la amante,
mientras el pacato de su marido le decía:
–Dorotea,
¡cuántas veces te dije que no te asomases a la ventana! ¡Mira que el señor don
Fernando ha de venir a saberlo y ha de costarte muy caro!
Dirigiéndose
a don Fernando, el marido cornudo le repetía:
–Señor
don Fernando, prometo a usted que tiene menos culpa Dorotea de lo que le han a
usted encarecido.
Y
prometía a don Fernando Melgarejo, alias Barrabás, que él cuidaría que
de ahora en adelante su esposa no se asomase al balcón.
La
amante apaleada, en su despecho por la paliza recibida, se refugió en un
convento. Pero el marido logró que volviese a casa.
Sin
otras peripecias que se sepan, murió doña Dorotea de Sandoval el 16 de junio de
1627 (hoy hace de ello 389 años), con gran pesar de don Fernando Melgarejo,
alias Barrabás, que mandó celebrar misas en todos los templos de Sevilla
por su querida «esposa».
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