Hoy, 3 de junio, es la festividad de san
Juan Grande, patrono de la diócesis de Jerez. Natural de Carmona, nacido el 6
de marzo de 1546, se decía Juan Pecador, que así se puso de muy joven cuando se
retiró a una ermita cercana a Marchena. Pero enseguida marchó a Jerez, y en
dicha ciudad hizo todo su apostolado. Tras la firma de Juan Pecador solía
añadir esta coletilla: «El pobrecillo esclavo de los pobres de Cristo». Y lo
fue en verdad, en Jerez de la Frontera, durante casi toda su vida: una vida dedicada
a la hospitalidad.
De mediana estatura, algo grueso, rostro
redondeado, colorado y blanco, si bien curtido por las penitencias, los ojos
garzos y pintados, el color del pelo en cabeza algo rojo y su semblante
agradable, caminaba Juan Grande, los pies descalzos, vestido con una túnica y
sobre ella el escapulario de la hospitalidad, la capacha al hombro y el báculo
en la mano, por las calles de Jerez, repitiendo la cantinela:
–Hermanos, haced bien para vosotros
mismos.
Fue amigo de todos, de los grandes y de
los pequeños, que bajo esta apariencia rústica y austera se hallaba una
personalidad simpática y entrante con todos. Que ha habido dos jerezanos que a
finales del siglo XIX tuvieron la paciencia de revisar todos los libros de
bautismo de las parroquias de Jerez y encontrar la larga lista de 140 ahijados
de Juan Pecador.
Pero si tuvo amigos, también enemigos.
Entre ellos, el nuevo corregidor que apareció por Jerez. Al ver pasar a Juan
Pecador se mofó de él delante de unos amigos diciendo que tenía ganas de
cogerle en alguna cosa para darle cien azotes, por embustero y no sé cuántas
cosas más. El corregidor cayó enfermo de gravedad y Juan Pecador, sabiendo lo
que pensaba de él, fue a visitarle. Le dijo:
–Hermano corregidor, confíe en Dios. Para
tal día estará bueno y acudirá a la procesión de San Francisco.
Efectivamente, así fue. El corregidor
sanó gracias a la intercesión de Juan Pecador.
Comenzó en Jerez con el cuidado de los
presos pobres de la cárcel real. Se hizo cargo posteriormente de un pequeño
hospital de Ntra. Sra. de los Remedios en la Puerta Real. Los cofrades de
Letrán le ofrecieron hacerse cargo de su albergue, que sostuvo hasta 1572 en
que obtuvo licencia de los cofrades para construir un nuevo hospital bajo la
advocación de Ntra. Sra. de la Candelaria, que rigió como administrador
vitalicio hasta su muerte.
Dos años más tarde, en 1574, conoció en
Granada la obra de los Hermanos de San Juan de Dios y se unió a ellos. Acogió
sus reglas y las aplicó al hospital por él fundado en Jerez.
Su última gran obra fue la donación de
su vida. Murió en el año 1600. Había una terrible epidemia de peste bubónica en
Jerez. Juan multiplicó hasta la extenuación sus esfuerzos hospitalarios con los
enfermos. Ofreció su vida por salvar la ciudad y murió contagiado. El 3 de
junio –hoy se cumplen cuatrocientos dieciséis años– es hallado en su celda
abrazado a la cruz. Al día siguiente, fue enterrado sin pompa alguna en el
corral del hospital. Un año más tarde, en 1601, sus restos fueron trasladados a
la iglesia del hospital y en 1630 comenzó su causa de beatificación.
Juan Grande, el «pobrecillo esclavo de
los pobres de Cristo», fue declarado venerable en 1775 por Pío VI, beatificado en
1853 por Pío IX y canonizado por Juan Pablo II el 2 de junio de 1996. En 1986,
fue proclamado Patrón de la nueva Diócesis de Asidonia-Jerez. Sus restos son
venerados en el Santuario Diocesano San Juan Grande, en Jerez, en el hospital
de La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios de su mismo nombre.
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